sábado, 17 de marzo de 2012

Dar(se) un toque feisbuquero. El primer toque frustrado no se olvida nunca.

La ropa se cuelga de las pinzas, ese prodigio de diseño poco explotado por los profesionales del ramo, que deberían empezar a explotar sus virtudes haciendo casas pinza, museos pinza, cementerios pinza. Algunas esculturas de Serra, que no bajan de la tonelada, son pinzas estilizadas.

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Cuando yo era niño, las dos partes de las pinzas de madera se separaban para recolocarlas formando, gracias al enganche metálico que las unía, una especie de pistola de mano que habría hecho feliz al mismísimo James Bond. Disparábamos garbanzos a las niñas, a menudo para darles un toque. Otros, en lugar del toque garbancero, pegaban un tirón de pelo a traición, un repelón como el del auto de Juan del Encina , o ponían la zancadilla, formas rústicas de hacerse notar, que no solían llevar al deseado toque carnal, ese que en mi léxico familiar aparece por lo menos como el segundo significado de la expresión darse un toque.

Hoy, el reciente toque telefónico, la llamada perdida, tiene también su versión feisbuquera. Aprietas un tecla y el otro queda tocado. Seguramente, puedes hacer hasta un repiqueteo. Yo no he probado ni pienso hacer, no vaya a descubrir que hasta eso me gusta, pero estoy seguro que un diálogo de toques feisbuqueros compartidos puede ser muy excitante un sábado por la tarde de soledad. Si, además, existe un programa para asociar cada toque a un sonido, no dudo que se puedan componer hermosas piezas a dos voces, como el dúo de Adán y Eva de Haydn.

A mí, una vez, me dio un toque una niña, eso que me llevo a la tumba, porque no solía ser en absoluto frecuente que fueran ellas las tocadoras. Era un vecina del portal gemelo al mío que pasó corriendo a mi lado y ¡zas!, me pegó un manotazo en el brazo. Yo creo que mis hormonas supieron interpretar el gesto, hasta el corazón, que ahora resulta que tiene un procesador propio con memoria rom y ram, debió entenderlo. Que el corazón tiene cerebro es algo que ya intuyeron los trovadores provenzales, pero, esos, como Cernuda, ya lo habían intuido todo, hasta lo que la ciencia todavía ni sospecha, que el cerebro tiene su propio corazón. Por eso laten las sienes y es tan fácil confundir el culo con las témporas, sobre todo el del prójimo.

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Mis hormonas intuyeron el sentido de aquel toque, pero entre las hormonas y la felicidad siempre se interpuso mi timidez. Empecé a pasar a la misma hora por aquella calle, con manga corta, a veces andando muy despacio, para ver si era tocado de nuevo y las hormonas aceptaban el retoque como prueba irrefutable de que debía devolverlo. No ocurrió así y desde entonces siempre tengo un toque pendiente, como si la vida me hubiera castigado al deseo de darlo más que a la decepción del rechazo o a la dicha compartida.

viernes, 16 de marzo de 2012

Sweet Thames like a patient etherized upon a table

(Fuente de las imágenes)

Sweet Thames run softly, till I end my song.
The river bears no empty bottles, sandwich papers,
Silk handkerchiefs, cardboard boxes cigarette ends
Or other testimony of summer nights. (T.S. Eliot)

jueves, 15 de marzo de 2012

Los muñecotes de Mark Jenkins llegan a Roma. Living layers, 17-03-2012, a las 18’30

Una pequeña tribu de hombres huecos o demediados, desmembrados, o en imposibles posturas, en lugares insólitos, medio basura, medio botellas vacías de plástico, fundidos con las paredes, con el suelo, con los contenedores, una metáfora, en fin, de la vida cotidiana a través de los poemas visuales sin texto, quizá algo inocentes, de Mark Jenkins que estos días han poblado Roma.
(Fuente de las imágenes)
      Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
             Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
               Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
     Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
    Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
             Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
    Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins
          Fantocci d'autore sui tetti di Roma, arriva Mark Jenkins

miércoles, 14 de marzo de 2012

El taller de Feli: Luz para la música

Feli Benítez, que expondrá seguramente algunas de sus obras en nuestra Escuela, quizá este curso o el próximo, tiene un taller, tienda y sala de exposiciones en Graus, zona rica de iniciativas artísticas. Me manda el siguiente correo sobre uno de sus últimos trabajos:

En una población cercana a Graus que que se llama Aler, unos músicos y buenos amigos han acondicionado un espacio para poder tocar sin molestar ni ser molestados. Me han pedido que me encargue de la realización de las lámparas de dicho local. He aquí el resultado: cuatro bases de fibra vegetal a los que he añadido unas espirales de arcilla polimérica translúcida con sobreimpresión de partituras musicales. la elección de la arcilla translúcida es para que las figuras no queden a contraluz en el momento en el que estén encendidas las lámparas.
Para completar el cuadro, y que hubiese un número impar de elementos, he hecho un móvil con las mismas espirales que para las lámparas más hojas de arce de Montpellier, piezas de terracotta y abalorios de madera.
El móvil está situado en el centro del estudio, entre las lámparas, y complementa el estatismo de éstas con su movimiento sutil y constante ya que su poco peso lo hace sensible al mínimo movimiento del aire. La idea es que los elementos tangibles reproduzcan el juego del fluir de la música: sonidos y silencios se contraponen y complementan.

