miércoles, 2 de abril de 2014

Balada del que nunca fue, ni ganas que tiene, a Japón, donde florecen un año más, los cerezos.

 

¡Vamos, búho,/cambia tu expresión/lluvia de primavera! (Haiku de Kobayashi Issa)

Mi cabeza cana, los años perdidos. No, nunca fui a Japón. Y, sin embargo, no me hace falta para que casi cada vez que veo su nombre, sus fotos, vuele hacia donde nunca he estado, descubra imágenes que me gustaría haber soñado. ¡No, nunca entré en Japón, ni lo haré, qué excentricidad! Además, Japón, mi Japón no es más que una idea, no como cualquier otra, más bonita, algo relamida a veces, pero al fin y al cabo una idea más. Se ha ido desgastando a medida que he visto anunciar cursos de ikebana por correo o he entrado en tiendas donde venden muebles centenarios sin respeto por su edad. También me tiene escamado que la colonia japonesa que conozco celebre cualquier tradición patria como si fueran acólitos de cuanto les recordara a su lejano país. Hay tradiciones que cuanto más lejos, mejor y ni dudo de que alguna, aunque estuviera desterrado en Marte, despertara nostalgia en mí .

Que vayan Japón si quieren los que creen que los viajes son reales, que se puede dormir hoy en Zaragoza y mañana a miles de quilómetros; yo no, prefiero leer en invierno, no salir las tardes de verano, y de noche, y de noche, poder soñar con los cerezos que ahora florecen  allí…Hoy, temprano, los he visto junto  al nuevo tranvía, cerca de mi casa, en el Actur, con la certeza de que si los viera en Japón mismo dejarían de ser un hermoso sueño.


Florecen los cerezos en Japón, mi perro en Zaragoza levanta una ceja y sonríe levemente.

Fuente de las imágenes

Tokyo fiorisce,  lo spettacolo dei ciliegi a primavera(reuters)

 Tokyo fiorisce,  lo spettacolo dei ciliegi a primavera(reuters)

Tokyo fiorisce,  lo spettacolo dei ciliegi a primavera(reuters)

Tokyo fiorisce,  lo spettacolo dei ciliegi a primavera(reuters)

Tokyo fiorisce,  lo spettacolo dei ciliegi a primavera(reuters)

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