sábado, 5 de junio de 2010

Evocación hagiográfica de Altolaguirre. ¿Fue feliz?

A la luz de la lectura de los dos volúmenes de los diarios de Carlos Morla Lynch dedicados a su periplo español (1928-1939), si hay algún rasgo de la personalidad de autor que destaque sobre todos los demás ése es su bondad, entendida como buena disposición hacia los demás, como generosidad en el esfuerzo para procurar el bien ajeno y solo de resultas el propio. Desde esta óptica, no parece extraño que aquellos otros personajes con los que se cruzó y hacia los que sintió afinidad compartieran con él dicha virtud. Seguramente, Morla sabía reconocer, por afinidad, la bondad interior en los demás. Ese es el caso de uno de los personajes que cobran relieve en el primer volumen de sus diarios, Manuel Altolaguirre. Su presencia en ellos se acentúa en los años 1932 y 1933, casi se desvanece durante la ausencia de España del poeta malagueño, debida a una beca que disfrutó en Inglaterra. Después, revive con menos intensidad a su  regreso a España en 1935. Las pinceladas descriptivas que Morla dedica a Altolaguirre son numerosas. Valga un buen par de botones como muestra. El primero, ligado al momento en el que Morla presenta a Altolaguirre la composición musical inspirada por Ausencia, un poema suyo. Altolaguirre escucha la pieza, se emociona, y Morla, en cuyos comentarios la bondad es un leit motiv, escribe:

Es un muchacho sensible y afectuoso que atesora un alma infantil. Amén del talento que tiene, es distinto a todos los demás: mayor sencillez, más generoso de corazón y más bueno. (Morla, ibid, p., 353)

El segundo botón describe la reacción del poeta ante el asesinato de Calvo Sotelo, poco antes del inicio de la Guerra Civil:

Manolito Altolaguirre –siempre consecuente consigo mismo- considera inicuo y atroz lo ocurrido, dejando al margen del hecho horrendo sus convicciones, que, mantenidas, no por eso se solidarizan con un acto ignominioso que no tiene defensa ni justificación posible. (Morla, ibid, p., 539)

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Morla Lynch, Carlos, En España con Federico García Lorca, Renacimiento, 2008.

Primer volumen de los diarios dedicado al periodo comprendido entre 1928 y 1936.

 

 

trappor“Altolaguirre fue el tipógrafo de la generación del 27 y el que imprimió una buena parte de los libros de todos sus poetas”. (Trapiello, Andrés, Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), Barcelona, Destino, 2010, p.,220)

 

 

1932. La imprenta de Manolito y la revista Héroe.

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Morla, ibid, p., 237.

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“Corría el año 1935 (…) Empezamos a publicar una colección de libros de poesía que titulamos Héroe; en ella aparecieron las Primeras canciones, de García Lorca, Primeros poemas de amor, de Pablo Neruda, El rayo que no cesa, de Miguel Hernández, Las islas invitadas, de Manolo, mi libro Niño y sombras y otros libros más”. (Ulacia Altolaguirre, Paloma, Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas, Madrid, Mondadori, 1990, p., 97)

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trapalt(Trapiello, ibid, p., 221)

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1932:

moral moral2 (Morla Ibid, p., 195-196)

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moral3 (Morla, ibid, 205)

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24 de abril: en el cuarto de Manolito.

Después de asistir a una corrida de toros en la que Cagancho estuvo de lo peor, hemos ido en la tarde al cuarto en el que Manolito tiene establecida su imprenta,

…habi-

morcon morcon2(Morla, Ibid, p., 240-241)

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Morla recoge otros escorzos de la vida del poeta. He aquí un sucinta guía:

- P., 210: Morla enjuicia la poesía de Altolaguirre.

- P., 249-50: La futura boda de Altolaguirre con Concha Méndez.

- P., 263: Un pequeño conflicto en torno a la revista Héroe.

- P., 267-70: La boda de Altolaguirre y C. Méndez.

- P., 297: Vida matrimonial. Un hijo en perspectiva.

- P., 332-335: Parto malogrado.

- P., 350: Aniversario de boda.

- P., 368-69: Despedida al matrimonio, que parte para Londres, vía Bruselas (p., 385).

- P., 484-85: Regreso del viaje a Londres.

Pero esta incompleta lista –Ay, qué tarde descubrí el índice onomástico, que quién sabe por qué, daba por inexistente-, a la que hay que añadir las pinceladas descriptivas de Morla y las salidas autorretratísticas de Altoaguirre, es solo un pálido reflejo de la viveza de las anécdotas contenidas en el volumen.

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Sáenz de la Calzada, Luis, La Barraca Teatro Universitario. Seguido de Federico García Lorca y sus canciones para la barraca, en transcripción musical de Ángel barja, Madrid, Publicaciones de la residencia de Estudiantes, 1998, p., 217.

 

 

 

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Manuel Altolaguirre, La lenta libertad, p., 9.

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