La instalación (Tania Blanco, Unexpected Documents in a Waiting Room)hace parte de la exposición Generación 2014, La Casa Encendida, Madrid.
La instalación (Tania Blanco, Unexpected Documents in a Waiting Room)hace parte de la exposición Generación 2014, La Casa Encendida, Madrid.
Ayer se cumplieron 88 del nacimiento de Pasolini y Rai Edu Letteratura publicó una serie de fotos en las que aparece Pasolini junto a una cita extraída de alguna de sus obras. Añado la traducción en español. Clicando sobre la foto resulta más fácil leer el texto. Si alguna cita se indigesta, como diría la odiosa Poppins, “Basta un poco di zucchero e la pillola va giù, la pillola va giù”.
Nivel C3
Dispone Ud. de dos minutos para analizar visualmente las imágenes que figuran a continuación. Terminado el tiempo debe elegir la frase que más se acerca a la verdad entre las propuestas. Rodee el número correspondiente con un círculo. La respuesta puede ser determinante a la hora de decidir cuál va a ser su futuro. ¡Que dios reparta suerte!
Fuente de las imágenes originales
1. «Si queremos que todo siga igual, hace falta que todo cambie» (Il gattopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa).
2. Obras son amores y no buenas razones.
3. La iglesia católica, llena de defectos y de pecados, ha resistido y es incluso fuerte porque no ha renunciado al poder. A los no creyentes como yo, Francisco nos cae muy bien, lo mismo que Francisco de Asís y Jesús de Nazaret. Pero no creo que Jesús hubiera llegado a ser Cristo sin un San Pablo (E. Scalfari).
4. "¿Qué hora es?. ¡Manzanas traigo!".
5. Allevare la serpe in seno.
La exposición podrá visitarse a partir del día 6 de los corrientes.
Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion (T.S. Eliot, The Hollow Men)
Los objetos cotidianos ocultan significados que solo a veces se hacen patentes durante unos instantes. La primera obra de Miguel Ángel Gil Andaluz que uno se encuentra cuando hojea su página web es una especie de emblema neobarroco que puede leerse como declaración de intenciones. Una tetera hecha añicos, pero recompuesta en parte, aparece sobre una base vertical de cerámica negra que reza Cerámica contemporánea. La base hace una pequeña ola, como si se tratara de una bandera pirata que ondea sobre el mástil de sus creaciones.
Tiene algo de fundacional esta pieza, parece proponer una manera de iluminar los objetos domésticos más allá de su valor de uso, allí donde su función básica deja de ser tan importante. Pero, al tiempo, la tetera de loza vincula el trabajo de Miguel Ángel Gil con una tradición ligada a materiales comunes y a ámbitos presentes en la vida corriente. Un afectuoso guiño al artesano, que al tiempo intenta evidenciar la diferencia entre este y el trabajo artístico . El resultado es un fogonazo clarividente. La tetera bifronte mira hacia el pasado con cierta añoranza familiar, pero se proyecta hacia delante con la evidencia de que es imposible limitarse a una identidad que los acontecimientos han acabado por fragmentar. Lo que sentimos como contemporáneo no pertenece al reino de lo cumplido, de lo íntegro, de lo terso, sino más bien lo contrario, es un palimpsesto de catástrofes, un amasijo de cascotes recompuestos, de pecios recuperados, un desdén de la rutina cotidiana. El paraíso dejó de existir, pero, a cambio, a veces, la creación permite acercarse a la verdad. Estamos ante el melancólico poema cerámico de quien reconstruye un viejo juguete para refundar una identidad artística.
Así es como yo había visto la obra, pero se me había pasado por alto la ironía, tan presente en toda la obra de este artista. En efecto, Miguel Ángel me explica varias veces, hasta que creo entenderlo, que la tetera también encierra una esquirla de loza lanzada contra ciertas tendencias inmovilistas que ven en la cerámica un ámbito protegido, inmune a las corrientes artísticas contemporáneas, una especie de reserva natural de las tradiciones artesanas. La esquirla llevaría implícita la pregunta de si a los inmovilistas les parece cerámica contemporánea una cosa tan elemental como la tetera industrial recompuesta con Araldit. El título de la pieza hay pues que leerlo con una antífrasis. En efecto, frente a los extremos conceptuales, que abandonan la materia por la mera idea (como si en el Bulli, el famoso menú de degustación, largo y estrecho, fuera solo una descripción de los platos, si acaso algún olorcillo, pero nada que llevarse a la boca) el trabajo de este artista no reniega del objeto que requiere habilidad manual y exige esfuerzo. Pero, al tiempo, ese objeto está sometido al concepto, a una idea exigente que intenta mantener el paso del presente.
