Charo de la Varga, sin patrón.
Comme me puet li cuers au cors durer? /Quant il n’en part, certes trop est mauvaiz (Anónimo, Châtelaine de Vergy, S. XIII)
Charo de la Varga se enorgullece en su cuenta de Facebook de hacer sus piezas a ganchillo
sin patrón y yo, además de pensar en que las hace sin modelo previo, pienso en el lema que cita a menudo Belén Gopegui como ideal de vida, “ni siervo ni señor”, porque patrón también es sinónimo de señor, dueño.
Foto 1: Ajuar, 2011, técnica mixta, crochet sobre hierro.
Leo sus dolidos poemas, miro su
Ajuar y entiendo que no acepta otras sumisiones que aquellas contra las que no cabe rebelarse, el amor, la muerte, el recuerdo punzante, y aun esas a regañadientes. Sus poemas son relecturas ineludibles de la experiencia vivida, a la luz de un peculiar sentimiento trágico, en el que la fugacidad lacerante y la intensidad sin red de lo evocado actúan como fuerzas contrarias
que tarde o temprano remiten a la muerte, referente último que dota de sentido a todo y también todo lo minimiza.
Foto 2: Tête era, 2012, crochet.
Quizá fue Arcadia la experiencia, pero al bajar la marea, siempre aparece escrita en la arena la frase del cuadro de Poussin,
et in Arcadia ego. El gusto por las vanitas, de las que algunas piezas de esta exposición guardan reminiscencias, seguramente tiene que ver con ello.
Pero en Charo de la Varga no todo es Testamento, especie de copla flamenca (
Mi testamento/lo dejé escrito anoche/ sobre tu cuerpo), ni tampoco
colmena de la que emigraron las abejas (
Polillas). Por momentos, sus textos se alejan de la debacle para dar cuenta de cómo se debate hasta alcanzar un tono medio de cierto alivio (
Después, acaricio mi nombre escrito en el vaho: /todo un océano donde lavarme el corazón –Me pongo de pie), teñido incluso de melancolía fronteriza con la desesperación, fronteriza, nada más. En ese territorio surgen algunos de los versos que a mi más me gustan,
chorreando la pereza de un animal de circo,
rebelión de mariposas tan adentro, en
un tono que se acentúa en forma de ironía en las calaveras y poemas visuales de esta exposición, algunos de los cuales, más que
objets trouvés parecen anónimas piezas de artesanía tanto como originales trabajos de autor depositados delicadamente ante nosotros para provocar una sonrisa que no se pierde en absoluto en risa. Un par de segundos más tarde, el tiempo que tarda uno en caer en la cuenta de con quién está tratando, la mueca se desdibuja y queda solo el perfume de un ingenio que inquieta.
Si la ironía es un apaño de los falsos descreídos a la espuma de los días, una manera de no caer en el abismo, Charo parece sortear el sufrido tinte de su poesía verbal para mirar con sus ganchillos cara a cara a esa señora que ya hemos nombrado demasiadas veces en este texto. Y lo hace sin alharacas,
Foto 3: Con la cabeza en las nubes, 2012, técnica mixta, crochet sobre madera.
pero sin acobardarse. Es como si ya no hablara de sí misma, como si la experiencia se hubiese esfumado o fuera menos acuciante en sus piezas tejidas, y, distanciándose de si misma, hubiera quedado a solas con sus grandes temas. En sus poemas hay algo de la carne viva del adolescente que sufre, aunque revestido por una imaginería y una expresión maduras, en lo aquí expuesto el patrón es tratado de tú a tú. Estuvo “loca” ayer, sí, pero fue por dolor. Su voz ha perdido intensidad y ha ganado perspectiva en el viaje, de la expansión lírica del yo hemos pasado al escueto guiño conceptista.
