La doncella:
¡Lárgate, ah, lárgate!
¡Vete, cruel esqueleto!
¡Soy aún joven, sé amable y vete!
¡Y no me toques!
La muerte:
¡Dame tu mano, dulce y bella criatura!
¡Soy tu amigo y no vengo a castigarte!
¡Confía en mí! ¡No soy cruel!
¡Déjate caer en mis brazos y dormirás plácidamente!
Matthias Claudius 1740-1815
La verdad es que no sé mucho sobre este corto. Leo que la historia es simple, parecida a una anécdota entre vecinos de rellano, como cuando en noche buena te vas a casa deldenfrente porque te has quedado sin limones, te los da, pero a cambio se acuerda de pedirte un poco de perejil. Tan simple como eso, aunque a otro nivel: Spike Jonze conoció a Olympia Le-Tan (los libros del vídeo son, en realidad, los bolsos que diseña), y le pidió una tapas bordadas de El guardián entre el centeno para colgarlas en su casa. La diseñadora aceptó, pero a cambio le pidió una película, que acabó siendo este corto, Mourir Auprès de Toi. La primera que lo vi fue en un facebook amigo, deprisa y corriendo, y me pareció enclenque el tratamiento del tema de la visita de la muerte a la doncella, que tiene la lejana referencia del rapto de Perséfone, con la que, por cierto, comparto el gusto por los granos de granada. También me resultó todo demasiado mono, con demasiados libros mezclados de por medio, un cocktail sin demasiado cuerpo, a mayor gloria de la diseñadora de bolsos. Pero no deja de tener gracia esa muerte medio boba, que mata sin querer y que sin mérito alguno se liga a la pelirroja.
Algo parecido a la experiencia del corto me pasó con la librería que aparece al principio del corto, La Shakespeare and company, de París. Legendaria donde las haya, aunque no sea la que fundó S. Beach, hay algo en ella de demasiado previsible en su desorden, en la saturación de sus estanterias, en los personajes que la pueblan, como si el efecto turifel, ese que hace que lo excesivamente reproducido en foto pueda ser verdaderamente visto en directo, pudiera afectar incluso a quien no ha visto nunca fotografiado el objeto antes de plantarte frente a él. Miro las pocas fotos que hice allí, intentando redescubrir la fuerza de la llamada que me llevó a acercarme, muerto de hambre, cansado, andando desde Orsay como un turista más, y tan solo en las tulipas verdes sin bombilla de la lámpara encuentro un poco de la magia que me esperaba.
Caigo, sin embargo, medio por casualidad, quizá porque leo que el dueño de la librería hablaba español con acento sudamericano, de bruces en el estupendo poema de Parra:
EL POETA Y LA MUERTE |
A la casa del poeta llega la muerte borracha ábreme viejo que ando buscando una oveja guacha Estoy enfermo - después perdóname vieja lacha Ábreme viejo cabrón ¿o vai a mohtrar I'hilacha? por muy enfermo quehtí teníh quiafilame I'hacha Déjame morir tranquilo te digo vieja vizcacha Mira viejo dehgraciao bigoteh e cucaracha anteh de morir teníh quechame tu güena cacha La puerta se abrió de golpe: Ya - pasa vieja cufufa ella que se le empelota y el viejo que se lo enchufa de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985) |
Y a pesar de que me pierdo parte del sabor a causa de mi desconocimiento del español de Chile, me quedo encantado con el trato entre estos dos viejitos. Nada de doncellas seductoras de la muerte, sino la historia canónica, la de la llegada de la guadaña a casa de quien sea y, previo buen rato pasado juntos, despedida definitiva de estos pagos. Será la edad...Hasta el video zarrapastroso que encuentro me gusta.
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