(Fuente)
Cuidadín con todo, en particular con los espejos, ésa engañosa superficie rígida que sin embargo refleja cuerpos maleables, lugar de transito entre el más acá y el más allá, entre nuestra apariencia y nuestro interior. Lo recuerda S. Kracauer en su estupendo Jacques Offenbach y el París de su tiempo, reeditado por Capitán Swing: “En una ocasión, Offenbach se había visto de repente por la calle en un espejo, contaba una revista satírica, y se había encontrado con su propia torva mirada, como consecuencia de lo cual a las tres semanas se había casado”.
Por ello, cuidadín con todo:
- Con el nombre de la mermelada que comes, no vaya a propiciar una diarrea definitiva;
- antes de abrir los ojos, guiña el izquierdo, para que lo primero que veas sea una imagen propiciatoria de la dicha. Ya lo hacían los caballeros medievales, que en prueba de amor por sus damas estaban dispuestos a cerrar un párpado durante meses. Creo que lo cuenta N. Cohn en En pos del milenio. Ahora que acabamos de empezar el segundo milenio (EC) estaría bien volver a adoptar actitudes menos desenfadas o irresponsables con los hados. Yo creo que los caballeros tenían guiñado por miedo a olvidar del todo la faz amada. Guiñar nos asegura cierto grado de ensimismamiento, de mirada interior u orientada hacia el pasado, algo necesario para evitar la desgracia que nos viene de dentro, para conservar la felicidad de la que hemos gozado. Un ojo abierto para conjurar las amenazas externas y otro cerrado para vigilar las asechanzas del interior;
- si por ventura, tienes capacidad de volver al pasado, no aceptes encargos ministeriales de Aznar ni seas amigo de Rajoy, porque corres peligro de acabar en los juzgados, aunque mantengas su sufrido apoyo telefónico. Bórrate de las fotos de grupo en las que aparezcas con ellos. Ya se hacía antes, y ahora, con los programas de tratamiento de imágenes, está chupado;
- si te levantas poniendo primero un pie sobre el suelo y no a rastras, vigila que apoyas antes que nada el dedo gordo del pie derecho, no te levantes como un plantígrado dichoso dispuesto a saludar el sol tras haber leído un manual de inteligencia emocional;
- en la ducha, lávate antes el sobaco derecho que el izquierdo o si te notas distraído ese día y piensas que puedes equivocarte, no te duches, que por los agujeritos de la alcachofa se cuelan los malos espíritus;
- atención a por dónde empiezas a leer el periódico, hazlo por las esquelas, que traen buena suerte, porque la muerte ajena produce el magro consuelo de estar vivo;
A lo largo del día, serán muchas las ocasiones en las que el mal augurio podrá colarse por cualquier rendija, pero son los primeros momentos de la mañana los más delicados. Es cuando todavía pertenecemos al reino de la noche, cuando los fantasmas callejeros de la somnolencia no han recogido los enseres del cajero automático de nuestros sueños, cuando más nos tropezamos con nosotros mismos.
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