domingo, 7 de febrero de 2010

La expo de Ángel Duerto Oteo. Evocación de su hijo.

Ricardo Duerto Riva, profesor de español para extranjeros en nuestro centro, nos remite este texto sobre la  expo en curso y sobre la figura de su padre.

Basado en hechos reales

Mantengo una eterna discusión con todos aquellos que conceden un valor añadido a aquellas obras de arte que contienen la frase basado en hechos reales, como si esa coletilla les atribuyera un toque de distinción más auténtico o más estético, o como si todo lo demás se fundamentara en hechos irreales. A mí, personalmente, me ha traído siempre sin cuidado, pero esta vez vengo dispuesto a hacer una concesión.

Es cierto que Ángel Duerto Oteo nació en Zaragoza en 1932, que obtuvo en 1959 su primer premio fotográfico, que en 1984 fue distinguido como Artista de la Fédération International de l’Art Photographique de la Unesco y que la Confederación Española de Fotografía le otorgó el Premio Nacional en 1996.

No le recuerdo al artista grandes declaraciones teóricas sobre la fotografía pero doy fe de que en su casa había un cuarto oscuro, que el pasillo olía a fijador y que los trofeos terminaron, por falta de espacio, repartidos entre los familiares. Es cierto que sólo alguno de sus cuadros colgaba de las paredes, pero no así una sola de sus fotos, porque entraban y salían de los armarios sin tiempo para quedarse. Que llegaba un paquete de Guadalajara y, acto seguido, viajaba a Moscú, Tarrasa o Puerto Real.

Es cierto que conservamos fotos de mi abuelo surgiendo entre el vapor de una negra locomotora en la estación del Norte; de mi madre en el Macanaz con la torre nordeste del Pilar inacabada, al fondo; y de mis hermanas comulgando o en la playa. Y que pasé tardes enteras posando en el estudio de la Sociedad Fotográfica de Zaragoza, con una guadaña, una pipa o una máscara antigás en las manos.

No es menos cierto el incendio del Corona, Arrúa en la Romareda y Ángel Nieto en sus 50 caballos derrapando en el Primo de Rivera. Entonces se llamaba así. Un montón de buenos pretextos para la nostalgia, ampliados a 30 por 40, convenientemente esmaltados y aplanados aprovechando el contacto con el suelo, que siempre estaba frío.

Son hechos reales. Como la llegada del color, o como que hubo una época en la que no existían ni la láser ni el photoshop, un tiempo en que el icono pincel era un pincel de verdad con tacto de madera, en el que la herramienta borrar era un algodón empapado de ferrocianuro potásico y la opción máscara se conseguía recortando a mano una película negra o manchando las partes blancas con un pigmento rojo llamado opaco, de un olor ciertamente adictivo.

Estas fotografías están basadas en hechos reales: el hierbajo, las florecillas, el matorral, el tronco, el bosque, y hasta el ojo, existen o existieron alguna vez de verdad. Pero nada de todo eso, ni siquiera la suma de todo eso, es capaz de explicar el viejo misterio del arte. Porque siempre hay algo más, superpuesto o subyacente, que huye de este mundo y se nos escapa.

Puedo atestiguar lo anterior porque soy su hijo; así que me ha resultado extraño escribir así, en primera y tercera persona. Podría preguntarte directamente si aún crees más en las mentiras de la verdad que en la verdad de las mentiras, pero te lo pondré más fácil: ¿te han gustado?

Ricardo Duerto

http://holdontightmarie.blogspot.com/2010/01/la-exposicion-que-manana-estara-colgada.html

3 comentarios:

  1. Si alguien quería una prueba de que la belleza depende del ojo del observador, aquí la tiene: los colores de la naturaleza, sí, pero mostrados con una sensibilidad excepcional.
    Esta exposición me ha impresionado profunda y natural-mente.

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  2. Un gran fotógrafo, un excelente experimentador del arte, cuando en la fotografía había que hacerlo todo a la primera y a mano.
    Cuando la imagen digital no era ni un sueño.
    Tuve la suerte de trabajar con él y de aprender.

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  3. Gracias por el comentario. Lo transmito a su hijo.

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