Como se señala en una página web,
Una de las cosas que más impresionan de la visita a Pompeya son los "calcos", pero ¿qué son los calcos?. Están realizados con la técnica de Fiorelli, consistente en rellenar con yeso líquido el hueco que habían dejado en la capa de ceniza de la erupción los cuerpos de personas o animales, por lo que se consigue la huella exacta del individuo o del objeto.
Il calco di una delle vittime dell’eruzione che seppellì Pompei si protegge il viso con un fazzoletto, oggi come 2.000 anni fa, quando l’uomo si ranicchiò in attesa della morte. Finora sono stati studiati circa 1.300 scheletri. Foto procedente de la revista N. G.
Recientes estudios revelan que esos calcos pertenecen a víctimas de la erupción del 79 d. C. que murieron quemadas, no asfixiadas. No sufrieron una lenta agonía, como se creía hasta ahora, sino que fallecieron al instante a una temperatura que podría oscilar ente los 300 y los 600 ºC, según los estudiosos Giuseppe Mastrolorenzo y Lucia Pappalardo, del Osservatorio Vesuviano-INGV. Del descubrimiento se hace eco la revista National Geographic, a partir de una artículo -Lethal Thermal Impact at periphery of Pyroclastic Surges: evidences at Pompeii- publicado por la revista científica PlosOne. National Geographic en 2007 ya había publicado un artículo sobre los indicios existentes de una futura erupción, y otro artículo, en abril de 2010, sobre la polémica desatada en torno a la cuestión.
I calchi di alcune vittime dell'eruzione del 79 d.C. a Pompei. (Fotografia di Jonathan Blair/Corbis)
LE LEZIONI DELLA STORIA
Il calco in gesso di una delle vittime dell’eruzione del 79 d.C., esposto a Pompei. Molti morirono premendosi sul volto un cuscino nel vano tentativo di non inalare la cenere.Foto proveniente de N. Geographic. La lección de historia, a la luz de las últimas investigaciones, tendrá que cambiar.
Según Mastrolorenzo los calcos testimonian el denominado cadaveric spasm, una postura que se adopta solo en casos de muerte instantánea. Del análisis del DNA óseo se derivan cambios debidos a las altas temperaturas.
Dejando a un lado lo imprecisa que resulta la expresión muerte instantánea, el descubrimiento de los investigadores puede resultar muy dañino para las lecturas neorománticas que se han hecho de las figuras pompeyanas a cuyos calcos se atribuía un abrazo extremo. No se trataría de eso, sino más bien de plácidas parejas que dormían a pierna suelta, pero enganchadas por el brazo. Nada de postreros gestos de amor, de sentidas reacciones humanas ante lo inevitable, del intento de traspasar de la mano el umbral de la muerte, sino más bien pura cotidianeidad, quién sabe si de parejas que a la mañana siguiente hubieran vuelto a tirarse los trastos a la cabeza. Quién sabe si el Huerto de los fugitivos no tendrá que pasar a ser considerado una reunión de sonámbulos.
Pero quizá el daño mayor lo suframos quienes habíamos dado por válidas las recreaciones artísticas de la cuestión, la de R. Rossellini en Te querré siempre (Viaggio in Italia, 1954, http://www.contrapicado.net/filmoteca.php?id=1) en primer lugar. El matrimonio en crisis formado por Alexander (George Sanders) y Katherin (I. Bergman) llega, durante su visita a Pompeya, a su punto álgido (más frío) al contemplar a la pareja de calcos abrazada, punto que al tiempo les sirve para rebotar de nuevo hacia un afecto distinto, que tomará forma en el abrazo reconciliatorio, posterior al momento de desorientación que sufren en la escena de la procesión. El momento final de revelación, como le gustaba definirlo al director, no hubiera sido posible si antes no hubieran visto los yesos abrazados y se hubiese despertado en ellos una nueva y silenciosa percepción del otro. Esta película que tanto gustó a los redactores y cineastas del grupo inicial de Cahiers du cinéma, algunos de los mejores nouvelvaguistas, deberá ser releída, a la luz de los nuevos descubrimientos, en términos de abrasión antes bien que de asfixia. Como recuerda Ángel Quintana:
“Jacques Rivette escribió en Cahiers du Cinéma sobre Viaggio in Italia: “Este film abre una brecha por la que todo el cine debe pasar bajo pena de nuerte” y “Con la aparición de Viaggio in Italia, todas las películas han envejecido diez años” (Quintana, Angel, Roberto Rossellini, Madrid, Cátedra,p., 143)
Dice André Bazin en su conocido libro sobre el cine (¿Qué es en cine?, Madrid, Rialp, 1966, p., 583) que en Te querré siempre “el público se siente decepcionado por el film, en la medida en que solo nos presenta Nápoles de una manera incompleta y fragmentaria…pero lo poco que se ve, algunas estatuas en un museo, varias mujeres encintas, una excursión a Pompeya”, una parte de la procesión de S. Gennaro”, posee, sin embargo, un carácter global que resulta esencial, en la medida en que está “filtrado por la conciencia de la heroína”. Por eso, el paisaje que aparece en la peli “no es falso, sino que es un paisaje mental, objetivo como una pura fotografía y subjetivo como una pura conciencia. Si no fuera porque el error de interpretación sobre el abrazo de los calcos es un error de conciencia más que un exceso interpretativo del propio Rossellini quizá habría que reformular el juicio crítico sobre la película, ello si es que antes la nueva erupción del Vesubio que se avecina no nos abrasa a todos.
En My Voyage To Italy (1999), el documental de M. Scorsese sobre el cine italiano en el que se mezcla el análisis y la autobiografía, aparecen algunas escenas del film comentadas por la voz en off del director americano. Sin embargo, me ha sido imposible dar con la escena pompeyana a la que me refería antes. En el video de Scorsese, la parte dedicada a la película de Rossellini empieza hacia el minuto seis.
Por último, sobre las erupciones vesubianas, me limito a reproducir parte de lo dicho por el extraordinario Norman Lewis :
Lewis, Norman, Nápoles, 1944. Un oficial del Servicio de Inteligencia en el laberinto italiano, Barcelona, Muchnik Editores, 2000, p., 122. Traducción de Ángela Pérez.
Título de la edición original: Naples ´44. An Intelligence officer in the italian labyrinth (William Collins sons and Co., Ltd, 1978)
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