Tengo ya años suficientes como para saber que Ecclestone en algún momento de su vida no tuvo canas, ni llevó las mismas gafas que ahora, ni se peinó con flequillo, pero quizá eso pertenece a la noche de los tiempos, al corto periodo de su vida en el que no fue conocido, a su infancia, porque en seguida entró en panteón de la fama. La imagen actual es tan potente que resulta imposible imaginarlo distinto, sin ese aire de niño envejecido y enfadado, serio y al tiempo con una punta de mirada traviesa. Cada vez que veo una foto suya veo siempre lo mismo, el pelo que me gustaría tener a mí –creo que también a Anasagasti-, además liso, las gafas que no me atrevo a hacerme, por poco modernas, y, sobre todo, unas acompañantes que responden al ideal de acompañante, subgénero modelo de moda femenina. Por eso, cuando ayer leí en El País que se divorciaba, me sorprendió notar que la noticia, por primera vez, me hacia descubrir un lado débil en su persona, un rasgo humano, el del cónyuge que tras más de veinticinco años de matrimonio tira la toalla, apaga el motor, diríamos en este caso. El topos del divorcio es un elemento primordial en el imaginario de los semidioses de la prensa internacional, pero eso no quita para que los maridos cincuentones nos sentamos afectados por noticias como esta. La nueva faceta del personaje me permitió, por fin, mirarlo en detalle, sin que en sus triunfos proyectara mis derrotas capilares, y entonces descubrí que Ecclestone no tiene los años que aparenta o solo los tiene cuando negocia los circuitos en los que deben celebrarse las carreras de Fórmula 1, porque cuando está con una mujer, a la vera de la cual tiende a ponerse como los desamparados bajo el manto protector, se convierte en un adolescente tímido, que no sabe desprenderse aún de los indicios que delatan inseguridad. A veces son unas uñas comidas, otras, un maquillaje excesivo, o un rictus asustado. En su caso, es el pie derecho, medio contraído, apocado, como si pensara que lo tiene demasiado grande o que los zapatos que lleva no son adecuados para la ocasión. Antes, sus fotos me hacían pensar que vestía como viejo mod que ha cambiado la moto por los coches de carreras -de hecho, empezó en el mundo de la motos- y me recordaba a El Guateque de Blake Edwards, al Swinging London, a O (1975), de Cabrera Infante. Por todo ello, me impresionaba, pensaba que era pequeño pero matón, y, además, fiel a una estética que me atrae. Cuando ayer vi que si está a la vera de una mujerona tiende a levantar el pie del freno, algo comprensible en el boss de la Fórmula1, como si quisiera sustraerlo a la vista, acabó de seducirme. Ni siquiera me he planteado que de donde está levantando el pie es del acelerador.
Los seres del mas allá de los cuentos suelen ocultar algún rasgo físico que delata su procedencia sobrenatural, porque tienen miedo a ser descubiertos y encarcelados o deportados a su planeta. Si ese planeta se llama Inglaterra es comprensible que no quieran volver a él, en especial en invierno. Tanto es así, que muchos de los habitantes de ese país que , dejando de lado a Brenan y R. Graves, no son precisamente seres sobrenaturales, sino sobreseres naturales, prefieren trasladarse a sitios como Mallorca, Marbella, Estepona o Málaga a residir. Quizá el motivo por el que Ecclestone adopta la postura descrita sea que no tiene del todo domada la pezuña de fauno o pie de elfo. ¿Quién sabe? Pero, ya es hora de decir algo en serio y es que de lo que estoy casi seguro es de que este señor comparte conmigo otro rasgo humano, y es que no hace a pis a tiempo y, después, en el momento más inoportuno, el de la foto, está que no se aguanta más. Mi mujer también me ha amenazado con el divorcio ya varias veces por la misma razón.
He aquí algunos testimonios gráficos de lo que digo:
Y los detalles que lo confirman:
Por si quedaran dudas de que le tira el right side he aquí otras fotos
Algunos enlaces:
http://en.wikipedia.org/wiki/Bernie_Ecclestone
http://www.publico.es/televisionygente/236581/eccleston/hitler/conseguia/cosas/funcionasen
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