Detalle de las espirales. Lámpara apagada.

Detalle de las espirales. Lámpara encendida.

La calidez de las fibras vegetales.

Hilos sutilísimos que se hacen invisibles para el ojo. El anudado de las piezas costó casi más que la realización de las mismas.

La horizontalidad de las fibras armoniza con los pentagramas de las espirales. Las espirales, en su mayor parte, están intencionadamente dirigidas hacia arriba para dar a las lámparas un movimiento visual ascendente.

Los móviles ayudan a la concentración.

Los móviles también relajan.

Uno de los músicos es también un excelente cocinero. Os animo a que visitéis su blog donde encontraréis recetas y otras cosas de interés:
http://luigi-guapamente.blogspot.com/2012/03/alcachofas-con-almejas.html
Feli Benítez
www.eltallerdefeli.blogspot.com
https://www.facebook.com/profile.php?id=100001682404920

martes, 13 de marzo de 2012

La pulga atómica cabalga por los buenos aires. Ne/me(s)si onírica.

C. Puyol ha colgado la siguiente foto de Messi volando bajo los palos para evitar que un balón entre en la red, cosa rara en él, que suele hace lo contrario. La postura, la posición de los pies, como si después de la siesta no le hubiera dado tiempo de rehacerse del todo antes de saltar a esas alturas, convierten la imagen en un cartel de bar, colgado de dos cadenas oxidadas que chirrían con la brisa, un espejismo en medio de la pampa de los sueños. Quizá se trate de un foto sacada de un sueño de Messi, porque los sueños sirven para compensar los excesos y quien mete tantos goles seguramente está condenado a verse parando pelotas de vez en cuando.  Es el efecto Neme(s)si onírica (escribo némesis en italiano, porque me sale mejor el juego de palabras). Ah, y no se fíen de la otra mano, que hasta con el guantón puesto, una vez en el suelo,  es capaz de girarse sobre sí mismo y disparar contra los que le creían tocado por la caída, como Dean Martin en Río Bravo.

Puyol su FB: "Messi fenomeno anche in porta"

lunes, 12 de marzo de 2012

Calaveritis aguda. Síntomas: Hechizo de calavera y abusos de confianza al final de la exposición de Charo de la Varga.

Doisneau e il cuore di ParigiJean Settour dans sa cave, Les Halles, 1979 © Atelier Robert Doisneau

Desaparecieron las calaveras de la escuela, porque terminó la exposición de Charo de la Varga. La última noticia que he oído sobre sobre esta prometedora artista le atribuía la nacionalidad mejicana. Non è vero ma è ben trovato, desde luego. Antes, me habían llegado ecos de que era una réproba salida de un convento, donde, a cambio de cursillos sobre el uso de facebook impartidos a las hermanas, habría aprendido y mejorado la técnica del ganchillo, también llamada crochet por los afrancesados aragoneses.

Entre el público que ha visitado la expo había varias corrientes. El contingente más ingenuo -cuyos comentarios, tipo los niños Gallifantes, son los que prefiero- se fijaba en el primor del ganchillo. Seguramente, gracias a la referencia a la depurada técnica, a la que muchos no eran ajenos por tradición familiar, estos maños evitaban enfrentarse a la irónica  crudeza de las imágenes expuestas, vinculadas en su mayor parte a la muerte. Y es que quien se consideraba mejor en el uso de la aguja (“Tendrías que ver lo que soy capaz de hacer yo a ganchillo”, comentó una mujer de avanzada edad, con cierto parecido al Capitán garfio), a veces se sentía molesto ante tanta calavera, y no faltaron los que llegaron a decir que para eso –sin precisar más qué era eso- ya tenían el cementerio de su pueblo a escasos diez minutos de su casa.

