lunes, 3 de mayo de 2010

Paredondehelarte. La expo de Mayo. Las fotos de Carolina Pérez Velilla.

He aquí los textos del programa de mano de la exposición de mayo. El primero es una reflexión sobre la actividad fotográfica. El segundo es la presentación que la propia Carolina hace de sus fotos de viaje. De las que aparecen en esta entrada solo una parte se encuentran entre las muchas que estarán expuestas hasta fin de mes.

Hacer fotos es una manera de metabolizar la realidad típica de los viajes. En ellos, uno es presa de un estado de sobrexcitación depredadora de imágenes ajeno a la vida ordinaria, en la que suele haber pocas escenas o decorados que merezcan ser conservados, aunque las fotos también puedan servir para eternizar los momentos de tedio y los largos pasillos de nuestro existencia diaria. “Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado”,“coleccionar fotos es coleccionar el mundo”, dice S. Sontag en su ensayo clásico sobre la fotografía (1).
Parar la vida que fluye incesante, congelarla en una instantánea para que tarde algo más en desdibujarse en la memoria, para que los contornos de lo real, condenados a caer en la fosa común del olvido, perduren, para enseñorearnos simbólicamente de ella.  En ese vano y a veces noble anhelo, un ritual que para algunos ha llegado a convertirse en un acto reflejo, es quizá donde reside uno de los sentidos profundos de la fotografía, que en los viajes se acentúa por la singularidad, la extrañeza, del paisaje. Me da la impresión de estar hablando de una especie de síndrome muy común y que afecta a casi todos en mayor o menor medida, la fotodependencia del viajero moderno. Sin embargo, que las fotos hechas pasen de tener un interés únicamente individual a atraer la atención de muchos es poco frecuente. Al contemplar una foto qué raro es  compartir el interés, la llamada, que sintió el fotógrafo y que le llevó a hacer clic, qué aburridos resultan los álbumes de los amigos, vecinos y parientes. Más allá del mero reconocimiento del contenido de las fotos, que puede suscitarnos una vaga emoción, sólo quien sabe ver lo que no habríamos visto nosotros puede interesarnos de verdad.  Y para que así suceda,  el fotógrafo debe tener una relación privilegiada con la realidad, aunque, no vayamos a exagerar, el modelo también pone algo de su parte. Lo cierto es que únicamente consigue reclamar nuestra atención quien comparte con nosotros el mínimo necesario como para darnos acceso a lo diferente, a viajar sin movernos del sitio. Si ese mínimo común no existe lo consideramos raro, de la misma forma que si lo compartido es demasiado nos aburre. La foto que nos llama abre tramas, redes de hipótesis, recuerdos, sensaciones, deseos.

Retrato parcial de Carolina

Carolina es una fotógrafa zaragozana que actualmente estudia francés e inglés  en nuestra escuela . Hace ya algunos años hizo también italiano. La recuerdo tímida, pero a la vez firme y decidida cuando hacía falta. No olvidaré la hermosa historia de un enamoramiento infantil que me contó en un examen oral, una de esas historias de afinidad profunda entre dos personas que, sin embargo, no acaba en una relación consolidada. En este caso, porque los dos eran demasiado jóvenes. Aunque, quizá, en ese límite estaba su hermosura. Según iba avanzando Carolina en la narración, el interés por el contenido de la historia me hacía cada vez más difícil concentrarme en la corrección del italiano en el que la contaba. Al final, no pude retener mi interés y, parapetado en el hecho de que una pregunta en italiano podía deberse simplemente a que quería oírla hablar un poco mas (los monólogos en italiano antes duraban 5 minutos) debí de decirle algo así: Com´è poi andata a finire la storia?
A veces, uno guarda un recuerdo profundo de historias con las que  tiene muy poco que ver. No he olvidado sus palabras, quizá por lo que un temprano e intenso sentimiento amoroso que no fragua conlleva de energía latente, insondable, pero fundadora de un carácter. Recuerdo seguramente la historia porque pienso que quien la vivió no la olvidará jamás. También sabía que Carolina era fotógrafa, pero no pensé en ella para el paredóndehelarte hasta que  nos cruzamos en el hall de la Escuela. Fue justo cuando se alejaba después de que nos hubiésemos saludado tímidamente, por supuesto. De repente, me acordé de su afición por las fotos y le pregunté si estaría dispuesta a exponer.  Mi pregunta se debía en parte también al recuerdo de aquella historia que me había contado un día. Aquel examen ha acabado por convertirse en esta exposición. Así es com´è andata a finire la storia.

