Enmarcar es algo así como seccionar la realidad fluida y continua de las cosas para que adquiera una distinción de la que antes carecía. Hasta tal punto que, muchas veces, es el marco el que crea la obra, el que la ayuda inmerecidamente a convertirse en una entidad diferenciada. Un marco vacío nos invita a poblarlo con nuestra presencia, a obedecer al impulso de cobrar protagonismo, de salir al centro gestaltico para afirmarnos, exponernos, recargar nuestra autoestima o confirmar nuestra falta de amor propio. Después, solemos volver al segundo plano, a sumergirnos en la monótona corriente de las cosas. Los ordenadores y los teléfonos móviles, esos dos objetos que tantos desvelos nos procuran y a los que debemos tantos instantes de efímera dicha, a menudo nos ofrecen marcos en consonancia con nuestro estado de ánimo o con nuestros gustos estéticos. Los marcos digitales con memoria se convierten en un catálogo de innumerables instantes excelsos, algo cuya visión a la larga sin duda provoca melancolía en sus protagonistas, porque no es posible tanto momentazo en un solo viaje a Madeira o en un solo matrimonio o bautismo.
Pero la esencia del marco, su expresión más depurada está en que se halle flotando en el aire, lejos de una pared refugio en la que colgarse. El marco así utilizado alcanza su quintaesencia, adelantándose a la imagen, invitándola a producirse, animándola al encuadre. Quizá sea eso lo que ha pretendido el fotógrafo Enrico Migotto dejando un marco con pedestal en distintas ciudades, entre las que se encuentran Valencia y Barcelona. Muchos son los que se han acercado a esa ventana. He aquí unas cuentas fotos de sus protagonistas.
Otras fotos de la serie: http://www.enricomig8.com/video_life_in_frame.html
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