martes, 30 de octubre de 2012

El “sintomatico mistero” de las gafas de sol. Siéntete Ray Ban, que cumple 75 años.

 

“C’è chi si mette degli occhiali da sole per avere più carisma e sintomatico mistero” (F. Battiato, Bandiera bianca)

Marilyn Monroe y Arthur Miller, 1956.

Siempre quise llevar gafas de ver, las busqué -en el sentido de que puse de mi parte todo lo posible para para usarlas, aunque al principio la escasa graduación que necesitaba me hubiera permitir prescindir de ellas-  y al final se hicieron uña y carne conmigo. Como uñas, como pellejos, en los años de la desazón, mordisqueé alguna patilla, hasta el punto de que, de tanto maltrato y retorcimiento, el extremo curvo que acaba con esa redondez característica, tan propicia para sujetarla entre los dientes, se llegaba a separar del resto, dejando al desnudo el alma metálica que se escondía baja la pasta o el preciado carey.

Pero, lo cierto es que mi pasión por las gafas pocas veces se ha visto correspondida por un par del que me sintiera del todo satisfecho. Supongo que eso es un síntoma de cierto desacuerdo conmigo mismo. Por un lado, está el desdén por la vanidad, el desprecio por quien, a través de una imagen estereotipada, quiere trasmitir rasgos de  personalidad que quizá no acaba de poseer del todo. Por otro lado, veo un carrusel de seductoras imágenes de personajes en los que las gafas parecen ser algo más que un mero adminículo. Machado, Benjamin, Azaña, trasmiten la sensación de que son un frágil órgano más de su cuerpo. Una vez, quizá tuve unas que se acercaban al ideal, pero me las en seguida cargué de un raquetazo. Bien merecido me estuvo por practicar algo tan peligroso como el deporte aficionado. Después, he ido acomodándome a ofertas, consejos familiares, molduras en las que cupieran los cristales de otro par anterior e intentos de dar una imagen poco relevante. Además, las que me parecen más bonitas y adecuadas, en vez de costar poco, como debería ser, porque son diseños muy antiguos, resulta que, con el cuento de lo vintage, salen por un ojo de la cara.

Las gafas de sol, sin embargo son otra cosa. Están ligadas a lo ocasional, a la playa, a la calle, a la naturaleza y no al trabajo, a los libros, o a la casa, como las de ver. Fuera rayo, o algo parecido, podría traducirse el nombre de esta marca, Ray-Ban,  que ahora cumple 75 años. Parte del dinero que gané con mi primer sueldo se fue en comprar un par de esas gafas de sol. Decían que más que la montura, lo bueno eran los cristales. Yo las quería por la montura, para qué nos vamos a engañas. Me costaron 2.500 pesetas y creo que todavía andan por casa. Aunque nunca acabaron de sentarme bien, tenían cierta aura, la de los grandes espacios de América, las motos, los bosques y un toque entre hippy y relamido. Entre eso y el yankis go home del momento, no  sabias bien si dejarlas en casa o no quitártelas ni en el cine .

Con el tiempo, he dejado de usar gafas de sol, porque las progresivas que llevo puestas aceptan mal los infieles devaneos veraniegos y cada vez que me las quito para ponerme las de sol, me paso diez minutos mareado. La progresividad me liberó de aquellos años felices en los que en clase llevaba mis gafas de astigmático y encima unas lupas pregraduadas del todo a 100. Un día, sobre esos dos pares, como para bromear, me puse las de sol y el mundo me pareció renacer, pero noté ciertas risitas que me hicieron desistir de mi empeño acumulador. Abandoné definitivamente las de sol y me hice unas progresivas no personalizadas, de gama baja, con las que soy casi feliz, aunque la montura siga sin convencerme del todo.

Con motivo del cumpleaños, Ray-Ban publica un libro, “Legends: Untold Stories”, con fotos de ilustres portadores de sus modelos. He aquí algunas de ellas:

Fuentes de las imágenes: 1, 2, 3, 4.

Patti Smith

 

J. DeanJames Dean wearing Ray Ban

 

Malcolm X en los años 60.item3.rendition.slideshowHorizontal.ray-ban-ss04

 

J. Nicholson y S. Penn

 

JFKJFK______10357

 

Keith Richards, Mick Jagger y Bob Dylan, 1972.item4.rendition.slideshowHorizontal.ray-ban-ss05

 

H. Bogart y L. Bacall

 

Robert Redford, 1974.

 

J. Nicholson, de nuevo, con gafas de un calibre inferior a la medida de su careto.JACK-NICHOLSON______10204

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