Ni depresión, pues, ni sarcasmo, renuncias a la lucha, pero sí el lamento de quien aceptando la vida tiene que defenderse del horror que conlleva. Dice J. Benet que la depresión es más una visión de la muerte que un espectáculo de piedad. Para no quedarnos fijos en esa visión, para vivir sin patrón, es bueno domesticar los humores negros a través de objetos divertidamente tristes, frágiles construcciones necesitadas de cola para mantenerse en pie, en las que confluye el espíritu barroco, el ingenio surrealista y una estética a mitad de camino entre la artesanía y el kitsch, siempre melancólico en la añoranza de códigos, cánones periclitados para siempre.
Charo es poeta, en la medida en la que pertenece a una tribu dispersa que cifra su experiencia en un bello código tan difícil de definir como fácil de reconocer, y poetisa, si es que el término admite un reciclaje que lo prive de odiosas connotaciones,
poetisasinpatrón, en la medida en que entona una voz de género que encuentra refugio en sus obras, exvotos a contraluz de un anhelo imposible, exorcismo necesario para quien siente la pesadumbre de la vida consciente.
Son muchas las referencias que vienen a la cabeza cuando uno se acerca a ella, algunas tan explícitas como suFrida Kalho o J. Vasconcelos, otras, las que cada uno lleve consigo. A mí, permítaseme la indiscreción, Ch de la V me trae a la cabeza la Ch (âtelaine) de V (ergy)… y su perro cómplice, Sor Juana Inés de la Cruz y la
ficción por quien penosa vivo, las poetas rusas que descubrí en Brodsky, y quizá algo de Rosalía, pero es que los ecos de cada uno son antojadizos, caprichosos, como la musa, como la sombra.
Javier Brox
Charo de la Varga (Zaragoza, 1966), ha diversificado su actividad artística entre la poesía, las artes plásticas y el video.
En 2005, su poemario
Amotinada fue seleccionado para su publicación por
el Ayuntamiento de Zaragoza a través del XXII
Concurso de Poesía Ciudad de Zaragoza. En 2006 colaboró con J. Burguete en
Hvals, un proyecto que aparece explicado en la antología que puede leerse más abajo. Desafortunadamente, no ha sido pródiga en muchas más entregas, pero poemas suyos pueden leerse también en
Yin, Poetas aragonesas 1960-2010 (editado por A. Guinda y prologado por I. Escuín, ediciones Olifante, 2010) y en el blog
entrenómadas.
En el terreno de las artes plásticas ha participado, entre otras iniciativas, en la exposición colectiva
La franja roja. En el ámbito audiovisual ha realizado
La plaza habitada (guión, dirección y
edición) y ha sido correalizadora del documental social
Con el corazón en la calle, perteneciente al proyecto colectivo “Zaragoza Rebelde, Movimientos sociales y antagonismos 1975-2000”. También ha colaborado en otros proyectos como ayudante de producción y encargada de vestuario y ayudante de dirección artística.
Poemas de Charo de la Varga:
Dos inéditos, salvo para sus 392 de Facebook:
DÉCIMA DE SEGUNDO
La muerte vino para inundar mi casa.
Se filtró por los resquicios de la puerta esbozando nubes de tormenta,
augurando un invierno perpetuo.
Gotas de una lluvia densa martilleaban cada día.
Cada día percuten con un compás disonante.
Parece que todo lo que amé se disuelve en el ácido de la negligencia
y yo comienzo a estar sin ser, me difumino, soy capaz de atravesar las paredes.
Hoy sueño con un día en el campo, y ciertamente
la hierba brilla como sólo puede hacerlo en un sueño.
Mi madre se convierte en mi padre por una décima de segundo.
Viste un jersey color púrpura y sonríe a sus hijos que lloramos maravillados.
El suelo está vivo.
Bajo mis pies respira un murmullo resbaladizo de insectos y raíces.
POLILLAS
Las polillas son mariposas delincuentes.
Con nocturnidad y alevosía
devastan la ropa
que duerme en los armarios
y trazan un idioma de grietas
sobre las palabras amordazadas
de las bibliotecas en ruinas.
Ocultan su apetito
de larvas insaciables
y vuelan deslumbradas una noche,
dejando tras de sí
un rastro de harapos, olvido y polvo.
