Virgueros del cutter, especialistas del Araldit, magos de los lápices Ikea, eruditos del contenedor de las reformas, traperos de la idea, tricoteuses expresionistas, rebuscadores de cajones, irónicos o perversos cirujanos de imágenes, csis de los trasteros del alma y de la abuela, bebedores de sangre surrealista, detectives a tiempo parcial y hasta algún buen dibujante o alfarero. Todo eso y más hay en este grupo salvajemente poético, unido quizá, si uno lo mira más atentamente, con leve hilo de coser por lo que se refiere a los planteamientos subyacentes en las obras de esta exposición que ayer abrió sus puertas en el Centro de historias de Zaragoza.
Entre el juego icónico filológico del collage iconoclasta y la aspiración a lo máximamente conceptual y mínimamente material, quizá a los 19 o 20 participantes les hermana la urgencia o el capricho de desempolvar de rutina lo cotidiano, de desvelar verdades ajenas al espíritu emprendedor, de rascar las capas del discurso dominante. Ayer, día de la inauguración, no era el mejor momento para ver en detalle lo mucho y bien seleccionado por los coordinadores, Miguel Ángel Gil y Pedro Perún, pero sí la ocasión de irse de allí con impresiones generales y una de ellas es que estos tíos se lo pasan de miedo haciendo sus poemas.
Si tuviera que decir entre qué extremos se encuentran las obras, cuál es el campo único en el que se mueven y que da sentido orgánico a la exposición, diría que en un extremo el territorio linda con lo que cuando yo iba al cole se llamaban trabajos manuales, quintaesenciados, claro, en esta exposición, sabiamente preñados de significado, en algunos casos, y menos, en otros. La segunda frontera es más difícil de digerir, seguramente, y se encuentra en el mundo del diseño profesional. Hace muchos años, en un estupendo texto, Baudelaire recordaba que, por lo que se refiere a las obras de arte, los (Foto: R. Duerto fotografía la sombra de una de las participantes) términos acabado, rematado (fini), y conseguido, hecho (fait), no deben mezclarse. Muchas obras de factura irreprochable carecen de interés y muchas cosas incompletas, que no apuran su terminación, son tesoros. Es algo que se debe tener en cuenta a la hora de hablar de poesía. El prurito por la presentación, por el barniz, por la apariencia de objeto listo para su venta, realizado en un estudio profesional, añade poco o nada a la obra plena de espíritu. Es más, si la obra no está a la altura revela su insuficiencia.La sombra vista desde otro ángulo
Otro de los alicientes de la exposición es el catálogo. La caja, el catálogo en sí mismo, y, sobre todo, para quien ayer se decidiera a comprarlo por 50 euros, las obras seriadas, a menudo con intervención directa de los artistas que se incluyen en el paquete. Un pequeño tesoro con el que me fui a casa más contento que una pascuas.
Baudelaire:
…une œuvre d’âme — où tout est bien vu, bien observé, bien compris, bien imaginé — est toujours très-bien exécutée, quand elle l’est suffisamment —Ensuite — qu’il y a une grande différence entre un morceau fait et un morceau fini — qu’en général ce qui est fait n’est pas fini, et qu’une chose très-finie peut n’être pas faite du tout — que la valeur d’une touche spirituelle, importante et bien placée est énorme…, (Baudelaire, Curiosités esthétiques, fuente)
Anónimo e inesperado poema visual sobre la movilidad social en Aragón. Situado junto al ascensor de la sala de exposiciones.
¿Podrá Venderse Ahora?
ResponderEliminar¡Toma poema!
¡¿Cardo?! Sí, lo conociste el jueves
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