María de la P. aclara sus intenciones en este texto:
HAMBRE y deseo, surgió como proyecto a partir del enunciado de los 8 objetivos del milenio:
1) Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2) Lograr la enseñanza primaria universal.
3) Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.
4) Reducir la mortalidad infantil.
5) Mejorar la salud materna.
6) Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
7) Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
8) Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Esta exposición es introductoria a una obra con un proyecto más extenso. La propuesta hace alusión al contraste entre los olvidados y nuestra sociedad de consumo y a su vez cuestiona algunos aspectos de nuestra realidad.
Hambre como necesidad básica. ¿De qué nos alimentamos? Y más allá de las necesidades materiales, ¿nos sentimos saciados? Nuestra insatisfacción constante me hace preguntarme ¿de qué se alimenta nuestro espíritu?
En nuestra sociedad occidental existe un exceso tal de ofertas materiales y espirituales que es difícil elegir. Muchas veces ese exceso genera, a mi entender, confusión y ansiedad, deseo sin necesidad o sin conocer la verdadera necesidad.
La obra que presento aquí tiene cierto carácter simbólico:
Los libros representan el hambre de sabiduría. Esa riqueza es dorada.
Las manos nos muestran el deseo de alcanzar esa sabiduría, que sin duda también hace alusión a la enseñanza primaria universal, y de hecho la mano es de un niño. Las manos enlazadas hacen alusión a la importancia de ser solidarios en estos tiempos que corren. De echarnos una mano.
En la composición existe una dirección que va de izquierda a derecha que liga algunos de los motivos principales, entre ellos una boca de la que sale un abc, que quiere decir que es la sabiduría es algo elemental y básico. Le siguen dos rombos de corazones rotos a modo de bocas abiertas que nos muestran el vacío. Con esto quiero decir que existe un camino, y que el género humano se nutre de amor compasivo. Aquí tengo que reconocer de nuevo la inspiración budista, que no deja de ser parte de mi sentir.
A ambos lados de la tela hay dos guardianes que la custodian. Aire ligero y tierra pesada. Son los elementos con los que realizo el juego plástico.
Aunque no entendáis nada, espero que os guste la puesta en escena, y por supuesto decir que la imperfección es humana, tanto como la expresión de su arte. El arte de la imperfección de ser humano y el arte de la expresión de serlo.
María de la P.
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