Nota: el video completo que correspondía al texto dejó de estar disponible
viernes, 11 de diciembre de 2009
Rincón del baile (8). Van, vienen…hay más de mil falsas por cada una que es de verdad, y se quedan ahí en medio, entre nosotros y el sol, para dejarnos con las ganas…de lluvia (F. de André).
Ermanno Olmi es uno de los más delicados de entre los grandes dinosaurios del cine italiano. Pocos como él son capaces de retratar atmósferas, dar vida o presentar con poca vida a un personaje, ligar la anécdota personal al contexto histórico. A veces, las películas de este director, en su conjunto, no son redondas, pero siempre están repletas de hallazgos, de momentos interesantes, de gestos que replican la vida. Nada carece de intención. Otras veces, consigue lo máximo, que todo funcione. Entonces, te hace sentir que estás ante algo finísimo, un artilugio inconfundible, en el que todo redunda en perfectas variaciones que lo hacen progresar. Son obras que acaban adueñándose de nosotros, imponiéndose a nuestras reticencias, dudas o atisbos de aburrimiento, como ocurre en El árbol de los zuecos, una de las películas más hermosas que haya visto. Il posto (1961) no es lo mejor de él, pero aún así es una peli estupenda sobre la entrada en la vida laboral de un joven milanés de extracción humilde. La primera parte, en la que se cuenta su idilio con otra aspirante a trabajadora, rebosa frescura. Quizá, porque la actriz es la mujer con la que luego se casó Olmi. La segunda parte es más triste. A ella pertenece esta escena de baile durante una Noche Vieja. Si no recuerdo mal, es un cotillón organizado por la empresa. Como se puede comprobar por el ambiente reinante, en Italia los ritos del cortejo también requerían enormes esfuerzos de paciencia y perseverancia. La nube que sirve para que durante un instante los bailarines se aprovechen el uno del otro tiene, dejando aparte su lado lúdico, algo de pesadilla orwelliana, un poco como esas risas de la televisión que nos indican cuando toca partirse. La nube que produce la penumbra momentánea, es el símbolo del padre, de la religión, de las instituciones, del Estado, en palabras de G. Calvo, que pretende controlar al individuo, modular su deseo, dominar sus esfínteres. El poder nos ilumina y nos indica también cuándo tocar descansar, disfrutar. Me pongo tremendo, pero no soporto que me den pistas sobre cuándo toca la carcajada, la excitación, la lágrima o la metedura de mano. ¿Tú qué tal lo llevas?
Nota: el video completo que correspondía al texto dejó de estar disponible
Nota: el video completo que correspondía al texto dejó de estar disponible
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pero qué cara de pena que pone el muchacho, ¿no? Este baile forzado es como cuando San Martín lleva al pobre cochinillo al matadero y, antes de que el cuchillo se abalance sobre él, éste lanza un agudo oink, oink, oink... ih, ih, ih, ih, ih... chof!
ResponderEliminar¡Con lo ricas que están las morcillas!
Te propongo un rincón del baile con "Dancer in the dark", de Lars von Trier como director, y de Björk como protagonista, compositora e intérprete de los temas. Un musical muy triste, pero muy bonito. No sé si es tu estilo.
ResponderEliminarUn baile feliz de la peli:
http://www.youtube.com/watch?v=k72L2ZzfKT0
Un baile triste y bucólico:
http://www.youtube.com/watch?v=62pLY5zFTtc
Y la wiki, siempre informando:
http://es.wikipedia.org/wiki/Bailando_en_la_oscuridad
Si lo hces tú, me lo mandas y lo publico. Me dices dóne van los links y los hago.
ResponderEliminarVale, pero lo pospongo unos días. El glorioso sábado 19 acecha con su sombra alargada de ciprés....
ResponderEliminar