sábado, 9 de junio de 2012

Nadal en blanco y negro, el mejor tú del tenista, gracias a Corinne Dubreuil

Entre veras y bromas.

Los intentos primitivos de introducir el color permanente  en la fotografía se remontan a 1861, pero la primera película diapositiva moderna en color, la Kodachrome, no se produjo hasta 1935. Entre la fotografía en color y la fotografía en blanco y negro media un océano, un paradigma distinto, una cosmovisión diferente, algo parecido a la diferencia que debió existir entre la vida urbana iluminada por la luz eléctrica y la oscuridad previa o las penumbras derivadas de otros sistemas de alumbrado, la misma distancia que hay entre el mundo creyente, lleno de iglesias, ritos, rezos, sacerdotes, y la sociedad secularizada, en la que unas monjas con hábito que caminan por la calle no pasan de ser una presencia folclórica y en la que ahora que es verano muchos de los que entran en las iglesias lo hacen solo para refrescarse. El blanco y negro entronca con una visión opuesta, en cierto sentido, a la que pertenece el color, busca otras cosas, otros tonos, enfoques, emociones. No hace mucho leí que en la carrera pictórica de L. Freud fue determinante el paso del pincel de marta al pincel de cerdas, fruto del consejo que le dio F. Bacon, entonces todavía amigo suyo. Si fuera un escritor se diría que paso del boli de punta fina a la pluma estilográfica. Aunque no sé si es del todo acertada la comparación, la verdad es que cambió su estilo, su intención, el punto de partida y de llegada. Algo parecido ocurre entre el color y el blanco y negro, tan diferentes como los paradigmas científicos de Khun.

La fotógrafas Corinne Dubreuil, muy ligada al mundo del tenis y en particular al torneo parisino Roland Garros (Garros, con una ese que suena en francés, no Garró, como les ha dado por decir a los comentaristas televisivos, víctimas de una ultracorrección, Garros, el aviador,  que, por cierto, aparece citado en À la recherche du temps perdu, de M. Proust), ha publicado en su blog un servicio en blanco y negro dedicado a Nadal que tiene el aire vintage de la gran fotografía. Detalles, gestos, emociones con la calidad que proporcionan las máquinas fotográficas actuales, pero con sabor añejo. Una mezcla que no siempre proporciona buenos resultados, pero que en este caso da un óptimo futo, el de reinventar un héroe deportivo, un atletas, uno de esos seres privilegiados que siempre ocuparon una alta cuota en el monte Olimpo, Nadal, quien, como la mujer de la canción de Led Zeppelin, is buying a stairway to heaven. Lástima que lo haga chapoteando entre tantos millones que ni siquiera él se libró de las noticias que hablaban de irregularidades fiscales en sus empresas. La habilidad de los diseñadores hizo, por lo menos, que el símbolo de su patrocinador fuera el ala de Niké, la diosa de la victoria.

Nadal, entre los cielos y la tierra, tiene gestos de mortal, cierta espontaneidad contenida que le acerca a los ejemplares humanos que han alcanzado la madurez, pero como delatan estas fotos, coge con la punta de los dedos, o casi, cosas que los demás cogeríamos con más mano, mira a la lluvia como si la hubiese mandado un dios amigo suyo que quisiera hacerle una broma, o mejor dicho, mira todo sin mirar del todo, mira el mundo sin dejar de mirarse a sí mismo, mira con la inteligencia de quien procesa lo visto,  mira como una máquina perfecta que además siente.

(Fuente de las fotos, a través de Repubblica)

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

Roland Garros, Nadal in bianco e nero

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2 comentarios:

  1. Me gusta Nadal, me gustan las fotos que publicas, me gusta la entrada, me gusta el blog...

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  2. Pues a mí me gusta todo lo que dices: 40/40.
    Saludos

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