Sakimichite/Koreyori tsubaki/Kitana kere (Takahama Kyooshi)
(La camelia,/plenamente florecida,/es ya fea)
Con lo más granado del Gotha políglota europeo se celebró en los salones nobles de la E.O.I1Z una sesión de ikebana, flor viva, presidida por la emperatriz Sonoko, venida directamente desde su residencia de invierno en Zaragoza.
Los participantes pertenecían todos ellos a prestigiosos departamentos en los que se ejerce a diario el magisterio en el arte del buen enseñar y, a ratos, mal vivir.
Foto: Zánganos junto a la abeja reina.
Entre los varones presentes en el acto, se contaban dos representantes de la rama zángana del Dpto. de español peninsular, uno de ellos venido para la ocasión desde su prolongado retiro especulativo en una dacha junto a la Huerva. El otro, y entro ya en el detalle de la reunión, fingió durante toda la sesión de bana ike (tanto monta, monta tanto)que estaba obligado a ausentarse por un compromiso ineludible. Se dice en los altos mentideros que es habitual en su familia desde hace hace más de diez siglos esa inclinación a excusar su presencia en el mejor momento de cada ocasión y con el motivo más peregrino. Si no supiéramos que, en realidad, lo hace para cumplir con sus innumerables compromisos benéficos y osteopáticos, pensaríamos que le disgusta el prolongado trato humano. Disculpas como la de tener que ir a recoger el carrito que había dejado en la frutería son casi una falta de respeto para sus colegas. En especial, porque sabemos de su inveterado aborrecimiento de la fruta. Sin embargo, no nos privó, por fortuna, de su presencia hasta después de que la emperatriz Sonoko hubiera alterado completamente la disposición, el tamaño, y, por qué no decirlo, el sentido filosófico profundo de su composición floral. Un par de toques sirvieron para japonesizar lo que él había hecho desde su madrileñismo.
Quizá por ello, por un prurito de orgullo tan contrario a la disolución del yo que pretende el ikebana básico, el interfecto no quiso llevarse a casa las flores con las que había perpetrado su intento de atentado ikebánico y, muy finamente, se marchó diciendo que se contentaba con el grato recuerdo de nuestra compañía.
Foto: Utensilios básicos. A ellos debe añadirse el kenzan, soporte para los tallos
Por cierto, al final de la sesión, algunos de los participantes adquirieron al precio de 20 euros ejemplares de dicho instrumento. Esta periodista fue testigo de cómo ante la pregunta sobre la utilidad que iban a darle, pocos segundo después de haber efectuado el pago no supieron qué contestar.
me le sento addosso sulla pelle,
e accarezzi il gatto con le mani,
con le mani, se vuoi, puoi dirmi di si. (Zucchero Fornaciari)
Foto: La delicadeza en el trato del material delata al buen profesor. Todos los cortes deben hacerse en contacto con el agua, de ahí la profusión de vasos blancos.
Foto: Otro de los participantes, de espaldas. En su coronilla está cultivando un espacio despoblado para una cresta como la de esta obra de ikebana creativo:
Foto: He aquí algunos resultados de la sesión y restos de la batalla:
¡Cuánto arte y cuánto artista junto, por Dios! Sobre todo en la parte zángana de la mesa. Algo más que fruta habría en el carrito para abandonar a una emperatriz así como así.
ResponderEliminarEsto de los tallos sobornados y la urgencia por recoger una mercancía me huele a tráfico extraño...
Crónica fidedigna y sabrosona. Palabra de una de las princesas del Reino de las Lenguas que participó en tan singular y espiritual evento, a pesar de que no llegó a ser tan místico como prometía debido al incesante zumbido de los zánganos. Pero les otorgamos el perdón ya que, con su revolotear, animaron el ritual nipón, haciéndolo más español, más nuestro, y arrancaron algunas risas a las laboriosas princesas, concentradas en dar con los grados exactos de ramas y rosas y en pinchar la flor en el kenzan sin llegar a pincharse los dedos.
ResponderEliminarA mí también me gustó mucho, pero me pareció dificilísimo. Le de la coronilla va por lo bien que quedaría la cresta en la zona despoblada.
ResponderEliminarYa lo hábimos pillado. La verdad es que lucirías muy lindo.
ResponderEliminarDesde aquí también mi agradecimiento a nuestra paciente profesora, Sonoko, que nos hizo pasar unas horas diferentes, amables y relajantes con sus enseñanzas de este arte floral