viernes, 30 de agosto de 2013

Muere el poeta Seamus Heaney



Cavar
Entre el pulgar y el índice
la pluma petizona reposa
confortable como un arma.
Bajo la ventana, un ruido límpido que raspa:
la pala que se hunde en el suelo de grava
mi padre, cavando. Yo bajo la mirada:
se tensa su trasero entre los canteros
inclinándose. Se yergue veinte años
a buen ritmo, agachándose en los hoyos de papas
donde estaba cavando.
El botín basto se apoyaba en el borde, el cabo
firmemente empuñado contra la rodilla
desarraigaba raigones, hundía el filo brillante en lo profundo
desparramando papas nuevas que juntábamos
amando la dureza fresca en nuestras manos.
Mi Dios, este hombre podía manejar una pala
tan bien como su padre.
Mi abuelo cortaba más panes de tierra en un día
que ningún otro más en las turbas de Toner.
Una vez le llevé una botella de leche
tapada así nomás, con papel. Se enderezó
cortajeando prolijas las tajadas, levantando terrones
por sobre el hombro, yendo hondo, cada vez más hondo
en busca de la tierra mejor. Cavando siempre. Chapaleo y sopapo.
El fresco olor de la forma de la papa,
de la tierra pastosa, cortos cortes del filo
entre raíces vivas despiertas en mi mente.
Pero no tengo pala
para seguir a hombres como aquellos.
Entre el pulgar y el índice
la pluma petizona reposa
voy a cavar con ella.

Traducción de Miguel A. Montezanti
 

 
Digging
Between my finger and my thumb / The squat pen rests; snug as a gun. /Under my window, a clean rasping sound / When the spade sinks into gravelly ground: / My father, digging, I look down // Till his straining rump among the flowerbeds / Bends low, comes up twenty years away / Stooping in rhythm through potato drills / Where he was digging. // The coarse boot nestled on the lug, the shaft / Against the inside knee was levered firmly. /He rooted out tall tops, buried the bright edge deep / To scatter new potatoes that we picked, / Loving their cool hardness in our hands. // By God, the old man could handle a spade. / Just like his old man. // My grandfather cut more turf in a day / Than any other man on Toner’s bog. /Once I carried him milk in a bottle / Corked sloppily with paper. He straightened up / To drink it, then fell to right away / Nicking and slicing neatly, heaving sods / Over hi shoulder, going down and down / For the good turf. Digging. // The cold smell of potato mould, the squelch and slap/Of soggy peat, the curt cuts of an edge / Through living roots awaken in my head. / But I’ve no spade to follow men like them. // Between my finger and my thumb / The squat pen rests. / I’ll dig with it.


Señales de otoño. Los pies empiezan a volver a sus cuevas.

 

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Con las primeras señales de que se acaba el verano empiezan a retirarse los pies desnudos a sus cuevas. En junio, al llegar el calor, hace unos años, miraba los hombros descubiertos, su vertiginoso ensamblaje con el brazo, la piel tersa en busca del sol; ahora, miro las uñas pintadas, las sandalias que retratan una manera de vivir, los desvergonzados pies que se ofrecen a la vista orgullosos de sí mismos. Y son muy pocos ya los maltratados, los descuidados, los ofendidos.

Para que un pie esté entonado con un buen calzado debe haber sufrido todo tipo de atenciones, desde el talón a las uñas. Conviene que no ande mucho, que no se tropiece a menudo, como me pasa a mí, que no se agriete, que no IMGP0348se seque. Pitillos, Curapies, Scholl, Hush Puppies, Stonefly, Fluchos, Geox, marcas todas que prometen una especie de paraíso algodonado, esa sensación de que andar no es un trasunto de lo mucho que cuesta vivir durante el invierno, cuando más energía consumen las fábricas y soñamos con  el goretex. Hoy, el remate final de las rebajas expone los pares de sandalias en los escaparates como las protectoras de animales los cachorros en facebook, a la espera de un soplo de vida que les garantice un invierno lejos de los almacenes, al calor del armario de un hogar.

Nunca lleves paraguas en París, le dice Sabrina a Bogart, con una punta de cursilería, mientras le toquetea el ala de su sombrero mejor. Con la lluvia es cuando mejor huelen los castaños de las avenidas, lo cual, tratándose de pies, no deja de ser importante.

Hace poco, he visto sandalias de hada bajo esa lluvia en pies de sacerdotisa, indiferentes al goteo de los toldos y a las salpicaduras de los coches, los más hermosos del verano, pero para mí ha sido la señal definitiva de que un año más se acaba el buen tiempo, las vacaciones, justo lo contrario de lo que me ocurre en junio cuando esos hombros enrojecidos se pasean descubiertos demasiado pronto, sin que haya hecho sol suficiente como para que estén tan morenos.

jueves, 29 de agosto de 2013

El fantasma de Patti Smith

 

Lo entrevisto se ve mejor y dura más que lo visto (J.R. Jiménez)

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De una galería de arte de la Plaza de los Vosgos, sale el fantasma de Patti Smith. Tan fotogénica como siempre, se pasea con marco y todo por los soportales. Con con ese aire suyo de indiferencia hace tiempo que me tiene mosca. Leí sus memorias y me pareció una buena persona cegada por la luz de Rimbaud, por el arte entendido como religión sustitutoria, una cosa demasiado seductora para un descreído como yo, un vicio provinciano, quizá, aunque sea en alguien proveniente de los Estados Unidos y que vivió los resultados tardíos del robo por parte de Nueva York de la idea de arte moderno. La luz de Rimbaud es una luz que viene de las estrellas, sin duda, uno de los últimos destellos del lenguaje sagrado. Pero eso ya pasó y de la ironía no se ha librado casi nada de lo mejor de los últimos decenios. Y, sin embargo, Patti Smith, mantiene ese porte poéticamente nobiliario como pocos. Es quizá un hermoso mascarón de proa de un pasado en el que todavía se podía creer, no en el pasado, sino en algo, aunque fuera en los poetas.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Un año más, el Festival de Venecia. Cloony, curioso ejemplar del santoral laico, inaugura hoy el festival.

 

IMGP1826Foto del escaparate de una galería de arte parisina. Desconozco el autor del cuadro.

 

Fotos y documentos tomados del la página de Facebook de la Bienal de Venecia o de la propia página web de la Bienal.

Joseph Cotten toma el sol en el Lido en 1949.

En 1947 el festival se trasladó a la Plaza de san Marcos. Al año siguiente, volvería al Palazzo del cinema, edificio diseñado por Luigi Quagliata, sede principal de la Mostra desde 1937, año en el que abandonó la terraza del hotel Excelsior, donde se habían celebrado las primeras ediciones primeras ediciones.

Palazzo del Cinema

Orson Welles y Darryl F. Zanuck en el  Lido (1948).

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Acta del jurado de la edición de 1967, año en el que Buñuel ganó el León de oro con Belle de jour. Entre los miembros del jurado se encontraba Juan Goytisolo.

imageTelegrama de agradecimiento de R. Aldrich por la concesión del León de plata a su película The Big Knife (1955).

 

imageimageA. Hepburn y su marido M. Ferrer excusan su presencia en el festival de 1955, año en el que concursaba su película Guerra y paz.

martes, 27 de agosto de 2013