miércoles, 26 de agosto de 2015

Cualquier ocasión es buena, más allá de que hoy sea el National Dogs Day…El perro del escritor que se hizo llamar Coetzee

 
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Más allá de que hoy sea el National Dogs Day, cualquier ocasión es buena para recordar a Coetzee y a los perros.
El testimonio es de uno de mis escritores preferidos, J. M Coetzee. Los perros aparecen con bastante frecuencia en sus textos y a veces juegan un papel de cierta importancia, como en Desgracia. 
En este caso, se trata del primer volumen de sus memorias, Infancia, un texto de rara intensidad y al tiempo distanciamiento. Son una memorias excepcionales, quizá más hermosas que el segundo volumen, Juventud, y cuando digo hermosas incluyo entre los atributos de la hermosura la verdad, el dolor, la decepción, todo aquello que existe, porque el artista debe dar voz a cuanto vive, fundirse con la totalidad de las cosas en busca de su esencia. Era el ideal de Rilke, acostarse junto al leproso, oír su latido, como Francisco de Asís en la versión de Rossellini. Coetzee no desdeña ningún tema, ningún personaje. Al final de Elisabeth Costello, otra de sus novelas,  el  el personaje protagonista, trasunto del escritor, hace un examen de conciencia sobre su capacidad para oír la voz del otro y transmitirla. En ello le va la salvación.
Un rasgo particular de Infancia es que es una autobiografía narrada en tercera persona, algo que, al mismo tiempo, aleja de los acontecimientos y equilibra el punto de vista. Yo diría que tanto del lector como del escritor.
Coetzee con los tres volúmenes de sus memorias, Infancia, Juventud Verano, a través de eso que ha sido llamado “autrebiografía”, ha construido un proyecto no muy distante en sus planteamientos al que F. de Azúa acometíó con  Autobiografía sin vida Autobiografía de papel. Pero mientras que Azúa ha querido, en un marco unizersalizador, generacionalizar su experiencia, eliminando la carga estrictamente personal de sus vivencias, para así darles una dimensión más amplia, Coetzee, por el contrario, ha jugado a autoreferencializarse sobre el escenario de forma neobrecthiana, con la particularidad de que sus peripecias se convierten en ejemplo de los vericuetos a través de los cuales se construye la personalidad. Sus memorias son el epítome del buen o mal relato que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás (si es que las dos entidades son dos cosas tan distintas) de la experiencia. Coetzee logra en definitiva un exquisito equilibrio entre la autenticidad y la relatividad de cualquier narración, un difícilt y necesariamente irónico equilibrio entre la historia y la memoria histórica, dos cosas difícilmente compatibles.

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Título: Infancia Autor: J. M. Coetzee Editorial: DeBolsillo , 2004Precio: Unos 7 € Páginas: 191Trad. Juan Bonilla
El original en inglés, Boyhood, es de 1997.










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El texto original:
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La letra escarlata H(omofobia en la plaza de un barrio)

I've been waiting so long
To be where I'm going
In the sunshine of your love (Cream, Sunshine Of Your Love, Jack Bruce, Eric Patrick Clapton, Peter Ronald Brown)

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lunes, 24 de agosto de 2015

Calles con tronío. “La ciudad es un cosmos de lenguaje conformado en los nombres de sus calles” (Benjamin)

En realidad, más bien son calles sin tronío, en la medida en que tronío según el diccionario rae significa ostentación y rumbo. Más bien modestia de barrio gaditano y rumbo incierto en medio del laberinto  del casco histórico. Aunque en la definición rae de tronío, rumbo esté utilizado como sinónimo de pompa.

“No es inútil notar que un extranjero que, en cuanto llega a una ciudad, juzga todo al principio solamente a partir de la apariencia, quizá pueda pensar mientras que lee tan incoherentes denominaciones que las ideas de los que la habitan no deben andar mucho mejor entrelazadas en sus razonamientos; y por cierto también, si varias calles vienen a presentarle algunos nombres de carácter obsceno y hasta abyecto, tendrá buenas razones en creer en lo inmoral de sus habitantes”. J.B. Pujoulx, Paris à la fin du dixhuitième siècle, Paris, 1801, p.77. Cit. en Libro de los pasajes, vol. 1, W. Benjamin, ed. Abada, Madrid, trad. J. Barja, p. 836.

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