Tanto cráneo pelado, desde luego, ha producido efectos extraordinarios un poco en todos. Al colgar la siguiente exposición, de tono y contenidos muy distintos, hubo algún profesor que respiró aliviado ante la perspectiva de no tener que enfrentarse todos los días a la inquietante no mirada de las cuencas vacías de tantos ojos que un día cerró la postrera sombra.02032012486

Quien esto escribe también ha sufrido trastornos del alma debidos a la cercanía con las obras, aunque casi hasta los últimos días de la exposición no se hicieron del todo manifiestos a través de un notable cambio de comportamiento. Ocurrió que, afectada la artista por melodramáticos alifafes de oscuro origen, hube de desmontar yo las obras. Podría decir que la tarea me hacía incluso ilusión, dado que me iba a permitir una intimidad con los objetos de la que no había gozado hasta entonces,  porque fueron otros los que montaron la exposición y cuando yo llegué a la Escuela aquel día me la encontré ya magníficamente instalada. Impelido por cierto inusitado afán de protagonismo -quizá un primer síntoma del mal de calavera que después ha ido cobrando mayor fuerza en mí- intenté entonces meter de rondón un porta velas y unos crisolines con la excusa de que podían hacer la función de punto de fuga para la pieza llamada Tête era (todavía hoy me sonrío al 02032012487escribir su título, señal de que aún no estoy curado del todo del virus). La artista segó sobre el feo terrazo del suelo de la escuela toda  iniciativa mía con una va(r)ga apelación a la necesidad de sobriedad, consciente seguramente, sin embargo,  de que lo que yo quería era hacerme notar, como luego no he podido evitar volver a intentar con motivo de un poema visual sobre el que debo callar. Lo único que conseguí , gracias a los comentarios trufados de queja de J. Burguete, fue cobrar conciencia de hasta qué punto el Rincón del gato podía resultar encantadoramente inadecuado para las exposiciones. ¡Ah, y en el último momento, inspirado por la desesperación de no haber aportado nada al montaje, se me ocurrió poner el atril sobre el que lucía la Tête era en escorzo! Un poco por las prisas, la artista aceptó la modificación y yo me quedé, como quien se rasca un habón reciente,  un pelín menos frustrado.

Volviendo al orden cronológico de la reconstrucción del avance de la enfermedad calavérica (calaverica, en dialecto local) , tengo que decir que, como todo proceso maligno, al tiempo que daña, también es fuente de conocimiento. Así, al desmontarlas, feliz con la idea de que el desmontaje en solitario iba a compensar mi ausencia durante el colgado de las obras,  fue como aprendí que cada pieza está primorosamente hecha, lijada, barnizada, tratada con todo tipo de afeites embellecedores y antiedad, o lo contrario, cuando el caso lo requiere; comprobé que el imagecrochet está tratado con filtros mágicos que pueden llegar a mantenerlo tieso como mojama durante cien años y un día; que ningún elemento sobra ni baila, salvo el delicado anzuelo nupcial de Ajuar, tan peligroso como apetitoso de morder, porque está hecho de una sustancia dulce y maleable por fuera y dura como mallacán por dentro (betún de Judea, tratado con almíbar de piña emulsionada en frío, y resinas de alcornoque manchego, más otras sustancias no reveladas). Pero, poco a poco, según iba descolgando y tocando las piezas, noté que una ebriedad apenas disimulable se iba apoderando de mi. Cuando un colega me preguntó si iba a colgar aquel mismo día la siguiente expo, un 02032012484repentino hipo y una brevísima carcajada me hicieron comprender que ya no había nada que hacer, que estaba enfermo hasta los huesos y que en aquel estado acabaría cometiendo alguna tontería. Apenas pude acabar de descolgar el resto de las piezas antes de subir corriendo a encerrarme en mi despacho. Me senté, respiré tan hondo como pude y decidí que tenía que cometer un pequeño sacrilegio para aliviar mi estado y drenar mis densos humores. Solo a través de la lisis veía 02032012514una posible mejoría. Era consciente de que así no me curaría, pero al menos podría coger el coche sin excesivo riesgo de accidente y llegar a casa. Después, llamaría a algún curandero para que con una buena ración de performance médico mágica comenzara a tratar mi mal.

No hubiera sido capaz de un acto sacrílego de grandes dimensiones como aquel de Proust con una foto familiar o de dejar las obras a la intemperie en la terraza que hay junto a mi despacho. Tampoco me veía con fuerzas de emplear el diente -ya jodido en anteriores episodios del género, porque he de confesar que no es la primera vez que me ocurre algo así-  contra la madera ni el ganchillo. Mucho menos, me sentía capaz de pinchar una de las calaveritas en el anzuelo y morderlo  02032012489como si fuera el postrer bombón de mi blanca existencia. Pasé las de Caín durante unos minutos, hasta que se me ocurrió hacerme unas fotografías cometiendo un acto de claro abuso de confianza, expresión infantil del respeto excesivo, para publicarlas en este blog. Así lo hice, en parte con la ayuda inconsciente de Andrés Guerrero, que me retrató pensando que, en lugar de jugándome la vida, estaba de broma.

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Valgan estas flores de plomo/balas de flor como aviso para que, quien haya de vérselas con influyentes obras artísticas, sepa que su influjo puede

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llevarles al ridículo, un ridículo que no me importa mostrar con tal de que sirva para evitar el de otros.

Libri origami, l'hobby di Isaac è diventato arte Isaac G. Salazar, di Artesia, New Mexico (lapresse)

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