And alien tears will fill for him/Pity’s long-broken urn/For his mourners will be outcast men/And outcasts always mourn
Ellmann, Richard, Oscar Wilde, Edhasa, 1990, p. 660-662 y 666.
“Una avenida de olmos sin hojas en el Père Lachaise y de repente algo que se asemeja a una fortaleza o un castillo, y allí pegado, acurrucado, un ser con forma de pájaro y cara de hombre…Con su otra ala, que por lo tanto no veo, está adherido a la pared de la tumba, de modo que tampoco sé si en esta ala …está el mismo texto que figura en la que observo, una información sobre el pájaro tan peculiar que está enterrado aquí y que fue demasiado impetuoso y colorista para su hipócrita época”.
Nooteboom, Cees, Tumbas de poetas y pensadores. Fotos de Simone Sassen, De Bolsillo, 2009, p. 324.
1892. 1er janvier. “Wilde ne m’a fait, je crois, que du mal. Avec lui, j’avais déappris de penser”. (Gide, A, Journal, Folio, 2012. p. 45)
Hace unos meses Wilde me aparecía casi allá por donde me ponía a curiosear. Primero, en una anotación del Journal de A. Gide, la que encabeza este párrafo; después, en una reseña de la Revista de libros sobre la traducción de sus ensayos. Por qué Oscar Fingal O’Flagertie Wills Wilde no le dejaba pensar a Gide. Parafraseando a R. Longhi sobre El Greco, Wilde quizá es demasiado deliciosamente poético para ser olvidado, demasiado personal para ser principio de una nueva tradición (Breve pero auténtica historia de la pintura italiana, La balsa de Medusa, 1994, p.130). La brillantez de sus síntesis en forma de aforismo deslumbra tanto que ciega la razón, porque está todo tan definitivamente condensado que se le quitan a uno las fuerzas y las ganas de glosar o vagabundear por los matices que la cuestión pudiera plantear. Deslumbra, como un perfecto eslogán publicitario de neón intelectual. También cansa.
Seguramente, tal vez con plena justicia, Wilde nunca formará parte del canon de los cánones. El Retrato de D. Gray, por momentos, se me cae de las manos, que suelen ser bastante firmes. Mi recuerdo más intenso está ligado a la descripción de la ciudad al amanecer cuando los afortunados vuelven a casa y los desgraciados, bocata en faltriquera, acuden al trabajo.
Parte de la poesía, algún espléndido cuento, sus ideas, tal vez eso es lo que haya legado al porvenir. Y sobre todo su sufrida coherencia, lo que hace creíbles a las personas, predicar o espantar con el ejemplo: Cristo dandy, Mandela esteticista, eso es lo que hizo que, a partir de 1985, su tumba del Père Lachaise se llenara de besos, y que, tras la restauración de 2011, los paneles protectores del mausoleo volvieran a llenarse de altera mille basia.
Merlin Holland, nieto del escritor, señaló con razón el día de la inauguración de la tumba restaurada, poco antes de que se volviera a llenar de besos, cómo el "Graffiti tends to be protestatory. Other graves of people who are admired tend to get little bits of paper with notes scribbled and flowers. The kissing phenomenon is reserved entirely for Oscar. [I am] deeply touched that this man who had been … hounded out of England is now adored by all his fans. But the destruction of the monument was terrible. It was such a mess … this is just not the way to show your love for him."
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