miércoles, 7 de noviembre de 2012
El matrinomio entre personas del mismo sexo o no, y las inquietantes reflexiones de un personaje de Philip Roth sobre el matrimonio, el sexo y la vida. Además, una postdata con la carta en la que el recién reelegido Obama responde a otra de una niña que le pedía consejo sobre cómo comportarse con los compañeros que se ríen de ella en el colegio, porque tiene dos papás.
Hoy, cuando el Tribunal constitucional ha confirmado la constitucionalidad de matrimonio gay, es un día feliz para todos aquellos que habían contraído matrimonio con personas del mismo sexo, para todos los que tienen intención de hacerlo y para quienes creemos que la aceptación del dichoso recurso, interpuesto hace ya demasiados años ante más alto tribunal, hubiera perjudicado la salud de la Carta magna, porque habría chocado, no sé si con la letra, pero sí con el espíritu de la ley, con el ideal de justicia, igualdad y libertad que la sustenta y que difícilmente puede ser puesto en duda.
Me acuerdo, sin embargo, de las inquietantes reflexiones sobre el sexo y el matrimonio del protagonista de El animal moribundo (Philip Roth, The dying animal, 2001), una especie de esencializado folletín de finales del siglo pasado, que sirvió de base a la película Elegía, de I. Coixet:
Roth, Philip, El animal moribundo, Mondadori, 2012, p, 58-60, trad. Jordi Fibla.
En fin, que cada uno sabe de sí mismo, como debe ser, mientras no le amargue la vida a los demás.
P. D.:
Ya puestos a acumular testimonios, ahí va la carta de una niña estadounidense con dos papás varones, seguida de la respuesta del recién reelegido Obama:
Fuente
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