"Así que debe haber un momento en toda catástrofe en que ya no existe juicio moral, o es inapropiado, o accesorio, o inútil para juzgar lo nuevo de la forma en que se enjuiciaba lo viejo, y en ese momento breve o extenso -poco importa, repito-, los "buenos" textos literarios deben ser iguales que los "malos" textos literarios ante los ojos de quienes los observan, y La Ilíada debe valer lo que el programa de una representación teatral mediocre o la Comedia de Dante lo que el manual de instrucciones de un tren eléctrico para niños. En ese momento, pienso, ya no se debe saber cuál es la normalidad y quiénes son los monstruos, y qué hace posible la grandeza de una obra y qué la impide" (Patricio Pron, No derrames tus lágrimas para nadie que viva en estas calles, Random House, 2016, p. 60)
En un viejo artículo, T. de Mauro proponía entender la cultura como cualquier forma de vida no prevista como obligatoria por el patrimonio genético de la especie, aunque, evidentemente, no lo contradiga (1). En la base de esas formas de vida, por lo que se refiere en particular a la especie humana, estarían tres capacidades básicas, la de imitar, la de utilizar segmentos de experiencia que hemos memorizado y sabemos imitar, y la de de inventar. Es esta última aquella de la que, a diferencia de otras especies animales, la humana está más dotada. De Mauro pone el ejemplo del famoso huevo de Colón, que el genovés habría roto para mantener en pie. Dudo de si es el mejor ejemplo de esta capacidad, aunque el brete quedara resuelto. En cualquier caso, lo cierto es que, como Alejandro ante el nudo gordiano, Colón demostró que ante un problema irresoluble en los términos en los que se plantea, el problema se puede superar alterando los términos del planteamiento. Cosa peligrosa en cuestiones jurídicas, pero que da prueba de la capacidad humana de ir más allá ante una situación aparentemente peliaguda.
En este sentido, "podemos llamar cultura a todas las formas de adaptación de las cosas a nosotros y de nosotros a las cosas, formas a las que recurrimos o (I) por imitación, es decir, conservación y memoria, o (II) por combinación de elementos previos, o bien (III) a través de la creatividad, manipulando y forzando los elementos datos, inventando elementos nuevos y nuevas reglas para agrupar combinatoriamente los elementos (2).
Ahora bien, si tantas cosas son cultura, qué diferencia lo más simple de lo más complejo, qué aquello elevado de lo ramplón, qué distingue la gran obra de la mediocre, por qué El Quijote es uno de los grandes logros de la historia toda de la literatura. Seguramente, lo es porque además de grandes dosis de (I) y (II), pocas obras poseen tanto (III). De acuerdo Mainer, en su reciente Historia mínima literatura española (3), Cervantes combinó en El Quijote elementos, tramas, estructuras de la novela pastoril (hacer entrar y salir personajes); de las novelas de caballerías (el molde de la "escritura desatada"); de la épica cómica (el tono y una justificación poética para su invención); del diálogo humanista (el arte de la conversación en libertad); de las formas teatrales cómicas (motivos y encadenamientos humorísticos); de los libros de pícaros (la invención del narrador interpuesto); de los tratados humanistas sobre los caracteres humanos (la acentuación de la novela en la locura entreverada de lucidez); "de aquí y de allá de sus lecturas del siglo XVI" (la idea de la naturaleza entendida como norma y pauta de vida).
Con esos mimbres, entre otros, urdió su obra. Además, cuando Cervantes la escribió era viejo, había vivido y sobre todo aprendido, se había alejado de sus planteamientos más ortodoxos de juventud, se había acercado en definitiva al hombre moderno. Una de las maneras más productivas que tiene éste de enfrentarse con la realidad a través de la cultura es la ironía. Alienado sin remedio, o más bien, con una identidad sin amarres sólidos, bajo cuyos pies la tierra firme de la religión, de la moral basada en ella, y más tarde del progreso, de la revolución, no cesan de agrietarse, una buena solución es tomárselo bastante a guasa, pero elegantemente, sin desdeñar la acción, como el gran personaje cervantino. En ese sentido, El Quijote se muestra irreductible como profeta de una verdad que se construye ante cada circunstancia. No una verdad esencial, sino gris, matizada por los años, por el desengaño, la verdad de quien intuía que somos un cuerpo como es un cuerpo cualquier otro animal, pero, a diferencia de ellos, al tiempo tenemos un cuerpo y que entre el cuerpo que es y el que se tiene media la conciencia, la voluntad, todo aquello que nos hace seres excéntricos, desdoblados, observadores de sí mismos, reflexivos, descreídos, irónicos(4).
La condición humana es fronteriza, en desequilibrio reequilibrado permanentemente, en el mejor de los casos, y no constituye tanto una categoría en sí misma como una negociación entre
Felice chi è diverso
essendo egli diverso.
Ma guai a chi è diverso
essendo egli comune.
(Sandro Penna, Tutte le poesie, Milano, Garzanti, 1970, 1972, p. 191)
--------------------(1) De Mauro, Tullio, La nozione di "cultura", en L'Italia delle Italie, Editori Riuniti, 1987, p. 4-17.
(2) Opus cit., p. 10.
(3) Mainer, José Carlos, Historia mínima literatura española, Taurus, 2014, p. 90
(4) Critchley, Simon, Sobre el humor, quálea editorial, 2010, p., 93-95. Trad. Antonio Lastra.
Con motivo del IV centenario de las muertes de Cervantes y Shakespeare, la E.O.I., 1, de Zaragoza, ha organizado dos pequeñas exposiciones. La dedicada a Cervantes presenta un gran cartel pintado por Reyes Casasnovas con la colaboración caligráfica de sus alumnos de español para extranjeros. Por otro lado, Ricardo Duerto, también junto con sus alumnos de Español para extranjeros, a medio camino entre la escritura y el dibujo, ha transcrito el principio y el final de El Quijote. A partir de esta próxima semana, por último, añadiremos a lo expuesto los dibujos de unos niños sobre el personaje cervantino. Llenos de errores, sus faltas, como le gustaba decir a Lorca, son manchas que limpian.
Ensanchamiento (Ricardo, Reyes y Mapi)
Por otro lado, el Depto. de Inglés, con Esther Lozano y M. José Auria a la cabeza, ha organizado otra pequeña exposición sobre Shakespeare. Además, está abierto un concurso cuyos premios son libros sobre el dramaturgo y su época. De todo ello aparece cumplida información en el blog de la Biblioteca de nuestro centro (clica aquí para acceder a la entrada explicativa).
El concurso al que nos referíamos se ha montado a partir de citas de Shakespeare. He aquí en qué consiste y a quién está dirigido:
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