Insisten los periódicos en comparar los ocho títulos que Nadal lleva conseguidos a sus 24 años con lo que otros grandes de ese deporte habían logrado a su edad: El país, Independent,
1Roger Federer Switzerland. Grand slam titles 16
Success at Nadal's age: Federer had won six grand slam titles.
2 Pete Sampras US. Grand slam titles 14
Success at Nadal's age: His US Open triumph in 1995 took him to seven.
3 Roy Emerson Australia. Grand slam titles 12
Success at Nadal's age: No grand slam titles.
=4 Rod Laver Australia. Grand slam titles 11
Success at Nadal's age: Five slam titles.
=4 Björn Borg Sweden. Grand slam titles 11
Success at Nadal's age: All 11 of his grand slam titles.
Y así, con Bill Tilden (10 títulos de G. Slam), Ken Rosewall, Fred Perry, Jimmy Connors, Andre Agassi e Ivan Lendl (todos ellos con 8 títulos de G. Slam) hasta completar una lista de 12 atpnautas en pos del vellocino de oro, con cuya piel se fabrica el chándal de la inmortalidad, la mejor prenda para estar por casa cuando llega la hora de la retirada. Porque muchos de estos héroes ya están jubilados y con el pelo canoso. Otros se han reciclado como comentaristas, entrenadores y en profesiones con menos relumbre. Nada de morir jóvenes, que la atp paga una pensión vitalicia de unos tres mil euros a partir de los x años de edad a quienes han sido profesionales durante x años estando entre los x primeros del ranking, si no me equivoco -y, la verdad sea dicha, con los pocos datos que doy es difícil hacerlo.
Casi todos estos tenistas, como el centauro Quirón con Jasón, han tenido un mentor que les ha ayudado a llegar donde han llegado. En el caso de Nadal la figura del su tío parece ser que ha sido de crucial importancia. Su gran conocimiento de las artes tenísticas junto a una sabiduría vital extraordinaria hicieron de él el complemento ideal para que el brioso y maniático Rafael encauzara por la senda adecuada su tendencia desmedida a dar saltos y a tirarse por el suelo. Además, siempre sufrió con extrema paciencia la parsimonia del jugador a la hora de ejecutar la suerte del saque. Si no fuera porque, además de sus cualidades físicas, Nadal posee una extraordinaria memoria visual, más de una vez, botando la pelota, se habría olvidado del motivo por el que lo hacía. Que Nadal siempre tuvo plena confianza en su tío lo demuestra la conocida anécdota según la cual le habría pedido a los siete años que suspendiera la lluvia que había provocado con sus poderes mágicos, porque ya tenía el partido que estaba jugando de cara. Además, por las mismas fechas, su tío le había hecho creer que se llamaba Nadalí y que había ganado cinco veces Roland Garros. Mi hipótesis es que efectivamente el tío conoce las artes mágicas y que la prenda blanca que utiliza durante los partidos a modo de gorra de albañil con una extraña palabra escrita (Iberostar) es algo así como el famoso gorro de los duendes, en concreto el de los Monachicchi. Como se sabe, si se lo consigues quitar están obligados a llevarte al lugar en el que custodian un tesoro, que en este caso no sería otro que un título del gran slam. Son ya ocho las veces que Nadal, superando el reparo natural que le produce la posibilidad de dar un repelón a su mentor y tras un complejo ritual que incluye cuatro sorbos de una botella de agua fría que guarda a la derecha de la bandeja inferior de su nevera personal, le ha quitado la gorra. Todavía no lo ha conseguido en las semanas previas al U.S. open, pero todo se andará.
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