Acantilado publica la traducción del largo ensayo que P. Citati dedicó al poeta de Recanati (Leopardi, 2010, Mondadori, pagg. 444, euro 22, 10 euros en la edición de bolsillo de Oscar Mondadori. Traducción al español de Juan Díaz de Atauri). Con el paso de los años, Citati, gracias a sus monografías, ha ido convirtiéndose en uno de los críticos de referencia en la elaboración de interpretaciones sobre algunos de los escritores del canon europeo (Kafka, Goethe, Tolstoi), a mitad de camino entre la alta divulgación y la monografía de autor. En una entrevista televisiva de 1988 explicaba que había aprendido a escribir gracias a su obra sobre Goethe, que había rehecho dos o tres veces (“…antes, escribía mal, me faltaba el ritmo, la fluidez”) y también señalaba que lo único que le divertía de verdad era entender, entender hasta el infinito (min. 7´15), hasta el límite de sus posibilidades. Si a la pasión exegética ligada a la precisión (min. 5’13), fruto en el caso que nos ocupa de 8000 notas guardadas en cajas de zapato (min. 8’40), y a la voluntad de estilo, le añadimos la idea leopardiana de que el crítico debe emparentar de alguna manera su forma de escribir con la del escritor estudiado, quizá podamos hacernos idea de la empresa que representa Leopardi. Según Citati, por lo demás, “los críticos literarios, categoría a la que pertenezco, son una raza casi inútil. Porque los verdaderos críticos literarios, son los escritores mismos. Lo más hermoso que se ha escrito sobre los escritores lo escribió Baudelaire…”. Consciente de que seguramente no puede medir sus dotes con las de los colosos estudiados, sin embargo, no les pierde la cara en ningún momento, ni en cuanto a la calidad de los razonamientos ni en cuanto a la elaboración de la prosa ensayística. Buen vasallo para buenos señores, este escudero. Tal vez, nos encontremos ante un perfecto ejemplo de la pujanza de la crítica paraadémica en relación a la académica, a la de las tesis doctorales, que, según señalaba J. Llovet hace un par de años (Adiós a la universidad), cada vez menos se atreven menos con los puntales de la tradición literaria, con los grandes temas humanísticos.
A caballo entre la biografía contextualizada, que impone un orden cronológico al estudio de la obra, y el detallado análisis textual que atiende también a referencias y parentescos, la imagen de Leopardi que resulta de Leopardi es la de un gigante de la inteligencia y del sentimiento, con la mirada siempre puesta en sus verdades, como un héroe antiguo. Gran capacidad de trabajo, muy buena formación, aunque algo peor en el estudio de los griegos, inagotable memoria, inteligencia capaz de sistematizar el todo y de apreciar la parte, finura, un corazón sensible, dotes de introspección, todo ello entre el paréntesis de sus dos jorobas, debidas seguramente a una tuberculosis ósea, y a pesar de sus continuos alifafes, padecimientos severos y depresiones, amén de su metro y cuarenta y pocos centímetros de altura. En cierto sentido, este albatros de la provincia, era como Kafka, un emisor constante de hipótesis sobre la vida, capaz de seguir el hilo de una idea y su contraria, sin descuidar las vías intermedias. Delicado y al tiempo riguroso, su mente se encontraba tan cómoda o crepitantemente incómoda en los intentos de sistematizar como su corazón disfrutaba con el detalle. El de Recanati (fuente de la vista de Recanati), grande entre los grandes, supo ver el bosque y el árbol, o más bien, gracias al árbol supo disfrutar de la inmensidad del bosque en instantes totalizantes. Rigor y vastedad, perspicacia y ternura, cultura libresca y calidad dramática. Esos son los hilos que Citati persigue con tesón y esmero hasta dibujar un personaje que, sin embargo, solo es comprensible por momentos, transparente a fogonazos, pero que escapa a continuación hacia zonas inaccesibles. La lectura del libro, denso por momentos, quizá demasiado prolijo en otros, queda más que justificada por esos instantes y también por la imagen de conjunto.