Javier Brox

(1) Sontag, Susan, Sobre la fotografía, Barcelona, Debolsillo, 2010, p., 13 y 14, Título original: On Photography, 1973.

Gondolieri[1]

Gondolieri

Venezia1

El texto de Carolina:

Cuatro Idiomas, Cuatro Continentes

La exposición fotográfica se titula “Cuatro Idiomas, Cuatro Continentes” porque es un paseo visual por diversas ciudades de 4 de los 5 continentes, cuyas lenguas son el español, el italiano, el francés y el inglés.

Europa, cómo no, nuestro continente, fotografías tomadas en España, Francia, Mónaco e Italia. ¡Qué recuerdos!

Siempre he dicho que como España no hay nada y que si tuviese que elegir ciudad me quedo con Zaragoza, soy maña de pura cepa, qué le vamos a hacer... pero desde luego también hay otras ciudades preciosas y las historias que en ellas he vivido y los recuerdos que me invaden son inmejorables. Ibiza podría considerarla como mi segunda ciudad de residencia, donde casi cada verano disfruto de sus playas, su tranquilidad (no es broma, en Ibiza hay tranquilidad si la buscas) y sobre todo de mis amigos, aquellos que hace muchos años conocí y de los cuales ya no me pude separar. En Portocolom (Mallorca) he vivido excitantes experiencias y Tenerife... es otro mundo.

En París me sorprendió ese ancianito tocando el violonchelo con una hoja de sierra, consiguiendo melodías, y Mónaco fue un crucero atrevido inolvidable. Italia, “la mia bella Italia” me apasiona, cada rinconcito de Italia es hermoso y lleno de historia.

De África sólo conozco Egipto. Observando cómo conservan las columnas de la antigüedad se les ve gente muyyy relajada.

Turquía es realmente un país euroasiático y Pamukkale (Castillo de Algodón, en turco) fue considerada Patrimonio de la Humanidad por sus aguas termales de paredes calizas.

En América, Méjico me hipnotizó por su buena gente, su comida y su cultura, muy diferente de la estadounidense.

La foto en Miami fue tomada poco antes del paso del huracán Noel y en la de Cabo Cañaveral, en la NASA, tuve el privilegio de ver despegar el “Discovery”. Hacerle una foto a un cocodrilo en Everglades mirándome fijamente a medio metro de mis manos mientras el piloto del airboat narra amistosamente cómo un cocodrilo de 2 metros puede saltar dentro de la barca con un simple impulso de su cola... es arriesgado. El tiburón ya es otra historia y me da miedo sólo con mirar la fotografía, a diferencia del Dragón de Mar, uno de los animales marinos más hermosos y extraños, cuya técnica de camuflaje es perfecta.

Es magnífico saber idiomas y comunicarse con gente de todo el mundo, al igual que es un privilegio el haber podido viajar tanto y plasmar mi mirada y mis sentimientos en las fotografías para que otras personas puedan disfrutarlas. Y gracias a Javier Brox por la oportunidad que me ha brindado de poder mostrároslas.

Gracias Grazie Merci Thank you

Carolina Pérez Velilla (carolina100@terra.es)

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Ilusiones[1]Ilusiones

La%20Inyección[1]Inyección

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Zaragoza[1]

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