Coincidiendo con el año que termina, el diario italiano Repubblica publica una serie de fotos sobre las campañas desarrolladas por Greenpeace en 2010. El abanico de cuestiones que reflejan es amplio. Con algunas de las iniciativas se estará más de acuerdo que con otras, unas se considerarán más oportunas o viables que las demás, aluna, incluso, inútil o inadecuada o contraproducente, pero en casi todas se hace obvio ese peculiar estilo reivindicativo del grupo, su predilección por los escenarios espectaculares, por la teatralización de sus actuaciones, por la presencia de objetos que a veces hacen pensar en grupos como la Fura dels baus e el Circo del sol. Supongo que es una manera de atraer las miradas al tiempo que aumenta el interés de los miembros del grupo por su ingeniosa organización. A mí esa forma de hacer las cosas me desconcierta a veces. Me parece que más que dirigirse al común de los mortales están buscando audiencia mediática, y esa audiencia, ya se sabe, es poco fiel, tan pronto se ríe como llora al son de lo que indican los regidores en el plató. Por momentos, me cuesta sentirme concernido en ese colectivo despersonalizado cuya atención parecen reclamar, en esas cámaras por las que piden ser retratados.
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