jueves, 10 de diciembre de 2009

Rincón del baile (7). Un inocente Don Juan y una Doña Inés viuda y con un hijo pequeño.

La solución de la adivinanza es Único testigo (1885), del australiano Peter Weir, casi siempre en precario equilibrio entre un cine comercial de calidad y un cine desleído de autor. Recuerdo que vi Picnic at Hanging rock en la sala de arte y ensayo Peñalver, Gallipoli en la filmoteca y El año que vivimos peligrosamente en mi casa y con algo de paciencia. En Único testigo H. Ford, policía americano herido por sus compañeros corruptos, se refugia entre los  Amish, una comunidad cristiana de origen alemán que vive de la agricultura y repudia el progreso tecnológico. Un niño amish es el único testigo de un crimen y por ello objetivo de los criminales. En ese paradisiaco infierno, en el que hasta tostar el pan es pecado, vive la madre del niño, una hermosa viuda de aspecto nórdico, como, por otra parte, casi todos los miembros del grupo, entre los que se cuentan A. Godunov, el actor bailarín y un jovencísimo Viggo Mortensen. Ella tiene la gracia del tipo de mujer que empieza a ser una guapa vielle fille, viuda, madre y con un padre obsesionado por el qué dirán. Todo invita a la tristeza. Por eso, este baile tiene tanta gracia, porque juega con los tópicos más manidos: la luz de los focos que ilumina a la pareja que juguetea, como si fueran dos adolescentes, al son de la música de Sam Cook, quizá también para adolescentes; el sudor del esfuerzo hecho para reparar el coche, que me hace pensar en El cartero siempre llama dos veces y sobre todo a Ossessione, de Visconti. Y  mezclado con todo ello la alegría de los dos personajes, la misma que pueden sentir dos niños o dos viejos, esa explosión irracional de bienestar que a veces nos embarga mientras hacemos algo. Esta especie de Doña Inés campesina, que ya ha estado donde la luna brilla y se respira mejor, y este Don Juan a su pesar, en lugar de liarla,  prefieren seguir bailando, seguir divirtiéndose, no caer en el tópico en el momento en el que parece saltar la chispa del deseo. Aunque en el fondo se trate también de un topos, creo que en esa abstención o abstinencia radica la fuerza de la escena. Pero, ni siquiera una cosa así puede permitirse a una amish, ni bailar a la luz de los focos de un viejo coche en un granero en medio de la inmensidad de los Estados Unidos.



La canción:
Don't know much about history Don't know much biology Don't know much about a science book Don't know much about the french I took But I do know that I love you And I know that if you love me too What a wonderful world this would be Don't know much about geography Don't know much trigonometry Don't know much about algebra Don't know what a slide rule is for But I do know that one and one is two And if this one could be with you What a wonderful world this would be Now I don't claim to be an "A" student But I'm trying to be So maybe by being an "A" student baby I can win your love for me Don't know much about history Don't know much biology Don't know much about a science book Don't know much about the french I took But I do know that I love you And I know that if you love me too What a wonderful world this would be La ta ta ta ta ta ta (History) Ooh ooh ooh ooh ooh ooh (Biology) La ta ta ta ta ta ta (Science book) Ooh ooh ooh ooh ooh ooh (French I took) But I do know that I love you And I know that if you love me too What a wonderful world this would be

1 comentario:

  1. Bueno, lo de inocente don Juan, no sé yo; porque a mí me miran con esa sonrisa de medio lado y picarona que tiene el Ford y me sacan a bailar de aquella manera, y no sé si me derrito y me fundo directamente con él o qué... bueno, vamos a dejarlo, que Morfeo me está llaaaaamando... ven, ven, ven. Y en estos momentos casi que prefiero irme con él que con Eros.

    Gracias, Melmote, por este rincón del baile. Por entonces era un hada de 19 años y qué te voy a contar de cómo me gustó esa contención tan adolescente...

    ResponderEliminar