Berlusconi y sus aliados del centro derecha pierden peso en los ayuntamientos de Italia. Milán, uno de sus bastiones, a pasado a manos del centro izquierda y otro tanto ha ocurrido con Nápoles y otras ciudades importantes para el mapa de delicados equilibrios políticos italianos. Quizá, en el horizonte, empieza a dibujarse el declive de Berlusconi, desde luego, de él como personaje pintoresco, pero también de los valores que representa.
El tono de la versión que Sora Cesira ha hecho de una canción de L. Pausini está teñido de ese tono crepuscular en el que no falta un tono de añoranza por las salidas de quien resulta un personaje execrable para algunos, pero al que no se puede negar el (de)mérito de haber animado el tono de la fiesta de la política internacional a base de vergüenza ajena, caspa, operaciones estéticas, miradas inconvenientes y gestos impúdicos.
Estoy convencido de que si alguna vez acaba por ser condenado en alguno de los procesos en los que anda envuelto y este “incarcerabile”, como lo define la canción, termina entre rejas, será muy apreciado en prisión por sus dotes histriónicas. Lo que pasa es que tiene demasiado poder para que uno pueda permitirse contemplarlo sólo como una especie de cómico, mezcla de Vitali y Baldi. En prisión seguramente haría reír a muchos, a muchos que, al tiempo, le mostrarían respeto por su mano de hierro para defender sus intereses.
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