
Gianni Berengo Gardin. Cinecittà, 1986. Gelatina ai sali d’argento
Flâner, deambular
por la ciudad a la busca de algo que por un instante apague la angustia latente que nos lleva a mover los pies, no solo es parisino (“Errer est humain, flâner est parisien”, V. Hugo,
Les Misérables). Las grandes urbes son vademecum para quien padece de los restos de la desazón adolescente que un día le hizo escribir poemas, abrasarse las uñas, rizarse el pelo. Con los años, queda el recuerdo de vagas desesperaciones. El tiempo no nos hace sabios, pero deteriora hasta aquello que no nos dejaba vivir, hace posible seguir adelante con los enemigos como compañeros, porque te quita la fuerza de luchar con ellos y a ellos les lima las garras, las ganas de hurgar. Hasta los obsesivos a veces aflojan.
La ciudad son mil ciudades, escorzos de otras épocas, paréntesis de aldeas, gente austera que no habrías visto ni en el paramo, ropa tendida que se orea feliz como una bandera de bienestar doméstico, de amor cumplido al aire contaminado de una esquina que linda con el tráfico. Así también Roma:
(
Fuente de las fotos)

Roberto Bossaglia. Terrazza dell’Aventino, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Roberto Bossaglia. Rione Ripa - il vecchio mattatoio, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Giovanni Chiaramonte. Rione Parione – la Cancelleria, 1990. Stampa cromogenica

Giovanni Chiaramonte. Interno della chiesa del Gesù, 1990. Stampa cromogenica

Mario Cresci. Piazza San Pietro, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Mario Cresci. Bastione del Quirinale, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Guido Guidi. Rione Ponte – transenne, 1990.Stampa cromogenica

Guido Guidi. Via Giovanni Giolitti, 1990. Stampa cromogenica

Andrea Jemolo. Chiesa di Dio Padre Misericordioso a Tor Tre Teste, 2006

Roberto Koch. Viale Trastevere, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Roberto Koch. Rione Sant’Angelo – vicolo, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Luigi Ghirri. Ara Pacis, 1990. Stampa cromogenica

Gabriele Basilico. Via Sacra – Foro romano, 1990. Gelatina ai sali d’argento

Gianni Berengo Gardin. Sposi nel cortile di palazzo dei Conservatori, 1986. Gelatina ai sali d’argento
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