jueves, 27 de mayo de 2010

La foto de Piazza San Marco de Carolina (V). Invitación al viaje lector. Naufragar dulcemente entre el cuarto de estar y los canales de Venecia.

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Fui a ver a R. Chirbes a la librería Cálamo de nuestra ciudad cuando vino a presentar La caída de Madrid (Anagrama, 2000), el segundo de sus largos y sabrosos episodios nacionales sobre la postguerra y el franquismo (La larga marcha, 1996, y Los viejos amigos, 2003). Me pareció que en esta segunda entrega había cambiado el estilo, que desdeñaba la frase entendida con núcleo sobre el que esmerarse formalmente hasta conseguir una especie de unidad autónoma que sirve una vez tras otra para confirmar y repetir en pequeño un proyecto ilusionado, el de la novela completa. Una sola frase suya contenía una declaración de principios: entrega, técnica, deseo de convencer, aspiración a la belleza formal a través del canon tradicional ligado a la proporción. Tuve la sensación de que en La caída… daba por demostrada toda su capacidad  de buen artesano en busca de la belleza y se empleaba en otros menesteres, como quien ya no tiene nada que demostrar, pero sigue en la brecha, más relajado, permitiéndose ciertas imperfecciones.

chirporA su labor como novelista, Chirbes une su trabajo periodístico. Reportajes sobre ciudades, parajes, destinos y metas. Mediterráneos es un libro fronterizo entre las dos corrientes, con más presencia de la segunda que de la primera, la novelística. No en vano, los textos son los mismos artículos que publicó en la revista Sobremesa, algunos de ellos rehechos para la ocasión. Se trata de seguir la pista al Mediterráneo, a mitad de camino entre el recuerdo de sus orígenes valencianos y sus viajes posteriores, reencontrando la belleza perdida por contraste, a menudo, con la fealdad actual, provocada por la torpeza y el interés bastardo del hombre. Lo que sigue es un breve fragmento que mezcla esas dos facetas, la del viajero y la del fabulador. Pertenece a un capítulo que, junto con el texto sobre Benidorm, es lo que más me gusta del volumen. Parece querer ser el esbozo de una historia fabulada y sabe a poco como reportaje. En ese carácter fronterizo está su gracia. Chirbes dejaba ya constancia de esa mezcla  al principio del libro a través de una cita de Braudel:

Chirbes, Rafael, Mediterráneos, Barcelona, Anagrama, 2003.

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El fragmento que tiene como fondo Piazza San Marco:

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Mediterráneos, p., 92.

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