Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero. (Quevedo)Las fotografías publicitarias que resaltaban su sex appeal a menudo lo ofendían, y un momento memorable para Billy Wilder, que la dirigió en La tentación vive arriba, ocurrió cuando descubrió a DiMaggio entre la multitud reunida en la Avenida Lexington de Nueva York para curiosear la escena en la que a Marilyn, de pie en una rejilla del metro para refrescarse, una repentina ráfaga de viento le levanta la falda muy arriba. “¿Qué demonios pasa aquí?”, oyeron que Di Maggio exclamaba entre el gentío, y, recordaba Wilder, “jamás olvidaré la cara de muerte que puso Joe”. (Talese, Gay, Retratos y encuentros, 2010, Alfaguara, p. 114)
Que el mito de Marilyn sigue vivo lo demuestra la frecuencia con la que la actriz muerta en 1962 aparece en los periódicos de todo el mundo. Es verdad que hasta los más serios rotativos se han apuntado, siguiendo quizá el precedente de los telediarios, a la publicación masiva de noticias banales. Las últimas que he leído son que el ex premier Blair ha cobrado el transporte en autobús privado a los asistentes al cumpleaños de su hijo (El País). Claro, que visto el enorme espacio dedicado por las televisiones y periódicos a la muerte del saxofonista de B. Sprinsteen, nada debe sorprendernos. En el caso de Marilyn, los motivos de sus periódicas resurrecciones mediáticas son muy variados, nuevos documentos sobre su muerte, nuevas fotos, algunos chismes.
Foto de Marilyn en los inicios de su carrera, publicada en el libro de André de Dienes,recientemente publicado por Taschen
Hace ahora dos o tres días Marilyn ha vuelto a estar de actualidad, porque el vestido que lucía en La tentación vive arriba, la película de 1955 dirigida por B. Wilder, ha sido vendido en subasta por 4, 6 millones de dólares, una cifra nada desdeñable para lo que su anterior dueña, Debbie Reynolds define como una prenda sencilla.
Marilyn con el vestido, en una foto del rodaje. La famosa escena en la que la actriz luce la prenda fue rodada dos veces, una en la Avenida Lexington de Manhattan, en la calle 52, que no sirvió para la versión definitiva y otra en estudio.
Pero el dichoso vestido no fue lo único que se vendió a precio de temporada: Among the other items sold were the racing clothes worn by Elizabeth Taylor in the 1944 film National Velvet, which went for $60,000, as well as her headdress from Cleopatra. Taylor had given Reynolds many of the objects in the collection. A dress and a pair of ruby slippers worn in a screen test for The Wizard of Oz by Judy Garland sold together for $1.75m; and Charlie Chaplin's bowler hat, as worn in The Little Tramp and other films, went for $135,000.
La famosa escena en la que Marilyn viste la prenda es una de las más conocidas de la historia del cine. Como en otros famosos momentazos de la actriz, se produce una mezcla de erotismo primario y turbadora candidez por parte de la ella, convertida una especie de inocente nínfula madura que roza la insoportable estupidez, y de retranca irónica, no exenta de intenso amor por la vida, en su partenaire:
La escena en versión original:
La escena en la versión española:
La escena tiene un fondo simbólico mitológico de gran potencia, pero traído a cuenta con una inusitada habilidad, más incluso que la demostrada por Banville en su reciente novela Infinitos.
Zeus tuvo que transformarse en gotera dorada que se coló por el techo para seducir a Dafne, o en lluvia o polvo dorado, según otros. Aunque la tradición carpetovetónica asocia el noble metal a las innobles monedas, como si Zeus necesitara pagar para cumplir sus deseos.
El mito de Zeus y Dánae en la versión de Klimt.
En la escena de la película de Wilder la lasciva presencia divina cuenta con la ayuda del calor de la ciudad en verano y con el tipo de tela del vestido de Marilyn, tan vaporosa, aunque debajo vaya tan protegida como una tenista profesional. Pero aquí, la lluvia de oro proviene del subsuelo, se ha convertido en una especie de hálito colectivo, refrescante (más delicious, si cabe, even cooler que la primera vez, dice ella al recibir la segunda ventolera), por contradictorio que pueda resultar. Mis recuerdos de la ventilación del metro de Madrid están asociados a aire templado, pero ya se sabe que todo es relativo y que cuando el calor aprieta hasta el peor ventilador se agradece. Seguramente, esta brisa hipohuracanada es una suerte de metáfora del deseo colectivo, del aliento cálido que viaja en los medios de transporte y a veces se nos deposita en el cogote, de la fuerza que viene de los barrios pobres, esos cuyos moradores se trasladan en metro al centro para ir al cine; una metáfora del deseo del espectador, mon semblable, mon frère.
He aquí una transcripción incompleta de la escena:
- Didn't you love the picture? l did.
- But l just felt so sorry
for the creature at the end.
- Sorry? What, did you want him
to marry the girl?
- He was scary-looking,
but he wasn't really all bad.
- He just craved a little affection. A sense of being loved and needed and wanted.
- That's an interesting point of view.
- Do you feel the breeze
from the subway? lsn't it delicious?
- Sort of cools the ankles. What would be fun to do now?
-lt's getting pretty late.
-Is not that late.
-l have this big day tomorrow. l have to get to sleep. -- What's the big day?
- Tomorrow l'm on TV. l told you, The Dazzledent Hour.
- Oh, here comes another one…it’s been even cooler…
- Tell me, Dazzledent toothpaste, l don't think l ever triedit. -You should. lt's excellent.Oh, yes, l use it myself.
-Then you do recommend it?
-Definitely. lt costs a little more, but out of oral hygienists
- You sound like a commercial. lf l believed commercials....
-You can believe this one.
-What's that you say? ''He'll never know. l stay kissing sweet the new Dazzledent way''? No really.
-lt's true! l'll prove it to you…Well?
- My faith in the integrity of advertising is restored.
However, before l switch brands,l wanna make absolutely certain.