sábado, 5 de mayo de 2012
viernes, 4 de mayo de 2012
Inventario de voces, que por mayo era, por mayo. Formato Perec.
Obra de Pedro Portellano en la exposición Inéditos, 2011, La Casa Encendida (Madrid).
1. Cuando preguntas, contenida, a través de la puerta, si estoy ahí;
2. La de los arrieros que al atardecer oyó Gil-Albert;
3. Aquella vez que dijo algo, no sé qué, invisible ella en medio de un grupo, supe que había venido, dejé de leer el periódico y fui feliz;
4. Cuando, yo con anginas, tú me tarareabas “A la luz del cigarro voy al molino”;
5. Mi hija, ronca, de vuelta a casa tras una larga noche de fiesta, que dice, ¡hola papá!;
6. Rapunzel, encerrada en su torre sin puerta ni ventana, enamorada de un príncipe que oye cantar a lo lejos;
7. Desde la cama, a oscuras, la confusa discusión de mis padres, un portazo al final;
8. Nina Simone, dulcemente áspera, Love me, love me, say you do!;
9. Bette Midler, dibujando mi deseo adolescente, en Do you wanna dance?;
10. El descubrimiento, ¡oh, sorpresa!, a los 30, de mi odioso retintín, de cura reprochón, gracias a una película que grabamos de Alicia, sin saber que había audio;
11. Marcia, la protagonista de Némesis, la novela de Ph. Roth, al teléfono, cantando una nana a su novio, enfermo de polio, todavía latente. Una voz, por tanto, inexistente;
12. Mis nombres, latiguillos, latigazos, ¡Javier, papá, hijo, señor, profesor, oiga, no escuchas, no chilles, no hables de una habitación a otra, si quieres decirme algo ven aquí!;
13. Roco, el perro que una vez cantó una canción de Enya, allá por el 2001, imitándote;
14. Alicia, en plena noche, con un pijama manta amarillo, junto a nuestra cama, de viaje desde su cuna, ¡(A)quí (es)toy!;
15. Yo, que grito, ¡mía!, porque quiero dar un buena volea y quedarme a gusto, bien a gusto;
16. La voz imaginada de Clelia, en La cartuja de Parma;
17. La envidia de la voz de Miguel, ligeramente nasal;
18. Dos actores doblados por el mismo doblador, uno, una gran estrella y el otro, un buen secundario. Darme cuenta de que son el mismo;
19. Ricardo Vázquez Prada, pocos meses antes de morir, en una canción dedicada a su nieta, con la voz más joven que nunca le había oído;
20. Dinio y su acento cubano, ¡Mi amoor!;
21. Melanie, hombre y mujer, en Beautiful people.
Obra de Pedro Portellano en la exposición Inéditos, 2011, La Casa Encendida (Madrid).
jueves, 3 de mayo de 2012
Los mercaderes en el templo. Escandalosos precios recientes en las subasta de obras de Munch y Cézanne.
No quiero hacer demagogia, me gusta mucho la pintura, la valoro, a veces, dentro de mis modestas posibilidades, he comprado alguna cosa, sé que un pintor vive de sus cuadros y me parece que debe vivir bien, creo, además, que quien goce de la suerte de poseer buenas obras tiene derecho a venderlas por cifras respetables. Pero los precios citados no dejan de ser una muestra del disparate en el que estamos inmersos y no puedo evitar una sensación de escándalo, de horror, de vómito. En medio de la crisis, detalles como estos de las subastas, me recuerdan ese dicho algo clasista según el cual en la mesa y en el juego se ven los modales. En las grandes subastas de arte se ve la mala educación de muchos de los más ricos, casi diría que su mal gusto moral.
(Fuente de las fotos: Munch , Cézanne)
Enlace a galería de imágenes de las 10 obras de arte por las que más dinero se ha pagado. Entre ellas, por cierto, aparece un jarrón chino del S XVIII, vendido por 85,921,461 dólares.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Del sobaco como consigna segura de mercancias delicadas.
Todavía conservo uno de los primeros libros que leí (Historia y orígenes del lenguaje, Diamond, A.S., Alianza Editorial, 1974). Tardé bastante en acabarlo, porque tenía solo quince años y me resultaba pesado y difícil, pero perseveré en el empeño. Había decidido ser lector como actividad primordial en mi vida (mínimo, 30 páginas diarias) y era consciente de que la vocación requería paciencia y, a menudo, notable capacidad de soportar el aburrimiento. Lo llevaba siempre en el sobaco y hacia la página doscientos ya movía el brazo casi con la misma agilidad que si no lo hubiese llevado puesto. No recuerdo si al llegar a casa me lo quitaba o no, si cuando iba a hacer pis, por ejemplo, seguía Diamond ahí acurrucado, impertérrito ante el espectáculo. Exagero, por ejemplo, estoy seguro de que nunca llegué a jugar al ping-pong con Diamond encima, pero sí recuerdo haber comido buenos platos de espaguetis con el ladrillo haciendo de cuña entre el tórax y el brazo. Era como mi vestidito nuevo, me daba bienestar y anticipaba mi imagen futura. Ah, se me olvidaba decir que soy zurdo y que mi sobaco preferido para los libros era el izquierdo
El resultado fue que, al cabo de un par de semanas, Diamond apestaba a sudor. Hoy, muchos años después, me acerco a él con la reverencia con la que a partir de los cincuenta uno añora los olores perdidos de la adolescencia. Después, ocupó su lugar el segundo volumen de los diarios de Arthur Adamov, pero fue un inquilino fugaz, porque me enamoré de la protagonista y me di mucha prisa en leerlo, hasta le puse cara pecosa y pelo rubio a la señora y coloqué una foto suya en la carpeta escolar. Karl Marx, de Karl Korsch y el Montesquieu de Althusser (los dos de Ariel) no debieron tardar mucho en que me los pasara por el sobaco, quizá también como marcaje territorial, una especie de exlibris orgánico, algo parecido a la meada de los perros.
