sábado, 24 de diciembre de 2011
Pero, por qué, por qué dicen Guardiola cuando quieren decir seny.
Fotografía de Glyn Klirk (Getty)
Si tuviera que asociar a la figura de Guardiola algunos refranes, todos ellos estarían ligados al sentido común, a la mesura y a la justa ambición que pueda derivarse de la mezcla proporcionada de esos ingredientes. Una vez agitada la coctelera con ellos, el resultado equivale exactamente a la idea que tengo yo del significado de la palabra catalana seny, cuya raíz está presente también en otras lenguas romances. Así, por ejemplo, en el italiano senno y derivados, como forsennato (che, chi è fuori di senno, pazzo), disennato (pazzo, folle) o en el francés forcené ("Un forcené no se puede calificar de loco. Es una persona que ha perdido el dominio de sí
Foto: repubblica.it. Guardiola con Trueba Jr. en el Palio de Siena
mismo, que ha perdido la brújula, por un motivo preciso”), términos ligados al extravío, al alejamiento del sentido, la mesura, entendida esta como una correcta relación sin estridencias ni enajenamiento con la realidad. Quizá, la expresión il senno di poi (la facile saggezza di chi giudica a cose fatte), de significado semejante al español “es fácil de decir a toro pasado”, exprese hasta qué punto la base del seny es una comprensión cabal del mundo que se traduce en la vida cotidiana, en el aquí y ahora, que diría un gestaltista, en un comportamiento a la altura de las circunstancias, sin perder nunca la coherencia con los cimientos que lo sustentan, la educación recibida, la formación asimilada. Pensar en Guardiola y que se te vengan a la cabeza cosas como no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo, chi fa per se fa per tre, si jeunesse savait, si vieillesse pouvait o buena parte de las expresiones analizadas en el breviario de dichos burgueses de Léon Bloy (Bloy, Léon, Exégèse des Lieux Communs) es todo uno. Guardiola, hasta cuando le ponen casi patas arriba, como en la foto que encabeza esta entrada, conserva el buen corte y porte, el equilibrio; se muestra modoso y firme con el tren inferior y usa los brazos como alerones, para perder justo el control que la ocasión merece, el mismo que denota su expresión infantilmente adulta. Mientras su filosofía vital sea sincera todo irá relativamente bien, capitalismo socialdemócrata en el que a los de abajo les toca un poco más que los despojos. Si su discurso se convierte en pura ideología empresarial, podemos temernos lo peor, mucha fachada y pomposos discursos bajo los cuales se esconden los trapos más sucios, y malolientes.
Visto lo visto y hecho lo hecho, a Guardiola, para poner la guinda a su impecable tarta de seny, no le falta sino despedirse en el momento preciso, sin forzar las cosas ni perder la compostura, como lo hace quien pasaba por allí y, más por nosotros que por él, se quedó un rato para endulzarnos el tiempo que tuvimos la suerte de compartir con él. La clave de una vida heroica clásica residía en una muerte temprana. Hasta los tardíos héroes del rock cumplieron la condición. Nada tan penoso como estar loquillo a partir de los cincuenta. En una vida guiada por el seny, la clave de la trayectoria de G., aunque aquí ya no se trate de mitología ni de épica y quizá ni siquiera de novela, reside en que muera pronto, antes de que empiece la decadencia. Que muera como entrenador, ça va de soi, según el guión ideal, el manual del perfecto empresario, que ya no son buenos tiempos para la lírica.
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