Send me a postcard, darling
Los años son paladas de tierra ácida sobre las emociones comunes. Tampoco ayuda el cambio de costumbres, qué caray, que por mucho que se diga no es lo mismo un email, un guasap o un mensaje de fesibuq que una carta sellada, con o sin remite, escondidita en su buzón, tal vez con ese grave membrete de los sobres internacionales, franjas de colores que recuerdan a los reclamos de las barberías antiguas. No es lo mismo, me digo, no puede ser lo mismo, un pitido sonoro que anuncia un devaluado mensaje en el tranvía, mientras desayunas o cuando estás a punto de quedarte frito, que intentar sacar del buzón, con los dedos metidos en la afilada ranura, hasta los nudillos, las falanges como patolas gesticulantes en el negro vacío, aleteos de mendigo de amor, un sobre en septiembre, después de lo que había pasado en agosto. ¡Ah, cómo añoro el tiempo aquel cuando todavía no tenía las llaves del buzón de casa de mis padres!…Pero basta, que a lo mejor si que es lo mismo, por lo menos la espera, el anhelo, el ensueño.
Lo cierto es que hoy ya solo recibo cartas de los bancos, cada vez menos, del Ayuntamiento, de la ITV, de Yves Rocher, muchas, pero la emocioncita de abrir el buzón no la he perdido. Casi no me queda la de la llamada telefónica, el sobresalto del rinrín, aunque todavía se me corta un poco la respiración, porque puede ser el aviso de que la felicidad puede estar en otra parte, de que la fortuna puede haberse acordado de mí, de que por fin alguien se ha dado cuenta, quién sabe. La emoción del buzón es de las pocas ridiculeces que conservo, a la vuelta de vacaciones, el lunes por la tarde de regreso del trabajo, los sábados, porque sé que hay correos no convencionales.
He aquí unas cuantas cartas de las de antes, escritas a mano, a máquina convencional o a máquina eléctrica, de vario tipo.
(Fuente de las fotos y la información)
La carta que Pete Docter, director de Monsters Co. y de Up, escribió en 2008 al joven Adam. E ella le trasmite su deseo de que un día puedan trabajar juntos en Pixar. Adam esperaba como mucho recibir una foto con un autógrafo come respuesta.
En 1999 Charles Schulz (creador de los Peanuts) escribió a sus lectores para anunciar que se retiraba. Pocos días antes le había sido encontrado un tumor.
En 2006, una profesora, la señora Lockwood, pidió a sus alumnos que escribieran a alguien admirado invitándolo a visitar el centro. Esta es la respuesta de Kurt Vonnegut a una de aquellas cartas.
La contundente y despectiva carta que en 1975 el entonces jefe de policía de Los Angeles, Edward Davis, escribió en respuesta a la invitación a participar en el desfile del orgullo gay.
En 1980, Jo Ellen Misakian, bibliotecario, escribió, en su nombre y en el de los estudiantes de la Lone Star School, a Francis Ford Coppola para pedirle que adaptara al cine su novela preferida , The Outsiders (Rebeldes) de S. E. Hinton. Esta fue la respuesta del director.
La película se hizo en 1983 y esta es la carta que Fred Roos, el productor, mandó a la Lone Star School para informar de los progresos en su realización.
“Era beatnik y me he hecho hippie. estaba triste y escribí canciones sobre las playas y las personas que me habían gustados. después, grabé Odisea espacial y me gasté el dinero que había ganado en cosas y en personas que me gustaban…”
En 1970, David Bowie tenía 24 años y se encontraba en un momento particularmente feliz y productivo de su carrera Esta es la carta que escribió a Bob Gace, amigo suyo y productor musical.
En agosto de 1966, 2001: Odisea espacial estaba en fase de realización. Stanley Kubrick, su director, escribe a la IBM para interesarse sobre los problemas que pudieran derivarse del hecho de que el ordenador de la película, HAL9000, que juega un importante papel en ella, sea un psychotic computer.
Por si acaso. Una carta a la nación. El discurso que Nixon hubiera leído en 1969 en caso de que el alunizaje del Apolo 11 hubiera fracasado. Su autor fue el periodista William Safire.
Una verdadera rareza.
En 1945 el niño Dennis Helms recibe en Washington esta carta de su padre, Richard Helms, agente de la OSS, el servicio secreto americano durante la Segunda Guerra Mundial. El membrete es el de Hitler.
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