Me topo con un anuncio de una exposición (Gian Paolo Barbieri. La seduzione della moda, a partir del 6 de junio) de 58 de sus fotos de gran formato mientras leo el primer volumen del magnífico ciclo narrativo de Elena Ferrante -nombre bajo el cual no se sabe si se esconde un o una escritora-, formado por La amiga estupenda (L’amica geniale, 2011), La historia del mal nombre (Storia del nuovo cognome, 2012) y Storia di chi resta e di chi fugge (2013), todavía por traducir. En distintos momentos del primer volumen se dibuja un ideal poético que, a mitad de camino entre la paráfrasis y la cita, podríamos decir que consiste en tomar los hechos y cargarlos de de tensión con total naturalidad, reforzar la realidad reduciéndola a palabras, inyectarle energía (p. 126 de la edición italiana), lejos del estilo de Donato Sarratore (el personaje ferroviere-poeta), lleno de palabras altisonantes, frases hechas, esclavo de la fatua emoción. Una de las dos protagonistas, fruto de sus ejercicios de escritura y de sus innumerables lecturas, ha sido capaz de hacer oír su voz a través de sus texto, cuidados, carentes del artificio y amojamamiento que a menudo está ligado a la palabra impresa, fruto de una escritura que permite sentir el pulso de su autora, depurada de la escoria de la oralidad, de su característica confusión (p. 222 de la ed. italiana). Bajo su aparente facilidad se esconde un arduo trabajo que incluye tachar, cambiar el orden, volver a copiar íntimamente (p. 296-7 de la ed. italiana).
Y, viendo las fotos de Barbieri, tan sofisticadas, glamurosas, me pregunto si hay algo en ellas de la poética sentida, pero elaborada, de Lenú, de Lila, las protagonistas de la novela de Ferrante. Me respondo que sí, que aunque los famosos se vistan de monas, un buen fotógrafo logra rescatar los restos de una voz auténtica, los gestos que arrastran, la vida que late y que es tan difícil transmitir sin vana retórica. Esa luminosa transparencia, la aparente facilidad de estilo cuando está aquí conseguida es en medio de una selva de oropeles que se desprenden del corazón de la vanidad, del lujo, sitiada por joyas, pieles cueros, velos, seda que se empeñan en disolverla, en negarla. En ese contraste entre extrema verdad y extrema mentira está la virtud y la tristeza que destilan algunas fotos de Barbieri.
(Fuente de las fotos, todas de G.P. Barbieri)
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(Fuente de las fotos, todas de G.P. Barbieri)
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