En 1949, R. Rossellini viajó a los Estados Unidos invitado por I. Bergman, que se había quedado fascinada tras ver Roma, ciudad abierta (1945)(1), y por su marido, Petter Lindstrom, médico. I. Bergman estaba entonces en uno de los mejores momentos de su carrera como gran diva de Hollywood. Pero ya antes había tenido noticias de Rossellini a través de Robert Capa, el gran fotógrafo de origen húngaro, del que había sido amante primero y después amiga. Capa le había contado que Rossellini era un hombre fuera de lo común, un genio del cine moderno. Sobre Roma…, la actriz escribió en sus memorias: “Esta película se parece a la realidad. Sería recordada más bien por un film artístico como este que por todos los éxitos que me hacen ganar dinero aquí. ¿No puede Rossellini venir a Hollywood y hacer una película así con alguien como yo?”. La idea que ella se hizo de Rossellini fue la de un hombre a la altura de su obra: “Sentí que me había enamorado de Rossellini antes de conocerle en persona. Me enamoré de él simplemente viendo su película”. Por otro lado, su matrimonio con Petter Lindstrom estaba en plena crisis: “Petter y yo ya no nos queríamos, pero muchísimos matrimonios son así y perduran. Tenía una hermosa casa y una piscina. Recuerdo un día sentada allí. Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. ¿Por qué me sentía tan infeliz? Tenía éxito, seguridad, pero no era suficiente. Estaba estallando por dentro” . En 1948, la actriz vio en Nueva York otra de las grandes películas de Rossellini, Paisà (1946). Sus opiniones al respecto nos pueden dar una idea de cómo un público entendido percibía sus películas. Según ella, la obra estaba llena de realismo e simplicidad. Recordemos en este sentido que la actriz se había formado en la austera tradición teatral sueca. Por lo que respecta a Roma, ciudad abierta, parece ser la Bergman comparó la dramática escena de la muerte del personaje interpretado por A. Magnani con el aséptico final de Por quién doblan las campanas (Sam Wood, 1943. Gary Cooper e I. Bergman), subrayando hasta qué punto las obras de Rossellini carecían de clichés y estereotipos. Tal vez, también, se planteó dar un giro a su carrera.
Mientras tanto, Rossellini estaba en contacto con el productor americano Selznick para rodar una versión de la vida de Juana de Arco con su amante, Jennifer Jones, come protagonista. Fue precisamente en casa del Selznick donde Bergman dijo che iba a ponerse en contacto con Rossellini, lo cual hizo a continuación a través de la siguiente misiva: «Estimado Señor Rossellini, he visto con sumo gusto sus películas Roma città aperta y Paisà. Si necesita una actriz sueca che habla inglés muy bien, que no ha olvidado su alemán, apenas se maneja en francés, y en italiano sabe solo decir ti amo, estoy dispuesta a ir a Italia para trabajar con Usted. Ingrid Bergman.» Seguramente, la carta era todo menos una insinuación. Es posible que la actriz participara de buen grado en una iniciativa auspiciada por los productores de Hollywood para dar un giro a su carrera a través de una película distinta, más de autor que las obras en las que había participado. Lo cierto es que si el proyecto consistía en un mero reciclaje profesional, no solo su trabajo dio un vuelco radical, sino que también lo hizo su vida amorosa.
Fue entonces cuando el matrimonio Bergman Lindstrom invitó Rossellini a visitarles en los Estados Unidos El director aceptó gustoso y al poco escribió a la actriz con algunos detalles de la película que se proponía rodar con ella. En realidad, parece que lo que quería al principio sobre todo era obtener financiación de Selznick
Sin embargo, antes de que Rossellini fuera a los Estados Unidos conoció por fin a I. Bergman en París, mientras ella rodaba Atormentada (Under Capricorn, Hitchcock, 1949) y él dirigía La macchina ammazzacattivi.
(Fuente de la foto) G. Peck e I. Bergman
Seguirá
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(1) cfr. Spoto, Donald, Notorius. La vida di Ingrid Bergman, T & B editores, 2000. Spoto dice que I. Bergman no sabía nada de cine, excepto sobre el que había sido hecho en Hollywood. Según Spoto fue Joseph Herry Steele, amigo de I. Bergman,quien la llevó a ver la película de Rossellini sobre la resistencia en Roma durante la ocupación nazi. (2) La última frase de la actriz en Arco del triunfo, Lewis Milestone,1948.
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