viernes, 11 de noviembre de 2011

Horrores domésticos. A nadie le huelen mal sus propias colonias ni le parecen feos sus souvenirs

Penso l'arredo - che malinconia! – /penso l'arredo squallido e severo,/antico e nuovo: la pirografia/sui divani corinzi dell'Impero,/la cartolina della Bella Otero/alle specchiere... Che malinconia!/Antica suppellettile forbita!               G. Gozzano, La signorina Felicita ovvero la Felicità

Oggetti più brutti in casa dei genitori: il blog

Echando la vista atrás, a los años en los que la clase media todavía , no aspiraba a poseer objetos de diseño en sus casas -o, por lo menos no se identificaba plenamente con él-  el jardín de los horrores solía estar en el cuarto de estar, en los amplios huecos que dejaban las librerías poco provistas de volúmenes o encima de la televisión, donde las bailaoras de flamenco pasaban más calor que en el tablao. Allí era donde se solían colocar los bibelots de medio pelo,  el más caro y feo de todos los pelos en relación a su extensión. Ardillas termómetro de Sierra Morena, algún

cenicero con la Venus de Botticelli, camellos portadores de palillos impertérritos y mudos papagayos de madera de balsa. Las clases más acomodadas se tiraban a la fina artesanía popular o a la más refinada, caballitos de Gordiola, algún souvenir exótico de Méjico o ceniceros de Murano.

Pero toda aquella evocadora tribu de nuñecos, junto con sus enseres, solía concentrarse en  una sola habitación, quizá porque, a diferencia de los humanos, no necesitaban comer, dormir o ir al baño. Las cocinas, baños y dormitorios solían ser más austeros, quizá más

proclives a acoger los productos de la artesanía doméstica, como cojines, cubre rollos de papel higiénico o sujeta bandejas de pared.

Pero llegó el diseño, ese que hasta hace poco muchos no solo se podían permitir, sino que se lo merecían, y arrasó con todo. Plásticos por doquier, colores compactos e intensos, refugio de renegados almodovarianos del ganchillo. Los pequeños relojes sujetos por un largo cable tipo flexo o las estaciones meteorológicas de plástico gris sustituyeron a los recuerdos de Mallorca y La Oca, Musgo o Vips empezaron a  abastecer las compras de Navidad y los regalos de cumpleaños.

esbauDespués,  llegó Ikea, Casa, Zarahome y, en el mejor de los casos, Habitat, tiendas que dieron un nuevo estirón a las pijaditas de diseño, demasiado caras para un amplio público. Y nuestra tribu de flamencas, camellos, ardillas y delfines voladores tuvo que refugiarse en las tiendas de todo a…,  paraíso  del curiosos,  templo de esos ídolos mestizos de saldo que hacían pensar a Baudelaire que quizá eran ellos el verdadero dios (1).

Curioseando por Internet, me topo con un entero blog dedicado a los horrores de las casas paternas, supongo que ideado por hijos de conservadores de pequeños museos de la baratija. El nombre del blog, crapatmyparentshouse,  (crap significa porquería, caca) me hace pensar en esos jóvenes que

Oggetti più brutti in casa dei genitori: il blogrepudian los rasgos físicos heredados, que un algún momento de su vida rechazar parecerse a sus progenitores, sin darse cuenta de que al volver la esquina se los van a encontrar otra vez, porque esos pelos de las manos, esa nariz demasiado pronunciada o la nariz huesuda son clavaditos a los de papá y mamá. Con el gusto ocurre algo semejante, que se nos cuela la herencia por donde menos esperábamos y, aunque a nadie le huelen mal sus propias colonias ni le

I stand corrected, there are creepier things than clowns.<br />Now if you&#8217;ll excuse me, I need to get back to screeming into my pillow.

parecen feos sus souvenirs, es mejor ser conscientes de que no hemos nacido ayer y somos hijos de la tradición, sea cual fuere. Así es que mejor hacer las paces con los horrores domésticos de la familia que pelearse con ellos, porque quien sabe si nuestras adoradas pijaditas domésticas no acabarán en un blog semejante a este o incluso peor.

(1) Je ne passe jamais devant un fétiche de bois, un Boudha doré, une idole mexicaine sans me dire: C´est peut-être le vrai dieu (Charles Baudelaire, en Benjamin, Walter, Dirección única, Alfaguara, Madrid, 2002. Traducción de J. J. del Solar y Mercedes Allenezalazar)

He aquí una antología extrema (Fuente):

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               Oggetti più brutti in casa dei genitori: il blog

Bacon milkshake?       Oggetti più brutti in casa dei genitori: il blog

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              Nothing says &#8220;cool parents&#8221; like novelty fart detectors. 

martes, 8 de noviembre de 2011

No son basuras, que son instalaciones/no son instalaciones, que son basuras

La relación entre la basura y el arte contemporáneo es tan estrecha como la del barroco con la escatología. Foto1900Allí donde miras aparecen objetos reciclados como en siglos pasados aparecía polvo enamorado en los sonetos, o calaveras por doquier en los cuadros.

En su recientemente reeditado Diccionario de las Artes (Planeta, 1996), F. de Azúa ya señalaba que, en una galería de arte, no es rara la confusión entre los útiles de limpieza y las obras expuestas (1).

Crucifixión en Praga, a orillas del Moldava, hecha con zapatos viejos.

Leo en una noticia reciente un hecho que cierra el círculo de la atracción entre entre los desechos y el arte. En Dormunt, una encargada de la limpieza ha destruido parte de la instalación del artista Martin Kippenberger al destruir showNextPhoto()el yeso que contenía un recipiente de goma negra situado debajo de una estructura de madera, de dos metros y medio de altura. la obra se titula(ba) “Cuando el techo empieza gotear” y estaba asegurada en unos 800.000 euros. Pues eso, que cuando el techo empieza a gotear, tarde o temprano, hay que cambiar el cubo.

La obra dañada de Kippenberger (Fuente)

Signora delle pulizie distrugge capolavoro d'arte contemporanea: pensava fosse sporcizia

(1) “Durante muchísimos años, las obras de arte se producían en los talleres y en los estudios, pero en la era moderna y debido a la penosa tarea de esclarecimiento a que se ha entregado la artisticidad, solo podemos afirmar que una obra de arte es una obra de arte si se produce en una galería. Incluso, en ocasiones, podemos sufrir una confusión y tomar, por ejemplo, los útiles de limpieza de una galería por una obra de arte. No sería la primera vez que tal cosa sucede”. (Azúa, Félix de, Diccionario de las Artes, Anagrama, 2002, p., 169)