The strange creature or the triple meeting
We met in January, and on the 14th April that being managed to open its eyes, yawn as the Metro-Goldwyn-Mayer’s lion used to do and to stretch as the most elastic band on Earth would do.
It was such a soft, delicate being, with such an apparent fragility that we were so keen to hold it tight and give it many, many cuddles. But we were really cautious: it was allowed to sleep all that long time -since the day you and me met, since the day we met it in that wood-, and to remain in the same state we had found it in, that way, sweetly asleep.
Anyone would think that we are talking about a bear cub, either maybe a puppy or a kitten, but we are not. That creature was much stranger and, consequently, extraordinary. It had the beautiful upper body of an adolescent human being, the wings of a dark bat, the orange beak of a duck, the brown extremities of a deer and, for ending, the velvety tail of a tiger.
The fact was we had let it to sleep and dream because, at the sight of such a creature of Nature, we were not certain being awake ourselves. However, it was precisely why we were being together in our dream (dream?). It was so different from anything we could have ever seen, that we could not avoid it, avoid each other! Simply, it acted as a link between us.
And on the 14th April, it managed to open its eyes, yawn, stretch and get up, and, after having given us the sweetest of smiles, it trotted off, not saying goodbye.
La extraña criatura o el triple encuentro
Nos conocimos en enero, y el 14 de abril la criatura logró abrir los ojos, dar un bostezo digno del león de la Metro-Goldwyn-Mayer y desperezarse, estirándose como la goma más elástica sobre la faz de la Tierra.
Era un ser tan suave y delicado, con una fragilidad tan aparente, que daba ganas de abrazarlo y mimarlo sin medida. Pero fuimos muy cautos: le habíamos permitido dormir todo ese tiempo -desde el día en que tú y yo nos conocimos, desde el día en que lo conocimos en aquel bosque-, dejándole permanecer en el mismo estado en que nos lo encontramos, así, dulcemente dormido.
Cualquiera pensaría que estamos hablando de un osezno, o quizás de un cachorrillo de perro, o de un lindo gatito, pero no. Ese ser era mucho más extraño y, por ello, extraordinario. Tenía el bello torso de un humano adolescente, las alas de un oscuro murciélago, el pico naranja de un pato, las extremidades marrones de un ciervo y por último, la cola aterciopelada de un tigre.
Lo cierto es que lo habíamos dejado dormir y soñar porque, a la vista de semejante criatura de la Naturaleza, nosotros mismos no estábamos ciertos siquiera de estar despiertos. Y, precisamente él era quien nos mantenía unidos en nuestro sueño (¿sueño?). ¡Era algo tan diferente a lo jamás visto que no podíamos evitarlo, no podíamos evitarnos! Actuaba, sencillamente, de lazo de unión entre nosotros dos.
Pero el 14 de abril, logró abrir los ojos, bostezar, desperezarse, levantarse y, ofreciéndonos la mejor de sus sonrisas, se alejó trotando, sin decir adiós.
Mónica Pascual Pueyo
2º Intermedio de Inglés