jueves, 28 de marzo de 2013

Philip Roth cumple ochenta años

 

El tiempo al revés:

“A veces me sorprendía a mi mismo mirando a los presentes como si aún estuviéramos en 1950, como si “1995” no fuese más que un tema futurista de un baile de gala de último curso al que todos hubiéramos acudido con cómicas máscaras de cartón piedra de nosotros mismos que representaran la fisonomía que podríamos tener a fines del siglo XX. Aquella tarde el tiempo había sido inventado para perplejidad de nadie más que nosotros mismos”.

Pastoral americana, Debolsillo, 2006,p. 67, trad. Jordi Fibla

Philip Roth con sus compañero de promoción Weequahic High School en 1950 . El escritor es el quinto por la derecha. (Fuente)

miércoles, 27 de marzo de 2013

No me chilles, que llevo chanclas. Isol gana el premio Astrid Lindgren 2013


Veo a una niña en el parque que abronca a su muñeca. La tiene sentada en un banco, muy cerca de ella. No tendrá más de seis o siete años, pero con las rodillas juntas y el tronco recto, mantiene un aire de señorita muy pimpante. Su voz es firme, aunque por momentos se tiñe de cierto tono afectuoso, como si se diera cuenta de que se está pasando con la muñeca y, más por narcisismo que por compasión, quisiera dulcificar su actitud. Quizá se ha recordado a su jefe en el bufete, a su marido cuando se pone furo,  porque la niña, ahora, en realidad es su madre, su madre y su padre juntos y ellos a su vez, sus proprios padres, en una cadena retrospectiva con puntos suspensivos.
En mi campo visual solo estamos tres, la niña, la muñeca y yo. Quizá, la niña ha adquirido ese aire tan adulto, porque la madre está a una decena de metros hablando con una de sus secuaces, otra madre y ella se ha impuesto sustituirla durante la ausencia. Pero es que quizá la niña ya ha interiorizado que debe cambiar, ha dejado ya de ser pequeña y se ha echado a la espalda la carga de perpetuar el orden.  Crecer es como el psicoanálisis, si no lo haces te vas dando de bruces con cada trabajo, con cada amante, pero si lo haces y te normalizas, te mueres de asco el resto de la vida. Menos mal que es eterno y hasta en el lecho de muerte te puede visitar tu terapeuta para ayudarte a ver la postrera luz.
Que si no tienes que hacer eso, que ya lo sabes, que te lo he dicho mil veces, y papá también te lo ha dicho, ¡desobediente, malcriada, te voy a castigar, a tu cuarto! La muñeca no entiende nada, mira impasible a su mamá gritona, que le está enseñando, como si fuera un guardia de tráfico de la vida, el recto camino hacia la rutina, dónde y cómo debe dejar esas ocurrencias, esos impulsos, esos juegos,  la inocencia, para empezar a vestirse con la ropa adulta de salir, entre semana y los domingos. Ahora llega el momento del amedrentamiento físico. La coge de un hombro o de la oreja, porque la muñeca es rara,  parece un marciano, y la sacude, envalentonada porque no llora ni hace pucheros. A punto estoy de ir a defenderla. Es entonces cuando la madre se acerca y le dice a su hijita con voz de abuela, pero no la trates así, que de mayor no te va a querer.

Fuente de las imagen

Astrid Lindgren 2013: El Globo illustrationIlustración de Isol, apocorístico de Marisol Misenta, ganadora del premio Astrid Lindgren 2013.

Isol también canta

martes, 26 de marzo de 2013

Balada del que nunca fue a Japón, donde florecen un año más, los cerezos del río.

 
¡Vamos, búho,/cambia tu expresión/lluvia de primavera! (Haiku de Kobayashi Issa)

Mi cabeza cana, los años perdidos. No, nunca fui a Japón. Y, sin embargo, no me hace falta para que cada vez que veo su nombre, sus fotos, vuele hacia donde nunca he estado, descubra las  imágenes que anhelo soñar,  que me gustaría haber soñado. ¡No, nunca entré en Japón, ni lo haré, qué excentricidad! Además, Japón, mi Japón no es más que una idea, no como cualquier otra, más bonita, algo relamida a veces, pero al fin y al cabo una idea más. Que vayan allí si quieren los que creen que los viajes son reales, que se puede dormir hoy en Zaragoza y mañana a miles de quilómetros; yo no, prefiero leer en invierno, no salir las tardes de verano y de noche, y de noche, poder soñar con los cerezos que ahora florecen en Japón…Hoy, temprano, los he visto junto a al nuevo tranvía, cerca de mi casa, con la certeza de que si los viera en Japón mismo dejarían de ser un hermoso sueño.

