miércoles, 7 de enero de 2015

La parte x el todo. La exposición de enero en el paredondehelarte de la E.O.I., 1, de Zaragoza

 

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La parte por el todo – Escuela Oficial de Idiomas nº 1 de Zaragoza, enero de 2015

Desde la primera fotografía que conservamos, La vista desde la ventana en Le Gray de Niépce, hoy casi bicentenaria, podemos comprobar que la cámara se nos muestra como un instrumento de posesión, de coleccionismo del mundo a través de un registro de centésimas de segundo –horas, en esa primera imagen- de lo que el sujeto ha creído experimentar con sus sentidos.

Esa fragmentaria duplicación de la naturaleza conmocionó a los pintores del momento. Nada sería igual en el arte desde la irrupción de ese invento burgués.

Años antes de entrar en el canon de la pintura, un joven Edvard Munch declaró solemnemente: No tengo miedo alguno de la fotografía, mientras no se utilice también en el cielo y en el infierno.

Fue, quizá, la primera gran contribución de la imagen fotográfica, porque forzó una reacción hostil en la pintura frente a toda imposición imitativa o convencional. Resultó un reto difícil –así lo sintieron los pintores- pero también una liberación y una oportunidad para extraer de la naturaleza una verdad más profunda a partir de la propia creación del artista.

La Asociación de Fotógrafos de Zaragoza presenta en la Escuela Oficial de Idiomas la exposición La parte por el todo. Con ella retomamos la representación del mundo característica de la fotografía, pero enfrentando cada imagen, como en un juego de espejos, al significado más personal de cada uno de los autores, a la verdad profunda que hallan en el modelo.

Una misma realidad, idéntica experiencia, es sentida y puede querer decir cosas completamente distintas para dos personas diferentes, dependiendo de los patrones, las vivencias, el estado de ánimo de cada una de ellas en ese preciso momento.

Estas son nuestras propuestas de desdoblamiento, de duplicación, de tránsito, y este es el estilo –diverso- con el que las presentamos. Confiamos que merezcan un juicio benévolo de sus espectadores.

Beatriz Orduña y Emilio Molins

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Partes flotantes a la búsqueda de un continente

Entre el todo y la parte las relaciones no son siempre evidentes, fluidas, a veces son invisibles o se vuelven abruptas, cuando no imposibles de aceptar lógicamente, como si el fragmento no quisiera saber nada de la unidad a la que pertenece o viceversa. Algunos intentan recomponer unidades de significado en el aparente caos fenomenológico. Así, los escritores, a menudo empeñados en demostrar cómo los síntomas engañan en todos los ámbitos, desde el amoroso hasta el social  -Proust-, o los jueces, los historiadores, que procuran reconstruir narraciones suficientes a través de indicios, añorantes de la lógica del puzle. Historiadores, jueces y escritores se especializan en elaborar un discurso que haga legible racionalmente lo real, a través de un matrimonio viable entre la parte y el todo.  La mayoría, sin embargo, incluidos los poetas y los fotógrafos, nos conformamos con destellos de luz que iluminan instantes, tendemos a coleccionar fragmentos, fogonazos.

A veces, el bosque figura en esas iluminaciones, otras, solo el árbol. Solo el sabio sabe ver uno en el otro, evitar que el detalle impida tener presente el conjunto. Cuando algo encaja  en el paisaje, se sitúa allí donde momentáneamente nos resulta que debe estar, nos expandimos, acercándonos a la belleza, aunque a veces sea terrible, y suela estar ligada a lo irracional o por lo menos a lo no evidente.

Lautréamont, en sus Chants de Maldoror, llevó la cosa al extremo al comparar la belleza de un joven con “el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección”. Quizá sea demasiado pensar que una mesa de disección pueda ser un todo con esas dos partes, pero lo cierto es que lo hermoso suele estar precedido de la sorpresa. Si lo que hay detrás es grasa sin chicha o mero fuego artificial, enseguida la sorpresa se desinfla. Si no, si hay sustancia, el bosque y el árbol recrean el milagro original de la convivencia entre el ejemplo y la categoría, el detalle y el sentimiento, el favor y la gentileza, el humo y el fuego. A mí me gusta que la relación entre unos y otros sea contradictoria, irónica, leve o al borde de lo imposible, pero para gustos sobre las relaciones entre la parte y el todo, colores, fotos. En esta exposición se intenta que árbol y bosque convivan en múltiples relaciones y en un anhelo simpático o antipático de sincronía holística.

Javier Brox

Fotos de la exposición:

Fotografía

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