viernes, 14 de enero de 2011

Libros sobre libros

Guandian hace tiempo que viene publicando listas con lo mejor de distintas cosas ligadas a la cultura. Son siempre listas con diez miembros. Las he visto sobre las mejores y sobre las peores películas de amor, sobre los mejores diez libros censurados o sobre las mejores diez canciones rock. En este caso, J. Sutherland, hace una lista comentada de los que considera diez mejores libros de teoría o crítica literaria, o para decirlo con un término de mayor raigambre, diez poéticas que han marcado hitos desde la antigüedad. Predomina lo anglo, pero se cuela Barthes y algún no estricto especialista, como la Sontag. También está Eagleton, colaborador del periódico y cuya estupenda autobiografía, El portero, publicó Debate hace unos años. De otros, no conozco ni vida ni milagros. Helos en desorden. Ponga Vd. si quiere un orden de importancia y mire después el enlace, que además contiene un comentario sobre cada uno de ellos:

-Terry Eagleton, Marxism and Literary Criticism (1976)

- Roland Barthes, S/Z (1977)

- Susan Sontag, Against Interpretation (1966)

- Stanley Fish, Is there a Text in this Class? (1980)

- Stephen Greenblatt, Renaissance Self-Fashioning (1980)

- Frank Kermode, The Sense of an Ending (revised edition, 2000)

- Henry Louis Gates Jr, The Signifying Monkey (1988)

- Aristotle, The Poetics

- Christopher Ricks, Milton's Grand Style (1963)

- Elaine Showalter, A Literature of their Own (1978)

Por mi parte, si tuviera que escoger diez o doce libros de crítica literaria que recuerdo como auténticas joyas, fuente, en su momento, de un disfrute equiparable o superior a la lectura de los autores mismos sobre los que tratan, diría:

image image Proust et les signes, Deleuze, G.,  P.U.F., 1971; Lezioni americane, Calvino, I., Garzanti 1988.

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La orgía perpetua, Vargas Llosa, M., Taurus, 1975; Benjamin, W., Iluminaciones, II, Taurus, 1980.

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Mensonge romantique et vérité romanesque, Girard, René, Grasset, 1961; Los hijos del limo, Paz, O., Seix Barral, 1974.

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El futuro de la novela, James, H., Taurus, 1975; El furgón de cola, Goytisolo, J., Ruedo Ibérico, 1967.

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Essai de poétique médiévale, Zumthor, Paul, , Seuil, 1972 ; El Quijote como juego, Torrente Ballester, Gonzalo, Ed. Guadarrama, 1975.

        Los aventureros del absoluto, Todorov, T. G. Gutemberg, 2007; La novela picaresca y el punto de vista, Rico Francisco, Seix Barral, 1970.

miércoles, 12 de enero de 2011

Amar a orillas del Ebro revuelto (V): Stendhaliana. Alea iacta est.

Amar a orillas del Ebro: el abecedario de incógnitas (I).
Amar a orillas del Ebro (II)
Amar a orillas del Ebro revuelto (III): Stendhaliana y Pseudostendhaliana
Amar a orillas del Ebro revuelto (IV): Stendhaliana. Alea iacta est
Amar a orillas del Ebro. El otoño (VI)
Amar a orillas del Ebro revuelto (VII)

Dulce

1. Solo el amor hace que me parezca dulce el recuerdo del día vivido.
Stendhal, Diario, 25 de febrero de 1815 .
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Enemiga del amor

2. La duquesa (…) era, en la buena sociedad, lo que la señora de Genlis es en sus escritos, la “enemiga del amor”, y tal vez por una razón idéntica. Tenía quizá el alma demasiado altanera para que fuera sensible, el placer de dominar prevalecía en ella sobre el goce tan dulce de ceder ante la persona amada y no formar sino un único ser con ella.
Stendhal, “Novela” (1819)
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3. Excitante

Nada le impedía comportarse con ejemplar sangre fría pues, para él, una mujer joven y bonita era siempre igual a otra mujer joven y bonita; pero cuando acababa de conocer a una, ésa le parecía más excitante.

Stendhal, La cartuja de Parma (I, cap. VII)
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Educación de las jóvenes

4. Con la actual educación de las jóvenes, que es fruto del azar y del orgullo más necio, dejamos que permanezcan ociosas en ellas las facultades más brillantes y las más pletóricas de dicha para ellas y para nosotros.
Stendhal, Del amor (II, cap. XIV)
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Fastidio

5. El fastidio que noto a veces junto a ella se debe a mi timidez, que me hace preparar lo que digo, igual que un libro, Ahora bien, el fastidio es contagioso. Así que ya he tomado el partido de decirle en todo momento lo que pienso y lo que siento, clavándole los ojos en el alma.
Stendhal, Diario, 11 de marzo de 1805 .
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Faltar

6. Creerá que me falta amor por ella, siendo así que es el amor lo que falta en mí.
Stendhal, La cartuja de Parma (I, cap. VII)
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Fantasma