Florecen los cerezos en Japón, mi perro en Zaragoza levanta una ceja y sonríe levemente.

(Fuente de las imágenes)
   Fiori di ciliegio come fiocchi di neve: spettacolo sakura di notte


Fiori di ciliegio come fiocchi di neve: spettacolo sakura di notte



Fiori di ciliegio come fiocchi di neve: spettacolo sakura di notte


Fiori di ciliegio come fiocchi di neve: spettacolo sakura di notte

lunes, 25 de marzo de 2013

Ecos fotográficos y literarios de la Guerra de Irak: Las instantáneas de R. Adams y Libertad, de J. Franzen

Hace cinco días se cumplió el aniversario del inicio de la Guerra de Irak. Dos de las obras que se han ocupado de ella y que más me han llamado la atención son una pequeña serie fotográfica y la gran novela de J. Franzen, Libertad (Salamandra, 2011).

La serie fotográfica se puede ver en la exposición que el Centro Reina Sofía dedica a Robert Adams, un  maestro del pequeño formato fotográfico -tan poco habitual en la actualidad-, atento al detalle,  y, a través de él, al fondo de las cosas. He aquí un par de fotos de las fotos originales y el texto de presentación:

image

 

16032013816

 

16032013817

 

16032013814

En el libro de Franzen, la Guerra de Irak que aparece es la de los fructíferos y sucios negocios que pudieron hacer algunos a costa del erario público americano. Más allá de la anécdota, aparece el trasfondo moral de una guerra basada en “una sarta de falsedades, falsedades inventadas”, según dice Jonathan, uno de los personajes menores. La guerra ofrece una ocasión excepcional a un jovencísimo emprendedor para pegar un buen pelotazo, al amparo de sus ideales republicanos. Se trata de Joey, el hijo del matrimonio protagonista, que a la espera de consumar la operación trabaja en una empresa que gestiona contratas guerreras. Su padre, moralista empedernido, intenta hacerle ver la suciedad escondida tras el brillo de la burbuja bélica (p.484):

- ¿Qué no entiendo? –replicó su padre-. esta es una guerra por una cuestión de política y beneficios. ¡Y punto!

- Que no te gusten las ideas políticas de determinadas personas –dijo Joey- no significa que todo lo que hagan sea incorrecto. para ti, es como si todo lo que hacer fuera malo, esperas que fracasen en todo, porque detestas sus ideas políticas. ni siquiera quieres oír el lado bueno de lo que está pasando.

- No hay lado bueno en lo que está pasando.

- Ya, vale, es un mundo en blanco y negro. Nosotros somos todos malos y vosotros sois todos buenos.

- ¿Crees que es así como funciona el mundo? ¿Que para que vosotros os forréis hay que volarle la cabeza y las piernas a chicos de tu edad en Oriente Medio? ¿Ése es el mundo perfecto en el que vives?

- Claro que no, papá. ¿Podrías dejar de decir estupideces por un segundo? Allí la gente muere porque su economía está jodida. Nosotros intentamos arreglar es economía, ¿vale?

- No deberías estar ganando ocho mil dólares al mes –dijo su padre-. Sé que te crees muy listo, pero hay algo que va mal en un mundo donde un chico de diecinueve años sin formación consigue eso. Tu situación apesta a corrupción. eso tuyo me huele muy mal.

Al final, el chico cambia de actitud y dedica la plusvalía de la operación a paliar los daños producidos. Un poco como su padre, que, empleado en defender el fracking, porque a cambio queda garantizada la protección ambiental de una gran área de terreno, terminará por darse cuenta de que no hay gran mal que por bien se pueda hacer.

domingo, 24 de marzo de 2013

Quizá Desgracia es la peor de las novelas de Coetzee, pero aquella cuyo argumento se recuerda mejor con el paso de los años.