Vosotros,
los que amé,
en mi memoria
hoy ya descosidos,
masticados,
apolillados,
anónimos,
pobláis furtivos mi corazón
como perdura la miel
dentro de una colmena de la que emigraron las abejas.
Otros poemas publicados con anterioridad en diversas fuentes:
"Esto que te acabo de mandar es Hvals, una colaboración con Javier Burguete, artista plástico y amigo mío. Él me sugirió nueve temas generales sobre los que pensaba hacer unos retratos (libertad, complicidad, memoria, etc...) y yo simultáneamente escribía unos micropoemas que finalmente irían tatuados en los personajes. Se pueden leer por separado, aunque también forman un todo".
HVALS
En soledad viajo por senderos de tinta
escuchando los ecos de sangres dibujadas,
donde jugábamos a ser dioses los habitantes de la sombra,
animales sedientos agazapados bajo la carne.
Y así te busco, como a moneda, bajo la lengua
de un caballo de aire que desenreda las hebras de los sueños.
Somos guardianes de un paso secreto
que llevan un brindis de raíces tatuado en la inocencia.
No hay tanta pureza, sino un corazón de fruta
sobre las vértebras aladas del alma.
En tu cintura se me anochece este destierro tan mío, bajo las arenas azules de un cielo desierto.
La sonrisa de los objetos nos delata:
me parezco a ti cuando me miras.
Por eso toda bandera es prescindible
salvo aquella que arranca la urgencia del sabor que amamos.
Un veredicto bajo nueve lunas amarillas
y el durmiente cae y nace, nace por el hueco por donde asoma el día.
MI TESTAMENTO
Mi testamento
lo dejé escrito anoche
sobre tu cuerpo.
CUENTO DE LAS ALMAS HELADAS
Macabra danza de las zapatillas rojas.
Todas tenemos un reloj de plomo
para podernos ahorcar.
Dame tus manos
para apuñalarme con ellas,
para arrancarme el corazón,
para no perderme en el bosque.
Dime, espejito.
No tengas miedo. No te dolerá.
Después de algunas noches
llegan mañanas de posguerra.
Ya se escuchan motores en lo oscuro.
Ya es hora de recoger los sueños.
LLAMARADA
Dejaste olvidadas
algunas caricias en mi cuerpo.
Tatuajes invisibles atravesados,
para siempre,
en los laberintos de la memoria.
A este lado
las horas, los minutos, los segundos,
avanzan como ejércitos de hormigas
devoradoras de tiempo.
Pero detrás de las ventanas
existe un enigma que lleva tus ojos.
Y como único alimento de mi obstinación
voy diseccionando un encuentro fugaz.
En la espera.
MOTÍN
Hoy me concedo el alivio de tu ausencia;
rebelión de mariposas tan adentro…
Ya no soy la mancha insomne
que busca su alma
desvanecida por los espejos.
Ya no me duelen las noches.
ME PONGO DE PIE
Me pongo de pie en los días negros.
Apenas despierta caigo en picado,
respirando el viento del desierto que sacude mi cuerpo,
y remonto el vuelo.
Me pongo de pie en los días negros.
El paladar amargo,
chorreando la pereza de un animal de circo;
ahí va la muerte silbando a mi paso.
Me pongo de pie en los días negros.
Mastico al levantarme la demencia correosa
y trago esta bola de pena reseca.
Después, acaricio mi nombre escrito en el vaho:
todo un océano donde lavarme el corazón.
TRAMPAS
Estoy haciendo trampas.
Burbuja. Mano de espuma.
Cuerpos en batalla
Robando de la muerte su última palabra.
Tu sólida luz me dejó ciega.
ORFIDAL
Desearía olvidar
aquellos ojos de perro en la cuneta,
vuelo de un pájaro ciego
por el bosque de las estatuas,
el trapecio sin red oscilante del insomnio,
la caída libre para la esperanza herida.
LLAVE
Una llave cierra un mundo.
Pasos del agua que llora
bajo las grutas de lava.
¿Habrán muerto ya los pájaros el
que comieron de mi mano?
Otras entradas sobre Charo de la Varga o la exposición: