jueves, 23 de febrero de 2012

¡Cómo envidio a los que saben bailar, pero no quieren!

Ahora que ya llega la primavera renace en mí el deseo de saber bailar, aunque sea pegado, como los delfines de aquella horrible canción, saber bailar por la mañana, antes de desayunar, después de comer e incluso después de acostarme. Pero no, la humanidad se divide en muchas parejas de opuestos, los que a media mañana se toman una caña con tapa y los que se comen una manzana sujeta con una servilleta de papel,  los que reciben y disfrutan de los powerpoints y los que no podemos soportarlos, pero ninguna tan cruel como la que separa a los que saben bailar, pero no quieren, de los que no sabemos y querríamos… querríamos hacerlo, por ejemplo, como Rocky Roberts.

Entre los que bailan y aquellos que miran a los que bailan o miran al suelo hay  un valle lleno de espinas que pocas veces he podido cruzar. Por lo menos, no estoy aquejado de muchos otros de los síntomas frecuentes en los bailarines frustrados, como la tendencia al estrabismo, la onicofagia,  la forma oblonga del torso. Un ilustre miembro del club de los que nunca sabrán bailar es Nanni Moretti.

La siguente secuencia da prueba de ello:

Me gusta mucho esa sensación de espejismo urbano que produce la isla de bailarines entregados al merengue. Un estudioso francés, el historiador Legoff, dedicó páginas memorables a la oposición yermo/selva y esta visión a mitad de camino entre el sueño realizado y el espejismo que sufre Moretti tiene algo en común con las alucinaciones/tentaciones que sufrían los caballeros del ciclo artúrico durante su quête. Al final de su periplo Moretti motorizado encuentra a su dama de forma inesperada la heroína de Flash dance, la película que dice recordar con placer. Pero la dama es de armas tomar, sans merci. En fin, una frustración tras otra, que seguramente es lo que acaba por traer la primavera. Seguro que si de repente Moretti aprendiera a bailar, se rompería la pierna a las primeras de cambio. Sería un consuelo, desde luego, pero aún así, año tras año, cuando llegan los primeros rayos de sol, pienso en cuánto me gustaría saber mover el esqueleto como Rocky Roberts. Los intentos de definición de la caracterología de Moretti que hace Jennifer Beals son memorables.

Y es que no solo me gustaría saber bailar, sino también ser o estar a little bit off, speciale, quasi scemo, not really crazy but…, particolare, off centered, not really troubled but…, verso pazzo ma non ancora, may be whimsical.

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