viernes, 14 de junio de 2013

Un retrato de F. Kahlo entre las páginas de un libro: Pequeña anécdota feliz de un post-it.

 

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Tengo un amigo que estaba convencido de haber encontrado un pequeño dibujo de Matisse en un libro de una biblioteca de Venecia. Si estaba en lo cierto, debía ser uno de esos ejercicios de trazo que  tanto le gustaban al artista, en busca de automatizar figuras femeninas, cifra de sus fluidas obsesiones. Algo parecido al dibujo de la foto, pero menos elaborado, como su huella básica.

Yo, hasta ayer, lo máximo que me había encontrado eran viejos billetes del metro, algún bonobús, alguna foto o dinero. En los libros aparecen cosas menudas, dejadas a veces con una intención poco clara, a medias entre el olvido y el propósito, muy de novela tipo Stefan Zweig

Ayer, sin embargo, saqué de la bibblioteca el ensayo de Le Clézio sobre Frida Kahlo y D. Rivera y hojeándolo me apareció un estupendo retrato que reproduce el busto de la artista tal y como aparece en la portada.  En el dibujo, ella no tiene el aire reservado y desafiante del original, el halo de quien embiste de frente, pero cuando le da la gana. El escorzo es menos pronunciado que en la foto, como si el dibujante no hubiera podido evitar representarla más de frente y menos desde abajo y, en lugar de potenciar la mirada, hubiera agrandado involuntariamente los ojos. En fin, que como copia no es excelente, pero en sí mismo, el dibujo tiene fuerza y técnica. No sé bien por qué, pero me recuerda al retrato que hizo Baudeiaire de Jeanne Duval y que bien hubiese podido dejar el poeta entre las página de un libro. Seguramente las dos mujeres se parecen en que es fácil proyectar en ellas la idea de que no eran precisamente esfinges sin secreto, como la del cuentecillo de O. Wilde. Encantado estoy del hallazgo.

(Fuente)

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