Por último, quisiera señalar en la versión original italiana la profusión de superlativos en –issimo, tan fáciles en esa lengua como raros y a menudo empalagosos en español. He aquí una lista incompleta de los que están contenidos en el libro, a pachas entre Citati y Leopardi, algunos de ellos arcaicos o inexistentes en italiano contemporáneo. Invito al lector curioso a valorar cómo ha salvado el escollo el traductor y pido excusas por las posibles repeticiones, aunque a veces puedan dar idea de los senderos que dibuja Citati. Si al lado de cada adjetivo hubiera puesto aquello de lo que se dice el superlativo, seguramente habría resultado una imagen cabalísima, cumplidísima del ensayo, pero dejo que el lector se construya entre hallazgos y arideces la suya. Mezclo adverbios y adjetivos y conservo el mismo género y número del original de estos últimos:
vecchissimi, divertentissima, generalissimo, reazionarissimo, impazientissimo, ardentissima, cupidissima, inespertissimo, bellissima, costosissimi, pochissimo, larghissime, gentilissimo, credulissimo, rarissimamente, felicissima, ordinatissima, intensissima, possibilissima, moltissimo, fragilissima, soavissimo, ardentissimamente, chiarissimamente, acutissimi, concentratissime, amenissimo, altissimo, mutabilissima, spregevolissima, disperatissimo, esilissima, acutissima, oculatissime, disperatissimi, fertilissimo, fittissima, lunghissimi, vitalissimo, felicissimo, sensibilissimo, ostinatissimamente, amarissima, grandissima, morbidissima, penetrantissimi, delicatissimi, piacevolissime, perseverantissimo, travagliosissima, rapidissimo, tardissimo, singolarissimo, sottilissime, minutissime, sfuggevolissime, acutissimamente, variatissimi, nuovissima, benissimo, vastissimo, fortissimo, innocentissimi, dottissimo, affettuosissima, volentierissimo, gracilissimo, impazientissimamente, dolcissimo, eloquentissimo, dolorosissima, oscurissima, debolissima, durissimamente, ostinatissima, solissimi, profondissimo, singolarissime, velocissimo, lentissimi, facilissimo, piccolissimo, afflittissimo, amatissimo, tetrissima, mitissimo, ferocissima, attentissimamente, dilettissima, gravissima, nerissimi, scontentissimo, incontentabilissima, avidissimamente, singolarissima, stranissimamente, freschissime, evidentissime, asprissimo, potentissimo, carissima, lontanissima, intensissima, semplicissima e candidissima, graziosissimo, festosissimamente, vivissimi, confusissimi, incertissimi, falsissimi, vivissimo, intensissima, brevissimo, prontissima, mortalissima, modestissima, sublimissima, santissima, vivissima, semplicissima, leggiadrissima, vastissima, raffimatissimi, fortissimo, complicatissime, difficilissima, visibilissima, chiarissima, ordinatissima, profondissimamente, tenebrosissima, adattissima, profodissima, amatissima, prontissimo, acutissimo, rarissima, grandissimo, disparatissimi, tristissima, malissimo, desertissimi, minutissime, visibilissimi, frivolissime, famosissimo, distintissime, evidentissime, notabilissime, giocondissime, severissimo, austerissimo, quietissima, allegrissima, ospitalissima, odiosissima, noiosissima, malissimo, numerosissima, sudatissima, minutissima, invidiosissima, profondissimamente, bravissimo, moltissimo, amorosissime, buonissima, altissimo, sublimissimo, tenuissima, radissima, innamoratissima, odiosissima, vastissima, remotissimo, velocissimi, leggerissimi, rapidissimo, noiosissimo, menomissima, rarissimo, penetrantissimo, benedettissimo, parsimoniosissimo, ricchissimo, amicissima, melanconicissimo, vastissima, lietissimo, profondissimo, ostinatissimamente, ironicissima, estremissima, graziosissime, notissimo, pettegolissima, fittissima e foltissima, vivissimo, delicatissimo, poeticissime, vastissimo, antichissima, limpidissima, intensissimo, giovanissimo, mobilissimo, fragilissima, potentissima, isolatissima, sottilissima, degnissimi, complicatissimo, asciuttissima, ardentissimi, certissimamente, arrogantissimo, odiosissimo, lunghissima, amplissima.
E chi più ne abbia più ne metta. Todo, por diez euros en la edición italiana de bolsillo, frente a los más de veinte de la traducción española.
Javier Brox
Citati habla de Leopardi:
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