"- Ah! misérable chien, si je vous avais offert un paquet d'excréments, vous l'auriez flairé avec délices et peut-être dévoré. Ainsi, vous-même, indigne compagnon de ma triste vie, vous ressemblez au public, à qui il ne faut jamais présenter des parfums délicats qui l'exaspèrent, mais des ordures soigneusement choisies." (Baudelaire, Le chien et le flacon, Le Spleen de Paris).

“La hija nos pareció excelente: mucho más delgada y atractiva que el personaje de la novela, desde luego, pero es una película, y qué quieres, cuando lo principal en el cine son las mujeres bonitas…El público sentado en el cine con nosotros estaba absorto y, dado lo malas que son hoy en día las películas, daba gusto ver algo inteligente y bien estructurado” (P. Auster y J.M. Coetzee, Aquí y ahora, cartas, 2008-2011,, Anagrama y Mondadori, 2012, p. 98).

 JM Coetzee
JM Coetzee Photograph: TIZIANA FABI/AFP/Getty Images (Via)


Guardian anuncia la publicación para el próximo verano de la biografía póstuma de JC Kannemeyer sobre Coetzee. Kannemeyer murió hace dos años y Coetzee sigue vivo y escribiendo. Su última novela,  Infancia de Jesús, debe aparecer entre nosotros cuando esté traducida y lista para ser publicada.
ARTS Booker/CoetzeeEntre la información que entresaca Guardian de la biografía se encuentra el detalle de que Coetzee escribió hasta catorce versiones distintas de Desgracia, la novela que seguramente más fama ha dado a su autor y que hace no mucho fue llevada a la gran pantalla:

"From the manuscripts that I perused in his office in the second week of my stay, I also got the impression of an incredibly hard worker who had spared no effort to develop and deploy his talent. The various versions, up to fourteen, that had been produced of Disgrace provide some measure of the demands Coetzee makes of himself as a writer."


Cuando pasan los años desde que uno ha leído intensivamente la obra de un gran autor se difuminan los argumentos, las anécdotas, los personajes. Como si el tiempo limara las particularidades, pero, a la vez, las concentrara en una mezcla intensa que amortiza lo singular, va quedando una  melodía en el recuerdo, el estilo, la forma de ser, quizá eso que a Proust le permitía imitar a  otros escritores,
Algo así me pasa a mi con el escritor de origen sudafricano. Desde la distancia, vuelvo la vista atrás y me resulta que Desgracia es la más melodramática de sus novelas, las más sentimentalmente anecdótica, aquella, quizá, con unos personajes menos literaturizados, por más que el sensualista que la protagoniza sea un profesor de literatura. En ese sentido, se puede decir que la narración se articula más en torno a la matière contada y menos a partir de la digresión o de la metaficción y que la obra se inscribe en una tradición de novela  más popular que, pongamos por caso, El maestro de Pertersburgo, Foe, Esperando a los bárbaros, o Elisabeth Costello. No es sorprendente tampoco que, pasados los años después de su lectura, Desgracia sea tal vez la novela que aparece con más detalles en el recuerdo, o, por lo menos, con un argumento más fácilmente resumible. Si pensamos en otra obra de Coetzee con cierta querencia por el melodrama, como es Diario de un mal año, hay que señalar que el artificio narrativo, la división de la página en Diario… en tres puntos de vista, frena la tendencia  pues el recurso hace las veces de un enfriamiento brechtiano. No ocurre así, por ejemplo, con su prima rothtiana, Sale el espectro, que si no se enfanga en el melodrama es gracias a la ironía. Es esa falta de ironía la que deteriora, por ejemplo, El animal moribundo, quizá en la distancia, la peor novela de Roth.
Me pregunto si el alto número de versiones de Desgracia, que hacen pensar en un ímprobo trabajo por parte de su autor -además de, dicho sea en términos de Coetzee, hacerle justicia a un tema- obedece a la necesidad de hacerse justicia a si mismo, príncipe de la inteligencia, con un material tan sensible(ro) como el de esta novela.