Miguel Ángel Gil Andaluz (Fuente)
No muy lejos de este planteamiento, en el proyecto de campo de coles transgénicas o radioactivas luminiscentes con el que M. A. G. ganó el premio CERCO, la rica verdura tiene el mismo tono verde Simpson de las lucecitas que quedan encendidas en los cuartos de los niños para que no tengan miedo. Dulces sueños de los que ya casi solo las obras de arte nos despierta a veces por un instante. Para algunos, forman una vía láctea que nos guía en la noche oscura a través de esa espesa nube de discursos, costumbres, tradiciones, rutinas, asumidas como naturales, pero que son en muy buena parte el fruto de intereses creados, cuando no directamente engaños de la publicidad del falaz discurso político al uso, de la religión oficial, de un sistema que tiende a perpetuarse ideológicamente tanto como materialmente. Las promesas electorales recuerdan demasiado a la televenta de ciertos alargadores y lo real ha acabado por estar cubierto con una capa de grasa que se extiende a todos los ámbitos. De ahí, quizá, esa ferviente necesidad de distinguir lo público de lo privado, de protegernos, no se vaya a descubrir que somos tan falsos de puertas adentro como está consensuado que lo seamos de puertas afuera. La obra de arte, por contra, persigue con olfato de perro de caza el rastro de las verdades ocultas. Y cuanto más hondo es el vínculo de comunicación que establece entre la engañosa apariencia del presente y el arquetipo, el mito, la creencia que se esconde detrás y que sale a la luz, mayor es la intensidad de la iluminación ofrecida. No es que el artista sea un mago, es que en él se junta la pericia técnica con la clarividencia del que no duerme más de lo necesario.
Pero en la obra de M. A. Gil también hay espacio para una corriente ensimismada en la forma, llena de sensualidad, o que se adentra en los vericuetos de la relación entre la la figuración y la realidad a través de irónicas series de tono warholiano en las que cuando el objeto llega a su esplendor plástico parece no poder resistirse a incidir sobre la obra misma.
Si la ironía es el reflejo maquillado de una desilusión, de una fe que el irónico tuvo y mantiene, aunque dolida, se puede decir que en toda la obra que conozco de M. A. Gil está presente en mayor o menor grado esa querencia desengañada, a veces como ejercicio lúdico retórico, otras, como en el caso de la serie a la que pertenecen las dos piezas que se exponen en el mes de marzo en la E.O.I. 1 (Secciones, presiones, opresiones e impresiones), más incluso quizá en los títulos (Apartamento para dos, El grito de Gil, Estimado demócrata: Me complace remitirle su pedido de seis votos...) que en las obras mismas. Con respecto a otras series, la acidez se acentúa por momentos, chorrea la crítica que linda con el sarcasmo. Sin embargo, el espectador descubre a continuación los restos de una ilusión en la sombra. A través de las máscaras humanas se intuye más un reproche que la expresión de la desolación. Los rostros son el espejo de una vida narcotizada, perdida, pero que refleja algo de luz. Escuece el desengaño, pero más que el regodeo de quien da todo por perdido estamos ante el anhelo especular de una ilusión. Y no lo digo porque no se pueda ser excelso en la desolación, iría contra mis gustos, cosa que me pone de mal cuerpo. Lo digo, porque me parece que en estas obras hay un principio de esperanza que late, negado, zarandeado, burlado, pero brillante.
El título de una de las dos obras que se exponen en la E.O.I. era El grito de Gil II. Seguramente, al ser incluida en una exposición que tuvo lugar en Huesca sobre el tema de la locura y la cordura y empezar a formar parte del díptico que presentamos en esta exposición, el artista aceptó alejarla algo del tono original irónicamente lírico, para presentarla como una reflexión sobre manifestaciones extremas del individuo, el chillido desesperado frente al silencio sumiso, la lucha frente a la pasividad, el intento de liberarse frente a la complacencia en la dominación, poniendo de manifiesto hasta qué punto algunos de los rasgos que se suelen atribuir a la cordura en el binomio que la opone a la locura son ambiguos. La máxima cordura produce espanto, porque se ha convertido en una alienación completa.