7. Solo entonces dejó de lacerarme el recuerdo de Métilde. Se convirtió para mí en algo así como un fantasma tierno, tristísimo, y que, al parecer, me predisponía espléndidamente a pensamientos tiernos, buenos, justos, indulgentes.
Stendhal, Recuerdos de egotismo (cap. II)
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Fidelidad

8. La fidelidad de las mujeres en el matrimonio, cuando no hay amor, es probablemente algo contra natura.
Stendhal, Del amor (II, cap. LVI bis)
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Todas las citas están sacadas de Stendhal, Diccionario del amor, edición de Pierre-Louis Rey, Barceloa, ed. Alba, 2008. Trad. María Teresa Gallego Urrutia.

martes, 11 de enero de 2011

Zaragoza en la prensa italiana

Cuando encuentro en un periódico extranjero un reportaje sobre la ciudad en la que vivo me ocurre algo parecido a lo que me pasaba a la vuelta de las vacaciones cuando era pequeño. Al entrar en casa tenía la sensación de que las cosas no eran las mismas que había dejado atrás un mes antes. Los picaportes de las puertas, las puertas mismas, algún mueble, la televisión adquiría durante un rato un halo ambiguo. Reconocía todas esas cosas, pero al tiempo me eran extrañas y gracias a eso cobraban el atractivo de lo seminuevo. Lo mismo me ha pasado hoy al leer el reportaje que Repubblica dedica a Zaragoza, firmado por Giulia Belardelli, y al ver la galería de fotos que lo ilustran.

Entresaco algunas citas:

Saragozza, capoluogo dell'Aragona, città di circa 700.000 abitanti, è uno di quei posti in cui fare turismo è sinonimo di piacere per lo spirito ed i sensi, e non di maratona all'ultima attrazione.

 

…la cittadina bagnata dal fiume Ebro rappresenta insomma una meta stimolante sotto tutti i punti di vista: dalla storia alla natura, dall'arte alla cucina, dal folclore all'innovazione. Che sia solo per due giorni o per un'intera settimana, Saragozza è una città da visitare per gustare appieno un angolo di Spagna autentico e sorprendente.

 

La zona di "El tubo" - quattro viuzze strette strette che si incrociano nel vecchio centro storico - è un susseguirsi ininterrotto di bar e osterie. Non resta che sceglierne una e dare il via al cosiddetto "ir de tapas" (ovvero il giro di tapas). Qui regna l'imbarazzo della scelta: dai calamari fritti agli spiedini di alici marinate e olive, dalle patate in tutte le salse all'imperdibile croqueta de jamon, ogni assaggio è una vera e propria goduria per il palato. Assolutamente da non lasciarsi scappare è la degustazione dell'ottimo jamon de Aragon (il prosciutto crudo locale), delle salsicce aragonesi e della carne d'agnello.

Il Rosario di Cristallo

Sorpresa Saragozza. Mudejar e buona tavola

Immagini da Saragozza. Il capoluogo dell'Aragona è una città piacevole, poco avvezza al turismo di massa e molto godibile. Con una fisionomia tutta sua, dovuta all'architettura mudejar, che caratterizza la regione dove Arabi, Cristiani ed Ebrei hanno convissuto per secoli. Per un week-end di coccole.

lunes, 10 de enero de 2011

Gorrioncito Messi gana un premio importantísimo, el Balón de oro 2010 de la FIFA.

De nuevo, gorrioncito Messi está de actualidad, esta vez porque ha ganado un premio importantísimo que no sé exactamente cómo se llama. Tiene algo este chaval del David que luchó contra el central Goliat, un individuo fortachón y aguerrido como ningún otro defensa, nada torpón de movimientos para el volumen equivalente  de agua que desalojaba cuando se bañaba en el Mar muerto ni tampoco nada lerdo, por más que se asocien fácilmente los jayanes a la escasa inteligencia. Pero es que este gorrioncito lucha a menudo contra tres o cuatro gigantones y al fondo siempre aparece un extraño individuo que utiliza las manos para coger la piedra que Messi dispara con su honda pedestre, mientras que los demás, como él mismo, la tocan y retocan con todo menos con las zarpas. Messi, como el David de Miguel Ángel para la república florentina, representa el ingenio, la destreza, la fineza, la capacidad para ingeniárselas con poca cosa frente al poderío, al trapío, a la embestida, cuando no frente al hachazo que, como héroes malvados de cómic, sueltan algunos zagueros. Además, como el David florentino tiene un cuerpo algo desmañado, de adolescente que no ha cogido aún el volumen necesario, como los los cachorros antes de ahombrarse, que tienen ya su altura máxima, pero les faltan los andares apesadumbrados del quien  lleva toda la responsabilidad del  mundo sobre sus hombros y no puede permitirse perder el balón. Ojalá no pierda nunca ese aire de pasar silbando solitario por allí, con las manos en los bolsillos, para de repente convertirse en  una bala que bracea como un molinillo, entre uno, dos, tres, cuatro, del equipo contrario que saben que Messi es un problema irresoluble, una ecuación inalcanzable para sus conocimientos.

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En la foto Messi aparece con sus compañeros Xavi e Iniesta. Las piernas son de jugadores sin identificar.

