Si las redes wifi fueran visibles al ojo humano podrían ser como las imaginó Nickolay Lamm, un individuo que, a medio camino entre la ciencia y la actividad creativa, parece interesado en enseñarnos lo que no se ve o lo que otros ven de manera distinta, por ejemplo los gatos. Las redes wifi que ha recreado en sus fotos están a medio camino entre las auroras boreales, aunque son mucho más feas, los arcoiris, aunque son mucho menos sugerentes, y las buenas cajas de lápices de colores, caran d’ache, si puede ser.
He aquí algunas de ellas:
Pero, quizá, más interesantes que los prodigios digitales de Nickolay Lamm, resulten los nombres de muchas de ellas. Bastantes son muy sosos, iguales al nombre de la empresa que proporciona el servicio (ONOE, Jazztel Wireless), otros contienen el nombre o el apellido del propietario, con o sin pseudónimo (Charly, Larroy, Crocodile), indicaciones espaciales (wifi planta 1, 2C), nombres institucionales (WIFIALSA, TUZSA-WIFIBUS, wiuz, IBIS STYLES, Policia nacional). Pero ´las redes wifi también tienen a veces nombres llenos de intención, que parecen contener mensajes a otros usuarios, como alguno que me apareció en mi último viaje: Lola come caca protegida con WPA, Aquí no chupes.
En su serie Mapas y cuadernos (2011-13), Andrés Fernández, que participó en la exposición del colectivo Debajo del sombrero, organizada por la Casa Encendida, se ocupó de hacer una larga lista de nombres de redes wifi.
Señalo las más significativas, ejemplo de cómo la espontaneidad en la expresión se cuela todavía por los resquicios de lo intranscendente, en los mensajes que están al margen del torrente principal de la comunicación, en esa zona de intersección entre lo íntimo y lo público.
n. 27: Liendres
n. 35: Chupa el internet a tu puta madre.
n. 38: Espinete no existe.
n. 80: Bicho bola.