"Bradley y Castro se dan la vuelta y descubren que Alí ha recobrado la atención general. Sostiene en alto su tembloroso puño izquierdo; pero en lugar de asumir una pose de boxeador, como hizo antes, empieza a sacar por la parte de arriba del puño, lentamente y con delicadeza teatral, la punta de un pañuelo de seda rojo, pellizcándola entre el índice y el pulgar.
Saca todo el pañuelo y lo zarandea en el aire unos segundos, sacudiéndolo cada vez más cerca de la frente del atónito Fidel Castro. Alí parece hechizado. Mira aún con ojos estancados a Castro y los demás, rodeado de aplausos que no da señas de oír. Procede al fin a introducir nuevamente el pañuelo por la parte de arriba de la mano empuñada, embutiéndolo con los dedos en pinza de la mano derecha, y abre rápidamente las palmas de cara al público y muestra que el pañuelo ha desaparecido." (Gay Talese, Retratos y encuentros, Alaguara, 2010, Trad. C. J. Restrepo, p.235-236)
Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero. (Quevedo)
Marilyn Monroe tuvo un cuerpo, una mirada y una voz, deseados,
que volvieron locos a quienes se cruzaban en su camino, pero era porque a
través de sus ojos se le clareaba la idea, la mejor idea que nadie nunca tuvo. Quienes compartieron su vida con ella fue porque estaban convencidos de
que se acostaban con la idea hecha carne, una ocurrencia digna de las
mejores mitologías, pero en los EEUU de hace 70 años. Lo malo fue que
detrás de la idea había una mujer de carne y hueso. Su grandeza
y su condena consistieron en haber unido como pocas veces antes la promesa de felicidad a un cuerpo vulnerable, haberla unido
hasta el punto de que, viendo algunas de sus fotos, no parece que puedan
vivir una cosa sin la otra.
Después de muerta, la idea no quiso abandonar su recuerdo y siguió viviendo en
decenas de recreaciones, reliquias, encarnaciones, fotos
en blanco y negro, fotos
en color, leyendas
hagiográficas…
A DiMaggio, uno de sus maridos, las fotografías publicitarias que resaltaban su sex
appeal a menudo lo ofendían, y un momento memorable para Billy Wilder, que
la dirigió en La tentación vive arriba, ocurrió cuando lo descubrió entre la multitud reunida en la Avenida Lexington de Nueva York curioseando la escena en la que a Marilyn, de pie en una rejilla del metro para
refrescarse, una repentina ráfaga de viento le levanta la falda muy arriba.
“¿Qué demonios pasa aquí?”, oyeron que exclamaba Di Maggio entre el gentío. Wilder se acordaba bien, “jamás olvidaré la cara de muerte que puso Joe”. (Talese,
Gay, Retratos y encuentros, 2010, Alfaguara, p. 114).
Que el mito de Marilyn sigue vivo lo demuestra la frecuencia
con la que la actriz, muerta en 1962, aparece en los periódicos de todo el mundo. Los motivos de sus periódicas
resurrecciones mediáticas son muy variados, nuevos documentos sobre su muerte,
nuevas fotos, algunos chismes.
Marilyn
con el vestido, en una foto del rodaje. La famosa escena en la que la actriz
luce la prenda fue rodada dos veces, una en la Avenida Lexington de Manhattan, en la calle 52,
que no sirvió para la versión definitiva y otra en estudio.
La famosa escena en la que Marilyn viste la prenda es una de
las más conocidas de la historia del cine. Como en otros famosos momentazos de
la actriz, se produce una mezcla de erotismo primario y turbadora candidez por
parte de ella, convertida una especie de inocente nínfula madura que roza la
insoportable estupidez.
La versión española de la escena:
La escena posee una virtud mitológica de gran potencia,
pero traída a cuenta con una inusitada habilidad.
Zeus tuvo que transformarse en gotera
dorada que se coló por el techo para seducir a Dafne, o en lluvia o polvo
dorado, según otros. Aunque la tradición carpetovetónica asocia el noble metal
a las innobles monedas, como si Zeus necesitara pagar para cumplir sus deseos.
En la escena de la película de Wilder la lasciva presencia
divina cuenta con la ayuda del calor de la ciudad en verano y con el tipo de
tela del vestido de Marilyn, tan vaporosa. Pero aquí, la lluvia de oro proviene del
subsuelo, se ha convertido en una especie de hálito colectivo, refrescante (más delicious,
si cabe, even cooler que la primera vez, dice ella al recibir la
segunda ventolera), por contradictorio que pueda resultar. Mis recuerdos de la
ventilación del metro de Madrid están asociados a aire templado, pero ya se
sabe que todo es relativo y que cuando el calor aprieta hasta el peor
ventilador se agradece. Seguramente, esta brisa hipohuracanada es una suerte de
metáfora del deseo colectivo, del aliento cálido que viaja en los medios de
transporte y a veces se nos deposita en el cogote, de la fuerza que viene de
los barrios pobres, esos cuyos moradores se trasladan en metro al centro para
ir al cine; una metáfora del deseo del espectador, mon semblable, mon
frère.
- Didn't you love the picture? l did.
- But l just felt so sorry
for the creature at the end.
- Sorry? What, did you want him
to marry the girl?
- He was scary-looking,
but he wasn't really all bad.
- He just craved a little affection. A sense of being loved and needed and
wanted.
- That's an interesting point of view.
- Do you feel the breeze
from the subway? lsn't it delicious?
- Sort of cools the ankles. What would be fun to do now?
-lt's getting pretty late.
-Is not that late.
-l have this big day tomorrow. l have to get to sleep. -- What's the big day?
- Tomorrow l'm on TV. l told you, The Dazzledent Hour.
- Oh, here comes another one…it’s been even cooler…
- Tell me, Dazzledent toothpaste, l don't think l ever triedit.
-You should. lt's excellent.Oh, yes, l use it myself.
-Then you do recommend it?
-Definitely. lt costs a little more, but
out of oral hygienists
- You sound like a commercial. lf l believed commercials....
-You can believe this one.
-What's that you say? ''He'll never know. l stay kissing sweet the new
Dazzledent way''? No really.
-lt's true! l'll prove it to you…Well?
- My faith in the integrity of advertising is restored.
However, before l switch brands,l wanna make absolutely certain.
Courant alors à sa
rescousse,
Je lui propose un peu d'abri.
En séchant l'eau de sa frimousse,
D'un air très doux elle m'a dit « oui ».
Un p’tit coin d’ parapluie,
Contre un coin d’ paradis.
Elle avait quelque chose d'un ange,
Un p’tit coin d’ paradis,
Contre un coin d’ parapluie. Je n’ perdais pas au change pardi!
And Jesus was a sailor
When he walked upon the water
And he spent a long time watching
From his lonely wooden tower
And when he knew for certain
Only drowning men could see him
He said "All men will be sailors then
Until the sea shall free them"
But he himself was broken
Long before the sky would open
Forsaken, almost human
He sank beneath your wisdom like a stone (L. Cohen)