viernes, 11 de abril de 2014

Concurso de micronarraciones: La(s) ausencia(s). Italiano (6)

L'assenza

Era un uomo sempre distratto, assente dalla realtà ma felice. Un giorno andò dal medico perché dovuto a suo permanente stato dell'assenza, sempre commetteva qualche sproposito. Quel giorno si era rotto il naso, l'osso frontale e si era aperto un sopracciglio. Quando il dottore gli fa alcuni raggi-x, scopre spaventato qualcosa di così incredibile che non credere ai suoi occhi.
— Dio mio! Ma che cosa è questo? -prorompe in un nervoso urlo.
—Che cosa è, che? -interpella l'ineffabile uomo al dottore senza alterarsi.
— Non posso crederci, sa che ha un cacciavite incrostato nel cervello?
—Ah, non si preoccupi, sarà stato un giorno che mi entrò un prurito nell'orecchio e me lo grattai con la prima cosa che avevo a portata di mano.
Il dottore glielo toglie e un mondo nuovo e orribile si aprì per lui. Si inquietava per cose che prima non sapeva che esistessero e con il desiderio di un bisogno materiale o spirituale ma senza sapere di che cosa. Finché un giorno al mattino, stanco di tanto tormento, afferrato lo stesso cacciavite che ancora conservava di ricordo, e se lo mise un'altra volta nell'orecchio fino al cervello.

Traducción

Era un hombre siempre distraído, ausente de la realidad pero feliz. Un día fue al médico porque debido a sus permanentes ausencias siempre cometía algún despropósito. Aquel día se había roto el hueso de la nariz, el hueso frontal y se había abierto una ceja. Cuando el doctor le hace unas radiografías, descubre espantado algo tan increíble que no da crédito a sus ojos.
— ¡Dios mío! ¿Qué es esto? Estalla en un frenético grito.
— ¿Qué es qué?, –interpela el inefable hombre al doctor, sin alterarse.
— No puedo creerlo, ¿sabe que tiene un destornillador incrustado en el cerebro?
— Bah, no se preocupe, sería de un día que me entró un picor en la oreja y me lo rasqué con la primera cosa que tenía en la mano.
El doctor se lo sacó y un mundo nuevo y horrible se abrió para él. Se inquietaba por cosas que antes no sabía que existiesen y con el deseo de una necesidad material o espiritual sin saber exactamente cuál. Hasta que un día por la mañana, cansado de tanto tormento, agarró el mismo destornillador que todavía conservaba de recuerdo, y se lo mete otra vez en la oreja hasta el cerebro.

Carlos Esteban Continente

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