El grito de Gil, encerrado en una especie de camisa de fuerza parcialmente rasgada, metáfora de la desesperación o de la dificultad de crear (el blanco papel/lienzo que se defiende), resulta inmensamente más hermoso que el silencio del rostro enjaulado, a punto de ser cubierto por un negro sudario, dotado de cómodos cierres cremallera que permiten ceñirlo al cuerpo en inverno y entreabrirlo como prenda de media estación. Además, en caso de que se confirme que estamos dormidos por completo, muertos en vida, aunque pensemos y pensemos hasta altas horas de la madrugada, el rostro puede quedar cubierto instantáneamente para que se cumplan las debidas labores de mantenimiento, el despido por contingencias imprevistas o el reingreso en los hombres huecos, figura sin forma, sombra sin color, fuerza paralizada, gesto sin movimiento.
El grito de Gil II /95x82x17/ Gres blanco, tela y restos de engobe
Cordura /95x82x17/ Gres negro, tela y restos de engobe
Coda:
A finales de los años sesenta, los locos cobraron una inusitada actualidad en los medios de comunicación y en el debate intelectual. La sacudida que supusieron los movimientos de emancipación que giraron en torno a Mayo del 68 los convirtió en el emblema de una sociedad enferma, incapaz de asumir que era su propia podredumbre la que provocaba los desvaríos mentales. En los movimientos de izquierda, los locos pasaron por una especie de proceso de santificación. La locura se convirtió en una mancha que limpia, el resultado palpable de las contradicciones de la sociedad patriarcal, de las perversas relaciones de poder inherentes al sistema capitalista. Nació la antipsiquiatría, uno de cuyos mejores productos en el ámbito artístico sigue siendo el documental Locos de desatar (1975), de M. Bellocchio. La cordura y locura sufrieron un proceso de redefinición que desdibujo sus contornos, haciendo más lábiles los límites de uno y otro. Hoy, la enfermedad mental no es un tema vivo de debate, aunque la crisis haya hecho aumentar el número de suicidios y la necesidad de ayuda psiquiátrica. La carga desestabilizadora que conllevaba la enfermedad mental, el reproche social inherente a ella, ha sido desactivado. En las sesiones de terapia es raro que se planteen temas de fondo sobre la estructura de la sociedad, sobre las relaciones de poder, los locos benignos son tratados aliviando fenomenológicamente su mal. Con un poco de pastilla y otro de refuerzo de la autoestima se pasan largas temporadas al sol. Los otros locos, los que sufren dolencias más graves, o están ingresados en instituciones poco visibles o malviven abandonados a su suerte.
Otros enlaces de interés sobre M. A. Gil:
2. http://hastaelborde.blogspot.com.es/2009/10/dialectica-del-poder-por-magil-andaluz_4612.html
4.
5.
And indeed there will be time
To wonder, “Do I dare?” and, “Do I dare?”
(The Love Song of J. Alfred Prufrock, T.S. Eliot)
De una exposición sobre poesía visual. Desconozco el autor y si sigue vivo.
“…Benjamin (Obra de los pasajes, Walter Benjamin) explora un mundo compuesto por mitos eternos que se vuelven a activar en cada etapa de la historia y que como tales mitos son invisibles en el presente, pero pueden intuirse en el pasado. El método no es muy distinto al de algunos surrealistas (en este caso Aragon) cuando describen un surtidor de gasolina como si fuera un tótem salvaje de los tiempos modernos. El capitalismo es un producto natural junto con el cual le sobrevino a Europa un nuevo sueño en cuyo interior las fuerzas míticas se vieron nuevamente reactivadas, escribe”. (F. de Azúa, El País)
Sobre cuadros de la electricidad de Milán, junto a tubos o cañerías, sirviéndose elementos de esa tribu variopinta de cosas que se llaman mobiliario urbano, el artista callejero Pao ha visto los fantasma de personajes de distintos cómic y los ha sacado a la luz mediante el antiguo sistema de colorearlos. Uno se pregunta si dormían invisibles donde ahora han sido descubiertos o los ha llevado allí el pintor desde las páginas de los tebeos o desde el Vaticano.