lunes, 25 de octubre de 2010

El motociclista en el tejado: Lorenzo y compañía.

Me confirmo en lo que pensé cuando vi el triciclo abandonado en el tejado de una casa, o quizá debería decir aparcado, porque a lo mejor su dueño se había ido a tomar un potito o esa papilla de plátano y galletas que mi abuela me daba de niño, persiguiéndome por el parque con la cuchara en ristre. Me confirmo en que aquello debió de ser la pista de entrenamiento de alguno de los niños moto que parecen florecer en España. Oigo a la madre de Lorenzo contar que ella misma fue repartidora antes de ser madre. Omito en qué vehículo iba repartiendo los paquetes, porque ya se lo habrán imaginado. El padre tampoco se quedaba corto y le hizo una moto al niño cuando tenía tres años, la misma edad con la que algunos empiezan ya a sentirse cansados y ponen mala cara si tienen que correr de la mano de su mamá, porque el semáforo se pone verde. Lorenzo no, parece ser que se subía al tejado de la casa y aprovechando la luna llena dibujaba trayectorias imprevisibles, ejecutaba tumbadas de esquiador acuático, remontadas rapidísimas, frenadas imperceptibles, siguiendo los códigos de una geometría tan espectacular como difícil de aprender. Y todo, en el tejado a dos aguas de la casa, como los violinistas de Chagall, por la noche, de ocho a diez, hora de acostarse, porque al día siguiente había guardería. Eso sí, le llevaban en moto y el iba señalando para sus adentros dónde se podía apurar la frenada, abrir gas, y dónde había un piano fisherprice que pisar con los guantes moteros. Pero es que no solo es Lorenzo, es que en aquel tejado deben de haber practicado sus vuelos un montón de niños prodigio del pilotaje, porque si no es en un tejado, tan cerca de las estrellas y de los pájaros, ¿cómo se puede aprender a volar tan rápido, a ser feliz frenando en picado y cambiando la perspectiva de las cosas, a valorar la diferencia entre caerse al suelo por un empujón y caerse de una moto a 300 km a la hora? Ah, se me olvidaba. Parece que Valentino Rossi tiene, como Dalí, vagos recuerdos intrauterinos. Olor a gasolina, la sensación de quitarse un mono y, sobre todo,  de correr como un endemoniado por el vientre de su madre, hasta quedarse sin aliento, sin combustible, y caer rendido al suelo, dormido con la moto entre los brazos. 

Foto0654

Foto0659

 

Volano gli uccelli volano
nello spazio tra le nuvole
con le regole assegnate
a questa parte di universo
al nostro sistema solare.
Aprono le ali
scendono in picchiata, atterrano meglio di aeroplani
cambiano le prospettive al mondo
voli imprevedibili ed ascese velocissime
traiettorie impercettibili
codici di geometria esistenziale.
Migrano gli uccelli emigrano
con il cambio di stagione
giochi di aperture alari
che nascondono segreti
di questo sistema solare.
Aprono le ali
scendono in picchiata, atterrano meglio di aeroplani
cambiano le prospettive al mondo
voli imprevedibili ed ascese velocissime
traiettorie impercettibili
codici di geometria esistenziale.
Volano gli uccelli volano
nello spazio tra le nuvole
con le regole assegnate
a questa parte di universo
al nostro sistema solare.

Foto0658

No hay comentarios:

Publicar un comentario