Lionel Messi

Argentina and Barcelona's Lionel Messi holds his trophy after winning the 2010 FIFA Ballon d'Or. Illustration: Fabrice Coffrini/AFP/Getty Images

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(…)No olvida. No se aleja
este granuja astuto
de nuestra vida. Siempre
de prestado, sin rumbo,
como cualquiera, aquí anda,
se lava aquí, tozudo,
entre nuestros zapatos.(…)

Claudio Rodríguez, "Gorrión"

domingo, 9 de enero de 2011

Tiempo de vida, de Giralt Torrente, la crónica de una confesión

Leo con bastante retraso sobre su fecha de publicación, Tiempo de vida, la obra autobiográfica en la que Giralt Torrente repasa la difícil relación con su padre. Hubiera querido incluir este libro en los reseñados en la entrada de este blog dedicada a las obras confesionales del año 2010, pero, encabezonado en sacarla de la biblioteca, no pudo ser, porque estaba siempre prestada. Por fin, antes de navidades la pillé, incluso con dos resguardos de lectores anteriores, quizá mis semblables maños.

Tiempo de vida, Marcos Giralt Torrente, Barcelona, Anagrama, 2010. 200 páginas. 17,00 €
La obra, además de un recorrido analítico sentimental guiado por la mirada introspectiva del autor sobre sí mismo en relación a la presencia de su padre, contiene también una especie de guía sobre sus intereses como lector de obras afines y sobre las dificultades salvadas en su redacción, en buena medida porque la capacidad de trabajo constante, la lucha contra la dispersión del trabajo producida por otros focos de atención mundana es uno de los temas en los que profundiza Giralt con el espejo de su padre, pintor, al fondo.
Entre los distintos libros que Giralt cita como leídos en torno a la redacción de Tiempo de vida destaco los siguientes, porque mi lectura no puede evitar asociarlas hasta formar un mosaico en el que también se coloca esta obra en un lugar preponderante.
El primer lugar, la obra de Philip Roth, Patrimonio, en la que el escritor americano hace una crónica casi diría enamorada de su padre enfermo. Pero a diferencia de Patrimonio, en la que el protagonista indiscutible es el padre, en Tiempo de vida lo es el escritor, en la medida en la que se autorretrata en difícil simbiosis con la figura del padre, hasta el punto de que podría definirse la obra como la crónica íntima de una temprana separación no deseada en la que las frustraciones, sinsabores y desilusiones del hijo acaban hallando, al cabo de los años, solución, no tanto a través de un cambio de actitud del padre, aunque también, como a través de la nueva perspectiva sobre sí mismo que va adquiriendo el hijo, hasta fundirse con el padre en una relación de saneada, renovada ante la enfermedad, una vida nueva en la que el hijo que es padre, por momentos,pero también el padre hijo. La enfermedad del padre ocupa, en efecto, bastante espacio, pero solo en la medida en que cumple una función de catalizador del proceso, de la larga travesía que va desde el distanciamiento del niño hasta la reconciliación de los adultos, entre ellos y consigo mismos. Esa es la materia narrativa del libro, pero Giralt, aunque no la evita del todo, no se recrea en la anécdota, salvo cuando adquiere carácter simbólico de algún aspecto de esta parábola contemporánea, no sé si del hijo o del padre pródigo. En lugar de la narración anecdótica Giralt recurre al detalle, a menudo en serie, en amplias enumeraciones que hacen pensar en otro de los autores citados, Perec, cuyo Je me souviens, aparece expresamente entre las lectura emparentadas. La enumeración es el rasgo estilístico que a mi quizá me ha resultado más impostado, pero es que, dado el tema, encontrar el tono justo sin caer sentimentalismos tópicos era difícil. Seguramente, ese es el mayor mérito del libro, lo que le da uniformidad y credibilidad, lo que tal vez le dote de la ambicionada “entidad literaria” (p. 191). Por lo demás, siguiendo el dictamen de La confesión como género literario , de M. Zambrano, otro de los libros de la constelación de Giralt, Tiempo de vida tiene algo de la urgencia de la confesión, pero aquí la urgencia se convirtió en entrega voluntaria a las necesidades impuestas enfermedad del padre. Por eso, el libro no cumple una de las condiciones, casi inalcanzable, por lo demás, a las que se refiere la Zambrano; a saber, que la confesión, hija de la crisis destinada a hacer renacer a quien la sufre, se produzca en tiempo real. A lo que asistimos es a una confesión a toro pasado, al recuerdo de una confesión que cobro vida a través de la acción. Con lo que sí cumple es con la necesidad de hacer pública la confesión como modo de reintegrarse, una vez saneado, a la comunidad. Cuando el autor califica de impúdico su libro es probable que se deba a la duda sobre su necesidad, algo que la confesión está lejos de poderse plantear, porque la necesidad es inherente a ella. Quizá, por eso, porque se trata de una muy sentida reflexión más que de un grito de desesperación, este libro termine con una serie de consideraciones sobre la reconciliación consumada y desprenda un tono melancólico, como de marejada que ya se ha retirado dejando inesperadas huellas tras de sí.