viernes, 30 de mayo de 2014
Mar afuera. Visión de verano que no puede ser.
(Fuente de las fotos. Autor: Umberto Agnello)
Los que malviven entre las rocas de los acantilados, en los puertos de pescadores, en paseos marítimos, batidos y destapados a cada instante por sábanas informes, son seres inermes, agarrados de por vida a lo mismo. Su única fortaleza reside en las ventosas con que se aferran a las rocas, a los húmedos postes que sujetan las tablas por las que pasean los turistas. No son los reyes de los océanos, no son delfines alegres como escolares durante el recreo, constipadas ballenas indiferentes a su aspecto grotesco, bravos atunes, apolos del mar, que recorren el mundo sin pereza. Son seres imposibles, grises funcionarios acunados por la rutina de las mareas. Un día, por herencia, buscaron refugio, no daban para más. Hoy ya no sabrían vivir lejos, en alta mar, luchando con las corrientes sin amarraderos. En horas de trasiego, cuando bate el mar, los ves semiescondidos, fingen estar ocupados en su trabajo, en sus cosas, pero solo piensan en no soltarse, en evitar las corrientes. Con la bajamar, quedan a la vista de los bañistas en los embarcaderos, en la arena de la playa, al alcance de niños depredadores, y en un momento de descuido se dejan atrapar en cubos de plástico, en redes, rutinas de verano familiar.
Son como recuerdos desterrados de uno mismo, visiones fugaces de lo que somos, espejo de una existencia que nunca sabe ser del todo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es bien cierto lo que dices, pero seguimos gritando ¡¡ Vivan las ventosas !!
ResponderEliminar...che non hanno crudeltà. Saludos.
ResponderEliminarjavier