Charo de la Varga, autora de la exposición de febrero de este año en Elparedonhelarte, expone una obra suya en La Pantera Rossa.
Inventario (bestiario y objetario) de monerías de colores…y llegó la Sopa de Pantera de Rossario de la Varga.
Un burro todo de algodón; la gran ballena blanca, reinventada para el cine por Bradbury, muerto ayer; la castaña dorada de Lady Di, desdeñada por el zafio príncipe; el pequeño caballo azul; un perro verde verde, como yo; el tigre de papel de Mao, un animal más pesado que el ave fenix; la rama dorada, libro que, a pesar del hermoso título, nunca he leído; tu nariz, llena de Nivea, manchada de helado o roja por el sol (son muchos años juntos); el Pequeño tío a topos de Pipi Calzaslargas, una niña que era demasiado para mí, tan bueno, según mi madre; mi perro tricolor, con tres o cuatro uñas negras y tres o cuatro blancas; el enfermizo periquito ceniciento, que de tan solitario como era murió solo en la jaula; aquel horrible mono albino de Barcelona, con el que, sin duda, obligaban a los niños a entusiasmarse; la lluvia amarilla, no la de los blogs eróticos, sino la del recuerdo envejecido, como en el Tiempo amarillo, de Fernán Gómez o el Cuaderno amarillo de Pániker; tu camisón butano, largo y opaco, de cuáquera más que de budista; los zapatillas de gamuza azul que tan sabrosas le resultaron a Roco; el empalagoso Submarino amarillo que vi en el Cine Azul una tarde gris; purple rain, purple rain, del millonario enano atómico que buscó mujer por internet; tus ojos, casi siempre del mismo color; la topolino amaranto, che è un incanto y la giarrettiera rossa, solo questione di un momento; bueno, y, ya puestos, el león de Azzurro.
Por último, el vestido negro de Rossario de la Varga, que parece tan mono, con su volante de flores o pétalos. Se ve en esa foto misteriosa que la autora de Sopa de Pantera (feminismos, política, arte, poesía, novela, filosofía…con ayunos felinos y recetas caníbales) publicó en Facebook: ella y otros dos comparsas, con sandalias sobre el suelo mojado; él, con los pies bien pertrechados, pero como si tuviera que irse; ella, bien asentada, y él, más liviano; él, de medio lado y ella, medio de frente.
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