martes, 3 de marzo de 2015

Tenerlo grande (el pene), tenerla gorda.

 

aldabón

Cuando yo iba al cole de pequeño había un compañero que te hacía retirarte el pelo de la cara y a continuación te ponía la palma de la mano sobre la frente, todo ello en silencio. El ritual acababa, también en silencio, con una indicación sobre el tamaño de tu pene. Dibujaba la largura con el índice y el pulgar extendidos formando ángulos variables. Cuanto más obtuso era más grande la tenías. Que la longitud del pene, por esas extrañas correspondances naturales, se vea reflejada en otros miembros del cuerpo, bosque de símbolos, es un tópico secular. Un reciente estudio del que se hace eco el diario Guardian desmiente, por ejemplo, que la medida de los pies tenga algo que ver en el asunto. También nariz ha sido tomada por correlato del miembro rey masculino.

El estudio del Guardian proporciona medias estadísticas, fotos fijas de la situación, que dirían los contertulios verduleros de los debates televisivos, todos obedientes a las indicaciones del llamado moderador, que pone en escena falsos conflictos, imaginarios roces,  desavenencias fingidas, desacuerdos impostados. La verdad está en las elecciones, en la urna, que es la que da la medida verdadera de la realidad. La urna, vaso ebúrneo, ara  extrema, medida suprema, no engaña. Y basta que el voto encaje, se sienta dichoso en la urna y ella, a su vez, se dé por colmada con el voto, para que se produzca el ledo encuentro.

En cualquier caso, para disipar dudas, ahí van las medias:

En erección: 13’12 cm de longitud y 11’66 cm de diámetro, de acuerdo a los resultados ofrecidos por una muestra de  15,000 penes repartidos por todo el mundo.

En estado fláccido:  9’16 cm de longitud y  9’31 cm de grosor.

Parece ser que solo el 2.28% de la población la tiene muy grande o muy pequeña y que no existen sensible diferencias ligadas a ese concepto que llaman raza.

Caray, se diría casi una cosa cuadrada, como las cabezas de muchos.

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