Leo que Mariah Gentry y Kyle Bartlow, dos estudiantes de la Universidad de Washington, han patentado un sensual sujetador que sirve para bailar o salir de copas con el lector de MP3, a ser posible ipod, o el móvil, a ser posible iphone, a buen recaudo:
En estos delicados días de primavera, cuando arrecian las alergias y la nostalgia, vuelvo a sentir la superioridad del libro sobre cualquier otra fuente de dicha solitaria, y la del sobaco como guardián de los tesoros. ¿O es que a alguien, en su sano juicio, como yo, treinta años después se le ocurriría volver a oler el lomo del teléfono móvil?
martes, 1 de mayo de 2012
Pesadillas cotidianas
Sacar la llave del bolsillo y descubrir que ha perdido sus dientes de sierra, ponerte las gafas y ver peor, descubrir que la suela del zapato te huele a mierda en un concierto de Chopin, que un boquerón en vinagre de repente colea, llevar la bragueta bajada mientras explicas los pronombre indefinidos, conducir un autobús de Tuzsa lleno de
gente, que el día de mi cumpleaños todas las llamadas sean de empresas de telefonía, abrir los ojos por la mañana y ver a
Pequeña instalación de Un paisaje holandés, exposición de la Casa encendida, Madrid.
Mourinho en camisón, llegar a clase y encontrarla vacía, o con todos mis parientes de segundo y tercer grado, tía Encarnita, que en el Corte Inglés nunca te hayan vendido el ordenador que compraste allí, que tus zapatitos viejos te hagan rozaduras, no volver a saber de ti, que mi perro mee en la esquina de un confesionario, alisarme el pelo con la mano y notar algo vivo, ver Intocable otra vez, pensar en otra pesadilla.
lunes, 30 de abril de 2012
Las fotos de Letizia Battaglia, verónicas sicilianas.
Foto de L. Battaglia: Palermo, 1982, Il gioco dei killer (fuente)
No sé si el personaje de Mirella Utano (Maya Sansa) en La meglio gioventù está inspirado en la fotógrafa Letizia Battaglia. Bien podría ser así, por lo menos en parte. Mirella, en el último tramo de la película, también se ha
convertido en una reportera comprometida que se acerca al problema de la mafia con ojos críticos, y, de la misma manera que Battaglia, retrata rostros que encarnen una realidad tan hostil y dura como la de la isla, cuando, entre los años 80 y 90, arreciaba la resistencia a los clanes y arreciaban también los atentados. La instantáneas que Mirella está revelando en presencia de Nicola en el minuto 4’45 del siguiente video, desde luego, evocan las fotos comprometidas de Battaglia:
Otro tanto ocurre con el diálogo entre Matteo, el futuro suicida, y Mirella en su primer encuentro. Dejando a un lado los resabios machistas que supura, las palabras de Matteo parecen evocar otra de las características de la fotografía siciliana, la búsqueda de un alma, que la foto, una vez revelada, no pierda el hilo de unión con la vida que la inspiró, sino que sepa reproducirla, mejorarla, sintetizarla. He aquí el diálogo transcrito y un video con la versión original subtitulada en inglés:
- Lo stai cercando il mistero?
- Parli con me?
- Devi trovare l’anima!
- E come si trova l’anima
- Bisogna cercare, bisogna guardare dentro!
- Tu sai guardare dentro?
- Io sì! Vedi quel bambino? Guarda la mano. È sicura pretende, ha la cuccarda puntata alla maglietta. Quello è il primo della classe.
- Può essere.
- Vedi quella signora anziana. Due anelli all’anulare. È vedova, ed è molto sola.
-Tu non sei siciliano!?
- Che fai, mi prendi in giro?
- Hai visto il film Stromboli, quello con la Bergman.
- Sì
- Io vivo lì…
Letizia Battaglia Palermo 1995. Foto by shobha. |
(Fuente)
Otra entrada sobre fotógrafos sicilianos: El ojo de Polifemo. ¿Existe la escuela Siciliana de fotografía?
¡Quíén fuera alpaca!
Con el calor veraniego ya en el horizonte, les llega a las alpacas el turno de ir a la peluquería. A mí también me llega, porque, aunque escaso y poco calorífero, no deja de crecer este jodido pelo, un tiempo fuente de dicha y orgullo y hoy doméstico no del sol, como el gallo de Góngora, sino de los años que pasan.
Voy pidiendo a las mujeres con las que tengo algo de confianza –no la tengo con ningún hombre- que me eviten el mal trago de ir a la peluquería, pero no se apiadan de mí, que si va a quedar mal –mejor mal que relamido, como va a quedar en la peluquería-, que si se va a llenar todo de pelos –me comprometo a usar la escoba, el aspirador ciclónico y hasta el desinfectante-, que si las tijeras no cortan –no se me ocurre nada que decir.
domingo, 29 de abril de 2012
Otra inocente acción del Urban knitting Zaragoza…¿y van cinco?
Visito de nuevo su blog y todo me lleva a pensar en un grupo de gente que comparte la inocencia de un juego colorista en torno a la actividad solitaria y también de grupo de hacer punto. Tan cándidos me resultan que no me sorprendería que un día le pusieran patucos a los inexistente pies de la Virgen del Pilar o le regalaran una funda para piano de mucha cola a la mujer del alcalde.